ESTAMOS LOS VENEZOLANOS
INMERSOS EN LA “CALMA CHICHA”
Un estado pegostoso que lo
viene a reforzar la pandemia china, la cual parece hecha a la medida del
desastre venezolano.
La expresión “calma
chicha” cabe a la medida para describir lo que nos sucede, por lo que vale la
pena aclarar los términos. Las acepciones aceptadas generalmente acerca de la
palabra ‘calma’ son: quietud, paz, tranquilidad, pero el asunto es más complejo
si revisamos sus orígenes. Su significado inicial viene del griego, es adaptado
al latín, y con el mismo sentido al castellano para significar “calor
sofocante”. Donde mejor y más rápido fue acogida la expresión fue en el
lenguaje marinero, pues, tiene que ver con la atmósfera en el sentido de no
haber viento y con el mar cuando no hay olas, o la ausencia de ambas. Al no
haber ninguna de las dos, la consecuencia es la nave detenida y altas
temperaturas. Lo que equivale a decir que “la calma chicha” no es nada bueno ni
tampoco un descanso, lo que hay en ella es una gran tensión.
La situación política en Venezuela volvió al estado de la llamada “calma chicha”,
de inmovilidad donde ninguna de las dos partes logra derrotar a la otra. Maduro
sigue aplicando al “doctrina torna pool” devastar la república en todas sus
instituciones políticas, económica, sociales y éticas. Las mentiras ya
desgastadas como jabón le funcionan para justificar, a su manera, las olas de
presos, torturados, muertos y desplazados. La cuenta de los “atentados
frustrados” se perdió hace rato, ya los sótanos del Sebìn no tienen un calabozo
libre, de nada sirvió la presencia de la Dra. Bachelet, por un lado, suelta 5 y
por otro entran 40.
La “calma chicha” es un “statu quo” insólito. Maduro
ejerce el poder sin autoridad; Guaidò representa la autoridad legítima, sin
poder. Como en esas peleas de perros donde ninguno de los dos canes puede con
el otro. Una situación de desconcierto, desgaste y desánimo.
Quienes
tratamos de explicarnos la cruel situación apelamos a diversas narrativas.
Documentar la magnitud del desastre, pero eso es sabido y conocido por toda la
humanidad, solo la izquierda recalcitrante sigue justificando a Maduro, no ven
la verdad, ni aceptan argumentos, luego es llover sobre mojado seguir
documentado. Otro enfoque de la narrativa es apelar a la nostalgia y recordar
que éramos felices y no lo sabíamos o comparar el ayer con la presente
catástrofe. Nos empeñamos en demostrar lo que está a la vista de todos, el
socialismo del siglo XXI es el mayor fraude político de la historia de
Venezuela. Pero esa evidencia no conmueve a los militares, sus intereses
crematísticos están por encima del bien y del mal y la respuesta es ese grito
habanero de “patria o muerte” La otra actitud es inclinarnos por la esperanza,
elaborar planes, soñar con reformas económicas, con cambios institucionales
para iniciar la soñada transición, volver a la economía de mercado, a una
democracia liberal. Creo que para nuestro equilibrio psicológico lo más sano es
aferrarnos a la esperanza y entender que este cambio no es para mañana, ni
mantener la simpleza de creer que aprobando un acuerdo en la A.N. mañana
vendrán los ejércitos salvadores a quitarnos esta pesadilla de encima. La lucha
es dura, larga y nuestra, aunque tenemos apoyos muy importantes, es nuestra
responsabilidad salir del régimen. Nos está quedando la presión internacional,
es vital y podría funcionar si se logra articular correctamente y se neutraliza
el apoyo de cubanos, rusos, chinos, turcos y ahora iraníes, lo cual permita
llevar el país a una salida electoral anticipada limpia y supervisada. ¿Será
suficiente la presión actual para obligar al régimen criminal a permitir
elecciones libres? Cada minuto que pasa conspira contra esa
posibilidad y la pandemia es ahora la excusa perfecta para no hacer elecciones.
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El èxodo del venezolano es un ir y venir sin rumbo motivado por el hambre. |
Por ahora, resulta inevitable reconocer que, a pesar
de las expectativas, y en condiciones sin precedentes de caos económico e
ineptitud administrativa, el régimen de Maduro se sostiene contra todo
pronóstico, ya descubrieron que las amenazas de Trump son solo eso, amenazas,
no hay disposición real para una intervención militar. Las alternativas sobre
la mesa se agotaron Los críticos profesionales que acusan a Juan Guaidò de
fracaso se olvidan de los EE. UU y el tremendo “papelón” que han hecho hasta
hoy, La potencia mundial se convirtió en un gallo pataruco puro buche y pluma
frente al deteriorado y moribundo régimen de Maduro. Con una lógica perversa el
régimen ha sacado provecho de esta debilidad estratégica y de una falla
imperdonable de los organismos de seguridad de EE. UU que creyeren en la palabra
de los jefes militares comprometidos para poner cese a la usurpación. Solo el
general Figuera dio el paso, los demás recularon, aunque estaban en la
conspiración. El dinero ofrecido no basta, los altos mandos reciben muchos dólares
por los caminos de la ilegalidad y el tráfico.
La emigración amortiguaba la presión interna
al reducir el número de opositores potenciales. Era una válvula que evita el estallido El
crecimiento de la diáspora dio lugar a un ingreso de divisas por concepto de
las remesas enviadas millones de venezolanos a sus familias, desde el exterior.
El virus cerró esa posibilidad, no hay más
remesas.
Por ahora, solo estamos en ese estado pegostoso que hemos
llamado “Calma Chicha”. Pero con la seguridad que no será por mucho tiempo, hay condiciones objetivas que indican
la posibilidad de un estallido social anárquico, de saqueos, pero eso tampoco
garantiza la salida del régimen, la contrario los puede amarrar al poder.Estamos entrampados.
Creo que en el fondo la oposición no ha logrado
nunca ponerse de acuerdo y espolear en una sola dirección. Si ellos no se ponen de
acuerdo no tienen cómo convencer a otros para que apoyen. Los militares no tienen
interlocutores que generen confianza y el apoyo internacional no avanza porque
no hay acuerdos internos. Eso es la calma chicha, un estado catatónico permanente
de una nación que cada dìa se hunde màs.
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