YA NO HAY TRABAJO DIGNO, SOLO CHAMBAS




                              EL TRABAJO

 20 años en una guerra declarada contra el trabajo han causado efectos demoledores en la moral de amplios sectores del pueblo venezolano.

 Ya no hay trabajo solo “chambas”

En el ámbito de los valores éticos, se conoce como Trabajo a la capacidad e intención que tiene el ser humano de ser cada día mejor y obtener mayores resultados en aquello que ha decidido como su actividad profesional o laboral.
Para acabar con una sociedad no es necesario bombardearla o exterminarla, basta con anular el concepto que la creó hace doce mil años, el trabajo. Fue justamente el invento de la agricultura lo que hizo que el ser humano dejara la etapa nómada de caza y recolección para asentarse en torno a la organización del trabajo dentro de una sociedad. Desde entonces no se conoce ningún caso de civilización que no se funde en el esfuerzo individual y colectivo de sus ciudadanos, sin importar el sistema político imperante.
Ni siquiera Marx se atrevió a negar el valor del trabajo, al contrario, lo consideró tan importante que vaticinó el triunfo histórico de la mano de obra sobre el capital.
En 1998 llegó en “comandante” y mezcló el militarismo, el comunismo y el populismo en un país productor de petróleo y dio como resultado el modelo más perverso de esa combinación en la historia. Casi por decreto Chávez desconoce el concepto del TRABAJO. Para qué trabajar en una sociedad donde los precios del petróleo suben cada día y mientras más se mal gastaba, más dólares ingresaban. Un barril sin fondo, con “dolarducto” de 60 pulgadas

 Chávez empieza a cometer todo tipo de locuras, de manipulaciones políticas, de cooptación de voluntades, regalando, comprando conciencias, atropellando, expropiando en medio de aplausos, en vivo por la televisión, un show de perversión que era tolerado porque los dólares permeaban a toda la sociedad, hasta el embajador de EE. UU lo veía como un charlatán que decía, pero no las hacía. Se hizo el loco y le creyeron porque pagaba bien. Había mucho dinero que servía de amortiguador al verdadero proyecto del desmantelamiento   de la nación venezolana, tanto en sus valores, como en sus instituciones.
Siguiendo el consejo de su tutor político Fidel Castro, procedió a destruir las bases de la institución de la propiedad privada, al mismo tiempo se importaba y subsidiaba todos los productos que podían generase en la nación, con el fin malévolo de quebrar a la empresa nacional. Fidel le aconsejaba que con 2 millones de barriles diarios a un promedio de 85 dólares no necesitaba de producción nacional todo se podía importar y se eliminaban a los potenciales enemigos de la revolución.

 Cuando Hugo Chávez se reelige en el año 2006, en Venezuela la gente no solo compraba comida a precios irreales, sino también adquiría carros, viajaba al exterior y hasta le asignaban casas de forma gratuita. El control de cambio permitía crear una paridad ficticia del bolívar con el dólar, aprovechando la abundancia de divisas en la época de vacas gordas de la industria petrolera. Ya nada dependía del esfuerzo individual, el trabajo estorbaba, solo se necesitaba ponerse una camisa roja y acompañar al caudillo para tener acceso a créditos que jamás se pagaban, a dólares  subsidiados, se creó una nueva oligarquía financiera, con la lavandería de divisas que el pueblo bautizó como los boliburgueses., en alianza con los dirigentes del chavismo se llevaron más de trescientos mil millones de dólares en corrupción absoluta y se dilapidaron un millón quinientos mil millones  de dólares.
 Hugo Chávez hizo con dólares petroleros lo que, a Lenin, Stalin, Mao, y Fidel les había costado cisternas de sangre y dolor de sus pueblos. Se fue imponiendo el comunismo con el aplauso de la victimas que el gozo del loco festín no se daban cuenta que estaban vendiendo y entregado su país a una banda de delincuentes por unos dólares que para colmo eran suyos. Quienes se atrevían a denunciar eran visto como los “aguafiestas” los profetas del desastre.
 Los días festivos eran más que los que se dedicaban a trabajar con seriedad, el festín nacional de “Baltazar” entonaba su himno “El Negrito del Batey”, ___El trabajo para mi es un enemigo…. Se empezó a perseguir a los que trabajaban de verdad, a los que generan empleos productivos.  Se criminalizó el trabajo, se implantaron controles absurdos de precios, aparentemente para controlar la especulación, pero su verdadero fin era asfixiar la economía del productor, del empresario y el comerciante y acusarlos de especuladores., eran estigmatizados como los enemigos del pueblo, la derecha apátrida. Se efectuaban cierres forzosos de negocios, saqueos dirigidos, invasiones, expropiaciones. Un circo romano, todavía con algo de pan Mientras tanto el precio del petróleo subía y bonche loco podía seguir Había criminalizado el trabajo, se asesinaba un valor fundamental de la sociedad, mientras que las masas inconscientes de su suicidio, enardecidas en un enfermo fanatismo   gritaban: “Así, así es que se gobierna”. En el más loco frenesí, como dice el viejo bolero.
No hay fiesta que no tenga su fin y ratón o guayabo es gigantesco y puede durar años.
 Llegó lo inevitable, la caída de los precios del petróleo y de su producción, aunado a la corrupción y el despilfarro, impidieron que los petrodólares generados en el mercado capitalista internacional siguieran financiando el festín del socialismo bolivariano, ahora en manos ya de Nicolás Maduro, el sucesor de Chávez que heredó una bomba de tiempo activada. Un hombre sin ninguna experiencia en el manejo financiero, ni económico, un torpe politiquero procomunista, medio formado en cursos marxistas exprés en la Habana. Sin un equipo idóneo. Un simple activista de tercer nivel, un peón del ajedrez político de los cubanos. Un hombre sin la visión un país inclusivo, para todos, sin los instrumentos, ni la voluntad para asumir la responsabilidad histórica de salvar a la nación de la gran debacle que montaron las locuras de Chávez. No tenía la capacidad de maniobra para cortar con Cuba y enrumbar el país por otra ruta distinta al comunismo procastrista, por esas carencias fue el candidato impuesto por Cuba. Los venezolanos que votaron por él no eligieron, simplemente fueron un instrumento de Cuba y parte de un gran fraude.

