El sentido común el menos común de los
sentidos.
La actividad política nunca ha transitado de
la mano de la verdad, si un político no usa un lenguaje hiperbólico practicando
la exageración para engañar y obtener el aplauso abundante del público no está en
la palestra. Ahora se agrega a la modalidad de mentir sin escrúpulos, utilizar
el insulto, la descalificación, la promoción del odio y la violencia.
Es una moda peligrosa que produce dividendos,
si observamos ahora que el lenguaje xenofóbico, la homofobia, la violencia de
genero están en auge en los países receptores de migración, la carga de
virulencia verbal se traduce en votos, para los extremos del espectro político,
las extremas de izquierda y derecha en esa materia se tocan
“Nunca
antes se habían distribuido las palabras con tal alcance y con tanta
inmediatez”. Y es en esta atmósfera de cantidades exorbitantes de discursos
donde tienen lugar casos extremos: donde las más evidentes falsedades, pasando
por encima de la lógica y el sentido común, conforman la opinión, marcan el
destino de los asuntos públicos, se imponen y resisten los esfuerzos por
establecer la verdad. No interesa la verdad, a los votantes no les gusta oír
verdades, se inclinan por los cantos de sirena y el populismo. Ofrecer trabajo
no es atractivo hay que ofrecer bonos, ayudas, becas. A ningún político se ocurre hablar de la
necesidad de trabajar más, de aumentar la productividad, Se motiva con paros y
huelgas, mientras más violentas mejor. Modificar leyes con cargas populistas es
imposible, a nadie se le puede ocurrir en estos países modificar las
proteccionistas leyes del trabajo, así sean cargas imposibles de cumplir, es
mejor endeudar el país que perder unas elecciones. Es así como se maneja el
lenguaje de los políticos, con un solo objetivo complacer los oídos de los
votantes y direccionarlos favorablemente.
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Dr. Arturo Uslar Pietri |
Quizás la excepción a la regla la dio Sir Winston Churchill como primer ministro inglés, durante la Segunda Guerra Mundial solo le ofreció al pueblo inglés: Sangre, sudor y lágrimas y no un pacto vergonzoso con Adolfo Hitler que bombardeaba a Londres. Esa actitud hace la diferencia entre un estadista y un político.
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Carlos Andrès Pèrez R. |
Nuestro mundo necesita de estadistas, pero
pierden las elecciones o los sacan de la presidencia Su oferta jamás es
atractiva porque implica sacrificios. El
Dr. Arturo Uslar Pietri, quizás uno de
los venezolanos más preparados para gobernar, no pudo llegar a la presidencia
porque su oferta a los venezolanos era: Sembrar el petróleo, mientras los
ganadores ofrecían “bonchárselo”, dilapidarlo y robar y dejar robar. Carlos Andrés Pérez durante su segunda presidencia
fue destituido y preso porque planteó, lo que llamaron un paquete económico para
cambiar de una economía rentista a una productiva. Todos, desde los comunistas
hasta Fedecámaras se pusieron de acuerdo, incluido su partido, para sacarlo del
poder y traer, años después los males que hoy padecemos.
En la política está demostrado que el sentido común
no existe.
En Venezuela el que inauguró eso fue el galáctico
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