La marginalidad no es necesariamente la pobreza, hay marginales con mucho dinero



  CON EL CHAVISMO LLEGÒ LA MARGINALIDAD PARA QUEDARSE 


En 1998 se produjo el quiebre que venìa del caracazo se sentía un desgate de la clase política, la corrupción había creciendo, se palpaba  un estado de malestar, de inconformidad que se manifestó en la  voluntad del pueblo (Elecciones democráticas) que  permitió la llegada del Chavismo y con ello el país marginal llegó al poder, 


Los niveles de conciencia de una nación se reflejan cuando el país opina en los procesos electorales; la democracia como sistema es el menos malo, según afirman los eruditos, pero ese sistema si no tiene los equilibrios y contrapesos y si esa nación está dividida entre una élite económica, política y cultural por una parte (País Dominante) y por la otra un País Marginal, los procesos civilizatorios se complican. El deber ser es que el país dominante incorpore al país marginal, lo saque de la pobreza en todas sus manifestaciones. En el caso venezolano se hizo un buen intento de incorporación del país marginal desde 1945 hasta 1998, millones de venezolanos gracias a su alistamiento al estudio en muy buenos colegios y universidades (Gratuitos) se fueron sumando a las formas de vida ciudadana, civilizada y superaron los estados de carencia social.

 En 1998, se sentía un desgate de la clase política, la corrupción había creciendo, se palpaba  un estado de malestar, de inconformidad que se manifestó en la  voluntad del pueblo (Elecciones democráticas) que  permitió la llegada del Chavismo y con ello el país marginal llegó al poder, no es un concepto discriminatorio, ni prejuiciado esta afirmación, es que Hugo Chávez fue un representante genuino del país marginal, quien con su histrionismo  pudo convencer a millones  que votaran por él. Allí se marcó el destino de Venezuela, se quebró la historia contemporánea, Hugo Chávez no era la persona idónea para sacar adelante al país y superar aquella crisis que padecíamos. Ni su preparación, ni su cultura, ni su experiencia correspondía a un líder de enfoque positivo, Chávez era un hombre lleno de resentimientos y odios, quien afirmaba que venía a “quemarles la cabeza a los adecos”, a salvar a los pobres, a poner fin a la corrupción, un discurso básico, populista, demagógico, superficial que invocaba los demonios de la Guerra Federal, con una interpretación sesgada de su líder Ezequiel Zamora. Chávez se creía el nuevo Simón Bolívar con unas ideas socialistas que venía a terminar la obra que dejó Bolívar inconclusa. Una revoltura política, un merengue de socialismo en la cabeza de un líder carismático y parlanchín, muy lejos de la seriedad del estadista que necesitábamos. Llegó en el momento del vacío histórico y convenció a medio país que él era la solución. Ese discurso lo compró el pueblo venezolano y con ello se abrió la puerta a la incorporación del país marginal a Miraflores. La caja de Pandora saltó sus demonios. Esa   vasija en la que los dioses habían escondido todos los males y al abrirla se fugaron y solo quedó encerrada la esperanza.


 La marginalidad no es necesariamente la pobreza, hay marginales con mucho dinero.  Ser marginal es estar al margen, ¿pero al margen de qué? Al margen de la sociedad formal, al margen de la sociedad, al margen de la civilización, al margen de la economía, al margen de la ley, al margen de los valores tradicionales de la familia, al margen de los principios, de la dignidad e incluso de la decencia y la honradez.

La marginalidad no es la carencia de bienes económicos o pobreza, ese estado puede ser transitorio, si el individuo se propone a superarlo y encuentra los mecanismos y apoyos necesarios en la sociedad para “salir de abajo”, pero si utiliza la corrupción con ese fin y no el estudio y el trabajo seguirá siendo un marginal con dinero.