 Ya mal económico cultural estaba hecho, para ese entonces un alto porcentaje de la población no vivía de su trabajo y la distorsión económica permitía que una persona ganara más dinero haciendo fila todo un día para comprar un producto subsidiado para luego revenderlo en el mercado libre, llamado “bachaqueo” que trabajando formalmente. En vez de repartir casas y carros como en la época dorada se repartía pollo, crema dental y papel higiénico, por ejemplo. La gente hacía filas sin saber lo que le iban a vender después de doce horas, pero cualquier cosa que agarrara a esos precios irreales significaba una ganancia inmediata en la reventa informal. El trabajo había perdido su razón de ser, no había incentivo para ningún esfuerzo individual más allá de cazar un poco de la renta petrolera en forma de subsidio que iba mermando poco a poco. Hasta que no hubo nada más que repartir, todo se redujo a una   caja de comida que podía llegar o no a través de los dirigentes del partido de gobierno y de su aparato de control llamado Consejos Comunales. Se logró el sueño de socializar el hambre y las carencias. Cae el país en su peor crisis humanitaria jamás conocida en el hemisferio occidental y mucho menos en un país productor de hidrocarburos, con las mayores reservas del mundo.

La destrucción planificada del valor de la moneda, del poder adquisitivo del bolívar no es un hecho casual, el interés del régimen es igualar aplicando las tesis marxistas no es el salario lo que funciona, ni los beneficios de ley, ni las prestaciones. Ahora son los llamados bonos, con los nombres más ridículos de un folclore de corte populachero y hasta malandroso, como llamar al trabajo con el término despectivo de “chamba”, también la caja de comida a precio subsidiado lo que representa la esencia de la igualdad rasera hacia abajo del comunismo. Hoy no hay trabajo hay chamba, una forma de prostituir el concepto del valor trabajo, se “chambea”, se aparenta que se trabaja. Trabajar de verdad es anti económico, no hay efectivo, no hay transporte decente y si hay camiones que hacen esa función, el costo no se puede pagar con la remuneración, mucho menos comer en un restaurante popular, como siempre hizo el trabajador formal Solo el rebusque y la ayuda para algunos, de las remesas enviadas por la diáspora la salva del hambre, con unos precios de los productos básicos dolarizados El peor de los escenarios para el pueblo. Trabajar ya no paga.  El trabajo quedó abolido y en su lugar apareció esa aberración que llaman chamba.   

El significado de chamba en el diccionario:

(Probablemente del port. ant. chamba, pierna, en el sentido de zancarrón, patán.)
1. s. f. coloquial Acierto, circunstancia o acción que se produce por casualidad y es favorable de chamba consiguió que le aceptasen la solicitud. chiripa
2. Méx. Trabajo ocasional y mal remunerado está ocupado temporalmente en una chamba.
La chamba no es un trabajo, ellos lo saben, no les interesa promover el trabajo productivo sino las chambas ocasionales, mal remuneradas.


La reconstrucción de la nación venezolana, una vez que se supere este trauma, lo cual debe ocurrir más temprano que tarde,  no solo se  tiene que enfrentar el monstruo de una deuda  incuantificable , se  tienen que  volver tejer la red social de la producción y comercialización hoy deshilachada, se tiene revalorizar el concepto del trabajo, su utilidad como única palanca para salir de la pobreza, desarrollar una economía sana que permita  para  el trabajador una remuneración que equilibre la productividad, el costo de la vida y la posibilidad de ahorrar. No es una tarea fácil cuando grandes masas se han acostumbrado a no hacer nada ya vivir de la dádiva, de la chamba del Estado.

 Mucha de esa gente mal acostumbrada se ha marchado del país, ya lo que recibe del Estado no les sirve para vivir y cuando llegan a otra parte, solo tienen como habilidad laboral vivir de lo que han aprendido durante estos 20 años de socialismo: El no hacer nada y sustituir los obsequios del régimen por la caridad pública en los semáforos. Duro decirlo, pero real.


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