Del homo sapiens al homo celuraris.
¿Evolución o regresión?
Una angustia para los padres y docentes.
“Llegó
el hombre a la luna, aparecieron los computadores, esa verdadera maravilla
tecnológica, tanto que este planeta es otro desde entonces, apareció después
otro avance científico que no sé si calificar como uno de los más grandes que
ha vivido la humanidad en toda su historia, el Internet, la Red, como se llama
genéricamente, y al fin los hombres pudieron estar cerca, muy cerca, los unos
de los otros, informarse, tener a la mano, casi todo el conocimiento del
mundo”.
Los
seres humanos perciben el mundo a través de pantallas y dependen cada vez más
de la tecnología. Somos generaciones privilegiadas, testigos de este colosal
salto evolutivo. Y más allá de las creencias de cada uno, algo es innegable el
mundo de hoy no es igual al de 20 años atrás, vivimos una verdadera revolución que
puede cambiar hasta nuestros genes. Pero el secreto para enfrentar con éxito estos
profundos cambios y seguir adelante es mantener por superpuesto de toda la
condición humana por encima del factor dominante de la tecnología. Es el uso de
la palabra lo que hace la diferencia, si perdemos el uso de la palabra dejamos
de ser humanos y nos convertimos en la prolongación de una máquina inteligente,
de un artificio que nos domina, que piensa por nosotros y lo que es más grave,
puede que esas máquinas pueden llegar a decidir por nosotros, lo cual es un
grave peligro para esa especie que se denomina homo sapiens, el hombre
inteligente que usa el cerebro y que puede terminar por comodidad por no usar
la sapiencia, la inteligencia y acabar en una nueva especie en el “homo celularis”. Puede reducirse el
tamaño del cerebro y crecen los dedos, pueden los ojos terminar azules por
efecto de la luz que emiten las pantallas. La obligación es ejercitar el
cerebro, usarlo.
Lastimosamente podemos comprobar que cada día
crece el analfabetismo funcional, las Tablet y los celulares mal utilizadas nos
alejan de una lectura formativa, inteligente, se va perdiendo el vocabulario, se
empobrece, un alto porcentaje del significado de las palabras no se entiende,
mucho menos se usa. Hay gran flojera para leer, ya no hay, por lo general el hábito,
ni el tiempo para la lectura, los libros son artículos de super lujo, por sus
precios prohibitivos. Nos olvidamos de la existencia de millones de libros
gratis en internet. No interesan. Las bibliotecas son como cementerios del
saber. Joyas de una época que muere. En definitiva, quien no lee pierde el uso
del vocabulario, se empobrece culturalmente porque no tiene las herramientas
para entender y dominar al mundo y para colmo la tecnología es comprada,
importada, Hay que educar para producir y dominar la tecnología y ponerla al
servicio de lo humano.
Es
un grave problema para los docentes de hoy que toleran la nefasta practica del "copia y pega" de moda en los
trabajos de investigación que presentan sus alumnos. Es una grave responsabilidad, incomoda que
obliga a entender que una tecnología mal utilizada es nefasta. No es necesario
investigar, ni saber nada, todo está Google, el nuevo amo, el nuevo Dios.
Los
filólogos vaticinan que el lenguaje gradualmente va cambiando por el desuso de
palabras, reemplazándolas por abreviaturas y códigos y dejando de lado el
lenguaje convencional. Así se ha generado una suerte de lenguaje, que son como
nuevos jeroglíficos. En solo una generación se perdería el 70% del uso de las palabras
comunes.
Solo
nos puede salvar de esa nueva hecatombe cultural el correcto uso del lenguaje,
la lectura por encima de todo, eso tan simple marcará la diferencia.
Terminamos
esta reflexión una frase de François Mauriac:
“¡Cuántos burros que no tenían sed y a
los que no obstante los maestros obligaron a beber! ¿Acaso muchos de ellos han
vuelto a abrir a lo largo de sus vidas un solo libro de lo que sus maestros intentaron
enseñarles a apreciar?”
(Nunca
puede saberse nada con la televisión”, 3 de febrero de 1962).
Si hay un peligro en el uso de los plásticos ,la tecnologìa nos puede cambiar hasta los genes.
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