LA ANIQUILACIÓN DEL IDIOMA.
LA LENGUA ES LA PRIMERA EXPROPIACIÓN
La lengua no es inofensiva. Lo sabe George Orwell que denuncia su manipulación y malversación, uno de los crímenes impunes de nuestra sociedad.
El mejor ejemplo de nuestra desintegración
se refleja en la aniquilación del uso
del idioma, ya casi no se habla, se gruñe.
Muy
pocas veces las palabras han valido menos que hoy. Se trata de una paradoja,
puesto que cuanto más hablamos y escuchamos hablar menos parece valer lo que
decimos. En nuestro tiempo, el lenguaje no solo se utiliza para ocultar la
realidad, sino que nadie se hace responsable de lo que dice, por lo que ha
dejado de extrañarnos que alguien pueda afirmar hoy justo lo contrario de lo
que opinaba unos días atrás.
Se trata del uso de la lengua con indigencia, cambio
programado en el significado de las
palabras , sin los ricos matices del
castellano, se saquean sustantivos y adjetivos que se convierten en
muletillas y expresiones de moda como las palabras injerencismo,
empoderamiento, tema, género por solo nombrar algunas, se ignora el uso de los
sinónimos que reposan en esos cementerios de palabras en que se han convertido
hoy los diccionarios. La revolución chavista lo primero que expropió fue la lengua, la convirtió
en su instrumento perverso para dislocar la realidad e imponer su visión totalitaria.
Es en la actividad política y en
los medios de comunicación donde estos vicios han adquirido un descaro mayor. Las palabras se usan en su mayoría los
hombres públicos tienen cierta ligereza en contextos inadecuados, es una
licencia para controlar. El objetivo en la mayoría de los casos no es la comunicación,
ni la información es la manipulación para ocultar verdades, se usa a un psicólogo como Ministro de Información, no a un periodista o comunicador. Es el uso enfermizo
de la mentira , de eufemismos, de palabras que suenan al estilo rimbombante y entran en el
terreno de la ridiculez, casi siempre aderezadas de adjetivos ofensivos,
discriminatorios, con doble sentido y se mueven entre la ridiculización y el llamado a las hordas al linchamiento moral e incluso físico. La
palabra es un arma de guerra para destruir a los presuntos enemigos.
Muy lejos están los escritos y discursos de un
Jòvito Villalba, quizás nuestro más grande orador del siglo XX, de un Rafael
Caldera representación genuina de la erudición y la cultura que debería tener un político o un parlamentario. Los libros,
discursos y escritos periodísticos de Rómulo Betancourt, maestro en decir
verdades con de claridad de ideas, dichas con elegancia, incluso desempolvando
viejas palabras del castellano antiguo,
creando neologismos . Un político muy bien dotado en el uso del lenguaje para
exponer la realidad y un proyecto de país democrático que nos rigió por 40
años. Nos tocó vivir una época de figuras eminentes de la política, del pensamiento y
del buen uso del lenguaje eran Rómulo Gallegos, Arturo Uslar Pietri,
Andrés Eloy Blanco, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Raúl Leoni, Gustavo
Machado, Rafael Caldera, Pedro del
Corral, Manuel Egaña, Edgar Sanabria, Cecilia Núñez Sucre, Gonzalo Barrios, Luis
Beltrán Prieto Figueroa, Manuel Alfredo Rodrìguez y otros que con el tiempo han
alcanzado la altura de los próceres civiles. Todos tuvieron poder, vivieron
modestamente, murieron pobres y nos dejaron un legado de venezolanidad, leer
sus escritos, oír sus discursos es abrevar en una fuente del buen decir y el
mejor pensar de lo venezolano. Representan una fuerza ética y un modelo necesario en este desierto de valores
Hay
una anécdota de nuestra historia que refleja con claridad la importancia que tenía
en esa época el buen manejo de la lengua. En el año 1944 el Dr. Diógenes Escalante,
candidato a la presidencia por el medinismo, sufrió de una grave enfermedad mental , por
esta razón fue llamado como emergente el
Ministro de Agricultura de la época el Dr.
Angel Biaggini y su candidatura se
derrumbó ante la opinión pública por un error ortográfico, cometido en un escrito de felicitación
navideña en el diario Últimas Noticias. Ese vacío de candidatura
oficial del medinismo trajo como
consecuencia un golpe de Estado , conocido como la Revolución de octubre del 18
de octubre de 1945.
Hoy las cosas han cambiado tanto, pero para
mal, es muy difícil hablarle a las nuevas generaciones
de urbanidad, buenos modales, buen uso del lenguaje, cuando hay gobernantes que
no saben que el idioma es la mejor garantía de la convivencia ciudadana, de la compresión
mutua y es un instrumento esencial de la
democracia. Usar las tribunas del poder para el insulto, con un estilo de
portero de lupanar es casi normal, no hay excepciones, es un estilo que se
multiplica y se copia. La ocultación de la verdad , creer idiotas a los
receptores del mensaje. El uso la
descalificación sistemática de quien no piense igual o disienta, lo mismo
se aplica a un ciudadano común que a un mandatario de una nación, no hay ningún respeto, ni recato, creen que mientras màs ofenden tienen màs razón. Convierten nuestro idioma en un
medio de expresión de muy baja ralea, el
uso indiscriminado de la palabra soez, de expresiones muy pobres de contenido,
cargadas en la mayoría de las veces de
falacias, de resentimientos sociales e incluso de odios, sin entrar a enumerar
los horrores y las estupideces, para lo único que pueden servir es para
presentarlas como :”Lo que nunca debería decir si se quiere usar el idioma con
un mínimo de decencia y corrección “
Al mal uso del lenguaje debemos agregar todos
los vicios existentes en quienes ejercen el poder de manera absoluta y hegemónica,
sobre todo la violación sistemática de los DD.HH y la más negligente administración
pública de nuestra historia. La decadencia es total, integral y sistémica. Pero
a nivel idiomático es lo más cruel, pues se termina, por conclusión , que el lenguaje de los políticos con poder solo es
material de albañal.
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