ESTOY PENSANDO EN EXILIARME, EN IRME LEJOS DE AQUÌ.
La historia de los pueblos es como una noria que da vueltas y
vueltas para siempre llegar al mismo punto.
Hay figuras interesantes,
olvidadas que merecen no solo nuestro recuerdo, nuestra memoria, sino el
reconocimiento y agradecimiento de los venezolanos.
Leoncio Martínez (Leo) caraqueño de alma y corazón
nació en 1888 y murió en 1941 Periodista, humorista, dibujante, poeta,
compositor de hermosas canciones como “Dama Antañona”, “Claves Rojos de Galipán”.
Como periodista, Leo se inicia en 1900, al
publicar en el periódico humorístico “La Linterna Mágica” sus
primeras ilustraciones. Luego, vienen las colaboraciones con caricaturas
políticas y en la famosa revista literaria, un poema titulado “No lo
asaltó la muerte pidiéndole a la vida”, dedicado a Julio Ruelas, pintor,
dibujante e ilustrador mexicano.
De 1908
datan las ilustraciones del Cojo Ilustrado, gran revista venezolana. En 1909
circula en el país el periódico “El Independiente” y Leo colabora
como caricaturista, donde uno de sus primeros dibujos le ocasiona la detención,
e igualmente lo publicado en el periódico “FRU-FRÜ”.
En lo
sucesivo, se distinguirá como uno de los periodistas más activos y hostilizados
por la dictadura de Juan Vicente Gómez y en los inicios liberales de del
régimen del General Eleazar López Contreras. En estos dos períodos, su obra se encuentra condensada en la
Revista “Fantoches”.
Leo se distinguió no solo por su verbo periodístico, empeñado en las libertades ciudadanas, sino también por ser un excelente poeta, un cuentista de bello estilo y profundo contenido venezolano y un crítico de arte.
Leo se distinguió no solo por su verbo periodístico, empeñado en las libertades ciudadanas, sino también por ser un excelente poeta, un cuentista de bello estilo y profundo contenido venezolano y un crítico de arte.
Entre
sus poemas encontramos como pieza inmortal de antología su “Balada del
Preso Insomne” escrito en una de sus temporadas en La Rotunda y El Hombre de
los Ojos de Gato”
En 1920, en plena dictadura de Juan Vicente Gómez, en la cárcel de
La Rotunda –donde se encontraba preso por soñar libertades– el caricaturista
Leoncio Martínez (Leo) escribe la “Balada del preso insomne”. Se trata de un
largo poema que, a pesar de estar escrito por un humorista, induce en el alma
venezolana que lo lee una infinita tristeza: esa que se nos instala en el
corazón cada vez que pensamos que nos merecemos un destino mejor.
El poema dice así:
“Estoy pensando en exiliarme en irme lejos de aquí. En
él, cuenta Leo que está pensando en buscar un lugar en el que brillen las
libertades que no encuentra en su país. Me vino a la memoria la balada cuando
millones de venezolanos, 90 años después piensan lo mismo:
. “¿y qué venezolano no lo ha pensado?”.
Quién no ha soñado con libertad, cuando las cadenas se hacen muy
pesadas.
Sigue el poema:
“Por adorar mis libertades esclavo en cadenas caí”.
Echa uno un vistazo sobre el pasado: casi todos los venezolanos de bien, desde
Miranda a esta parte, alguna vez tuvieron que largarse porque las adversidades
de esta política históricamente intolerante y arbitraria les impidió vivir en
paz.
“¡Oh, la bendita tierra extraña donde nadie sepa de
mí! En Dublín, mientras desayuno, un joven economista” -un chamo- “aparece con
ropa de trabajador de la construcción y aprovecha su tea time para abundar en
algo que no pudo comentarme el día de la función: que está trabajando en un
proyecto para salvar a Venezuela y que quiere compartirlo conmigo a ver qué
podemos hacer… y yo me aguanto las ganas de llorar.
“Estoy pensando en exiliarme me casaré con una miss.
En la noche, caminando por una calle con un frío que para un venezolano es
excesivo, una muchacha me ofrece un menú para comer steak on the stone y su
sonrisa al verme la delata y esta vez las lágrimas no se notan, porque Dublín
es un excelente sitio para llorar porque llueve siempre. ¿Qué hace esa niña
nuestra pasando frío en esa calle? ¿Qué locura de nuestro destino la llevó
hasta allí, tan solita, tan lejos de casa, de los que la quieren?
“Hablaré mal en otro idioma comeré bien otros menús.
La única esperanza que tengo es lo orgulloso que me siento de mis compatriotas,
del alma venezolana tan hermosa, de la sonrisa de mi gente bella que va a ver
un monólogo de humor y viene a abrazarme al final con lágrimas en los ojos y
uno los anima diciéndoles que todo va a estar bien. Cuando veo los miles de
colibríes que siguen librando la batalla de la bondad y el bien, del arte y la
cultura, que es la única “batalla” que habrá de salvarnos –porque nos
salvaremos-me siento orgulloso de ser venezolano”. Conmueve que a 90 años de
este poema siga vigente por la parte de las tiranías y la esperanza que nunca
puede morir:” Vamos bien”.
La muerte de Leo se le atribuye a una legendaria paliza, la cual según
las crónicas de la época se le atribuye a una orden del Dr., Rafael Caldera , quien estaba cansado de
las caricaturas de Leo y ejecutada la
paliza y destrucción de los talleres de impresión de “Fantoche” por el Dr.,
Pedro José Lara Peña, nativo de San Sebastián de los Reyes, ilustre abogado, el Dr. Carrillo Batalla, gran economista y
profesor de la Universidad el Dr.,
Lorenzo Fernández, Ministro y candidato presidencial, entre otros que
participaron en esta triste muestra de intolerancia con la libertad de expresión. Errores históricos de jóvenes estudiantes que marcan y jamás se olvidan.
“Yo no quiero morir definitivamente”, había
dicho en un verso. Sus sainetes, poemas, artículos, cuentos y humoradas son
difíciles de conseguir en una biblioteca, pero su nombre conserva siempre el
prestigio de la dignidad y el compromiso con una Venezuela libre de tiranos.
“Y ya muchos años más tarde,
muy cerca del año 2000,
mis nietos releyendo las fechas
de mi muerte y cuando nací,
repetirán lo que a sus padres
cien veces oyeron decir:
-¡y le darán cierta importancia!-
«el abuelo no era de aquí,
el abuelo era un exilado,
el abuelo era un infeliz,
el abuelo no tuvo patria,
no tuvo patria…
¡Y ellos sí!»
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