Cuando el bolìvar mandaba en las fronteras

VISITAR LAS FRONTERAS: 1970 - 1980 
Como todo se olvida es bueno refrescar la memoria.



Para el venezolano visitar los pueblos y ciudades fronterizas como Cúcuta, Arauca, Maicao o Puerto Carreño en los años 70 -80 era comprobar que entre los dos países había un abismo entre la modernidad y el atraso, evidenciar que el bolívar, sin tener el apellido de fuerte o soberano nos permitía sentir es rara sensación de ser ricos, de comprobar que nuestra moneda nos permitía comprar de todo a precios regalados no regulados. Hasta 20 pesos por un bolívar se podía cambiar, sin dólar negro. Se veían miles de tachirenses haciendo mercado en Cúcuta y no había uniformados. “muertos de hambre” que le robaran lo comprado. Los colombianos a su vez le daban vida a San Antonio del Táchira una ciudad prospera llena de comercios de línea blanca y repuestos automotrices.


El comercio, los hoteles, restaurantes de las ciudades fronterizas dependía de la masa de venezolanos que llegaba diariamente, hasta las casas de prostitución dependían del bolívar sin apellidos. 


La vida de la ciudad de Pamplona vivía a cuenta de los miles de jóvenes venezolanos que estudiaban en muy buenos colegios, a costos muy asequibles para las familias venezolanas. La ropa, los zapatos, la comida, el transporte nos resultaba a los venezolanos muy baratos

Todas las ciudades fronterizas recibían energía eléctrica de Venezuela, mediante un convenio entre los dos países, lo mismo ocurría con el gas y la gasolina. No existían bachaqueros, ni contrabando de gasolina, ni contrabando de alimentos las restricciones eran las normales en cuanto a cantidades o volúmenes.
Era una frontera viva, llena de movimiento que representaba para los dos países ingresos que generaban prosperidad, empleos, calidad de vida para quienes asumían vivir entre los dos países
Las mujeres colombianas llenaban los hospitales fronterizos para que sus hijos tuviesen la nacionalidad venezolana, parían en Venezuela y los hospitales y escuelas atendían sin discriminación a los colombianos quienes a su vez tenían fuentes de trabajo y buenos salarios en comercios y haciendas de este lado de la frontera y se hacían venezolanos.

Hay una famosa anécdota ocurrida en la población de Arauca en Colombia. El primer presidente que visitó Arauca (Arauca) fue Julio César Turbay. Y en la ceremonia de bienvenida en un colegio le cantaron el himno de Venezuela. Porque la televisión era venezolana, la plata era venezolana, la luz eléctrica era venezolana y todas las posibilidades de conseguir plata estaban en Venezuela. Hoy las emisoras que ocupan el espacio fronterizo son de la narcoguerrillas colombiana.
Qué nos pasó para que se haya producido este giro copernicano en la vida del venezolano, la respuesta es muy simple: LAS POLITICAS APLICADAS NOS ROBARON EL PODER DE COMPRA DEL BOLIVAR, para llenar las arcas del gobierno Una moneda fuerte se convirtió en basura, gracias a la alquimia revolucionaria y de ser los hermanos ricos terminamos en la miseria.
Hoy la frontera es un territorio en manos de los delincuentes, de los paramilitares y de la narcoguerrilla.
Esto es bueno recordarlo, para que no se olvide, tanto para los de allá, como para los de acá

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