CONDENADOS A LA POBREZA ETERNA.,


 NOS METIMOS EN UN BERENJENAL Y ESTAMOS ENTRAMPADOS.
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Hay cosas tan sencillas que por esa razón se consideran tan obvias que no se discuten
Por ejemplo: Sin crecimiento económico, no hay nada. No es un tema ni de derecha, ni de izquierda es simplemente de supervivencia colectiva. Pero si agregamos 10 años con un decrecimiento económico de menos cero, entonces estamos menos que nada.
 Es una situación tan delicada que cualquier gobierno serio no descansaría hasta aplicar los correctivos necesarios y enderezar el rumbo. Ya el sector privado fue golpeado y desmantelado de tal manera que no tiene el músculo necesario para hacer algún aporte, la poca industria, comercio o actividad económica es tan insignificante que solo sobrevive con una meta segura desaparecer si no hay cambio. La dolarización marginal es una trampa caza bobo, otra sensación de bienestar, una burbuja condenada a reventar.
 Ya el paternalismo, el populismo, el socialismo, el comunitarismo burocrático se engulló al país productivo y el Estado venezolano no tiene ni siquiera los ingresos básicos para el funcionamiento de la nación. Estamos en quiebra, técnica, contable y práctica, solo con una acción crediticia internacional, tal como se aplica un suero a un ser agonizante se puede empezar la recuperación.  Pero esa inyección de liquidez requiere de varias condiciones previas, la primera es CONFIANZA.
 Confianza en que se aprendió la lección, que la sociedad civil venezolana, más allá de partidos, grupos económicos o intereses secundarios está dispuesta a hacer todo lo humanamente necesario, todos los sacrificios para que Venezuela no sea un país pobre a perpetuidad. Puede ser que en la crisis algunos se enriquezcan, puede ser que el proceso de cambio y las políticas económicas permitan que haya grupos que también se hagan ricos, pero sin una acción colectiva nacional y el real deseo de abandonar la pobreza como forma de vida del venezolano. Es aprovechar la coyuntura de una profunda crisis para romper los esquemas de pobreza que nos acompañan desde los albores de la nacionalidad.
 Vivimos 80 años en una ilusión de armonía y crecimiento económico que nos proporcionó el ingreso petrolero, pero fue eso una ilusión llena de una ingenuidad que “jaquetonamente” nos hacía creer que éramos los hermanos ricos del patio ,que podíamos ver a los demás por encima del hombro. Que teníamos capacidad para comprar todo lo que nos diera la gana
Nos equivocamos históricamente y a nuestros problemas estructurales buscamos soluciones simples, creímos que pedíamos seguir viviendo en el espejismo de una bonanza eterna, pero para solucionar los males entregamos el poder a un carismático personaje, ignaro total en materia económica, un ser fascinado infantilmente con la idea de una revolución salvadora y fácilmente influenciable por la personalidad arrolladora de Fidel Castro. Hugo Chávez que se erigió en el dueño de una única verdad, en el único vocero de las presuntas soluciones. Un pueblo seducido y ciego enamorado fácilmente por un hombre, con recetas simples, super conocidas por su fracaso universal, recetas que siempre han conducido a la miseria, a la opresión y el despotismo, que jamás han solucionado ninguno de los problemas por los cuales han rasgado sus vestiduras, por el contrario, los han hecho más graves, insolubles y eternos.