 Con Hugo Chávez llega al poder la marginalidad económica, se llenaron desde el primer día de gobierno todos los espacios públicos de vendedores informales, se multiplicó por mil el buhonerismo y se le pusieron todos los obstáculos a la economía formal que genera empleo y paga impuestos, que no se roba los servicios, ni ensucia las calles Se estigmatizó al empresario y al comerciante formal. El hecho de ser pobre le dio derechos inexistentes en el orden jurídico, para ocupar espacios públicos, invadir la propiedad privada, robarse los servicios públicos, botar basura en las calles y aceras, hacer sus necesidades en la calle, montar fritangas, vender alimentos sin ningún control sanitario. Mientras que al comerciante formal se le exigía más allá de lo previsto en la ley, se le multaba y cerraba, mientras al buhonero se le otorgaba una patente especial para hacer lo que le diera la gana. Veinte años con esa plaga que se multiplicó en el Metro, en el Tren, en los autobuses transformó las calles de pueblos y ciudades en lugares inmundos, llenos de basura física, refugio de mal vivientes.


 Además de esa marginalidad que refleja el rostro de pueblos y ciudades pacificadas, con Chávez llegó la Marginalidad Jurídica, para quien se vestía con una camisa roja y una boina la ley no existía. Se desconoce así el uso civilizado del imperio de la ley, se siente exonerado de cumplir la ley por el simple hecho de ser pobre, portar un uniforme o ser militante del partido de gobierno.

 Con el chavismo nos llegó la plaga de la Marginalidad Intelectual que no tiene nada que ver con la inteligencia, es la estupidez de no ejercer el uso de la razón, la ausencia moral en el ejercicio de la facultad de discernir. La desvalorización del estudio, de la lectura, de la preparación académica y si se estudia no es para aprender sino para aprobar o tener un título, aunque se sea un analfabeto funcional.

 También para colmo de males se potenció   con el chavismo la Marginalidad Política que aleja a la persona de sus deberes y derechos ciudadanos, al uso racional del voto, todo se prostituye, el acto democrático y consciente del voto se convierte en una mercancía que se compra y se vende. Se percibe al Estado y a la actividad política como proveedores de dádivas y al ciudadano como un súbdito que siempre necesita y depende del proveedor.

 La marginalidad ética es la perdida de la conciencia en el individuo de su propia dignidad como persona humana. Es la degradación de su conciencia donde el mal no importa, se manifiesta de muchas formas como la corrupción en todas sus manifestaciones.  Se potenció la Marginalidad Ética coloca a las personas en una condición subhumana porque no se siente responsable de sus acciones, puede robar en todas las formas existentes, incluso puede llegar a matar sin sentir remordimiento, por lo cual el mentir, calumniar, ofender, abusar no les produce ningún llamado de la conciencia. Están inmunizados frente al respeto de la condición humana

 Todas esas variadas formas de marginalidad arraigadas en la conciencia, no simplemente de un sector de la población, sino en los grupos de políticos y gobernantes que piensan y actúan con esos malísimos hábitos de conducta, generan un fenómeno cultural que ha inundado a toda la sociedad venezolana, que afecta negativamente por su peso a la nación y condena a la involución hacia una sociedad fracasada y un Estado fallido.



 Si la sociedad no tiene los elementos o anticuerpos para contrarrestar este fenómeno cultural y por el contario permea e inunda todos los estratos, la misma sociedad está condenada a desaparecer en medio de un caos creciente. Lo cual está ocurriendo hoy en Venezuela.

 El problema venezolano no solamente salir de un régimen que ha causado tanto daño, es lograr con esfuerzo sobrehumano superar el grave problema cultural de la marginalidad que ha crecido como la yerba mala. Es poner de moda la necesidad de una ética para la vida, para la política, para la sustentabilidad ecológica, para la producción y comercialización de bienes y servicios, Superar las practicas de la famosa viveza criolla, del “cuanto hay pa eso”. Entender que el progreso es algo más que tener dinero para comprar: No es una tarea fácil, pero es ineludible y requiere de varias generaciones par cambiar paradigmas que nos vienen de muy lejos, pero esta crisis y el haber tocado fondo nos debe servir para enderezar el rumbo, si no lo hacemos estamos perdidos como nación, solo seremos un centro de extracción de petróleo y materias primas, una mina muy grande, tal como nos ocurre hoy. Ese es el tamaño de nuestro desafío y esa tarea es de todos los venezolanos de buena fe.








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