  Vivimos una ilusión, una armonía inexistente, felices en la abundancia de recursos, contumaces en el desmadre del reparto populista, creíamos que ese pozo jamás se secaría.  Esa actitud nos hizo un pueblo tolerante con la corrupción y la ineptitud,  se vivía en la superficialidad y a nadie le importaba si se compraba un equipo para recoger nieve en el hospital de Maracaibo, o se le regalaba un barco a Bolivia que no tenía mar. Había real, para pagar locuras.
Jamás se discutía el fondo de los problemas y sus consecuencias, ni se buscaban soluciones que implicaran algún sacrificio, se vivió del cuento de una riqueza eterna, jamás trabajada por la sociedad, la cual siempre estuvo sometida al Estado que era el dueño y repartidor de la renta. El monopolio del Estado era y es una cuasi religión del venezolano. Jamás puede pasar por la cabeza hacer de PDVSA una compañía por acciones que se puedan comprar y vender en la bolsa de valores. Eso es anatema para la mayoría de los venezolanos. Se prefiere todavía hoy, todo controlado por el Estado, sin importar, ni medir consecuencias.  Todo manejado por un Estado, que a su vez terminó controlado, por un hombre común y mortal, dotado de poderes extraordinarios para estar por encima de la ley y la Constitución.
 La situación sobrevenida con la inesperada muerte del neo caudillo, puso todo el poder del Estado en una corporación política (Bicéfala) con dos cabezas visibles (Maduro y Diosdado). Una especie de merenguada que reúne en un solo paquete a militares, guerrilleros, milicianos, delincuentes, traficantes, comunistas, fascistas, socialistas, progresista. Todos sometidos al tutelaje y control de Cuba, Rusia y China. Una sacra alianza por el mal donde la riqueza queda en manos extranjeras y de su representación local. Todos caracterizados por el predominio de la marginalidad, con sus más importantes componentes: La corrupción y la ignorancia.
.La solución a un problema tan complicado no hay  una receta, hay elementos probados  que bien administrados pueden ayudar a la solución, pero sin un convencimiento de la colectividad  y una voluntad inquebrantable de superación, además de la aceptación de los sacrificios necesarios no hay salida al problema, que tiene una gran  complejidad, pues no solo es un mal manejo de la economía, sino un grave problema social un país fracturado entre una creciente marginalidad que ocupó todos los espacios, se hizo gobierno, impuso al país nacional el modo de vida marginal y una minoría de lo que podríamos llamar la élite económica, y cultural tradicional  que prácticamente desapareció ante el empuje y el empoderamiento del país marginal que se impuso con la revolución chavista, las consecuencias de esa realidad la tenemos hoy en país convertido en un rancho.
 La élite cultural fracaso en cuanto a incorporar al país marginal, por el contrario, el país marginal se tragó la nación y allí están las consecuencias.
95% viviendo en pobreza, 5% de gente viviendo en el espejismo de una falsa prosperidad. Somos una mina sin ley.
 Un país que cada día se aleja de la civilización occidental y se hace inviable. Una especie de Biafra, Somalia o Yemen en América. Sin instituciones, con leyes que jamás se cumplen, con millones de habitantes desplazados y huyendo, sin estar en guerra. Con un gobierno que no gobierna, solo destruye, aplasta y sigue viviendo de la extracción, pero de la forma más primitiva, destruyendo la naturaleza. Peor panorama imposible.

Venezuela todavía está a tiempo de salir de la trampa de la marginalidad política y económica, no es solo un problema electoral es algo mucho más complicado, puede ser que el primer paso sea electoral, pero hoy no hay condiciones para hacer unas elecciones aceptables, Ese primer paso requiere condiciones previas, es allí donde está el problema. Para el régimen significa rendirse, aceptar unas elecciones que ya tienen perdidas. Si no se neutralizan los factores de poder del régimen ya se sabe el resultado electoral controlado desde la Habana y Moscú. Tienen años haciendo fraude con descaro, apoyo internacional y tolerancia de los partidos opositores.

 Nuestro problema es cómo hacer que una mayoría de ciudadanos se convierta en mayoría electoral y que se puede confiar y respetar el resultado. Sin esas condiciones poner en práctica el electoralismo suicida en que hemos vivido en estos últimos 20 años, sería legitimar la dictadura y entregar todo nuestro apoyo internacional. Ese si sería el fin. No es simple el problema, hay que ponerse de acuerdo.


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