UNA BORRACHERA DE 20 AÑOS
Un fracaso que tiene graves consecuencias
En 1998 llego la barbarie a
Miraflores, se otorgó poder legítimamente a un personaje incapaz de entender
los procesos históricos, creyó que solo el verbo demagógico y populista era
suficiente para gobernar a Venezuela, era tan débil que se dejó empalagar por Fidel Castro,
quien lo llevó de la mano a entregar la riqueza venezolana para que fuese
manejada desde la Habana.
Irresponsablemente como quien se saca una lotería
o se gana un premio no entendió la diferencia entre administrar la bonanza y
preparase para los tiempos de escasez .La bonanza petrolera alimentó la ilusión
de que los recursos financieros eran ilimitados, condujo a la desmesura y al
proceso de corrupción más grosero y pedestre de nuestra historia Se
otorgaron subsidios a propios y a extraños. En lugar de haber ahorrado
una parte de los ingresos extraordinarios, se incrementó el endeudamiento
externo. Se administró la época de abundancia con los criterios de un borracho en una bacanal,
en una orgia del derroche, el aquelarre
de la estupidez con dinero.
El narcisismo
generaba delirios de grandeza y
de pronto descubrió la palabra mágica EXPROPIESE, el derecho de propiedad quedó
expuesto a la facilidad con la cual el Comandante pronunciaba el vocablo, la
sociedad venezolana lo soportó, lo aplaudió y como siempre hizo chistes, pero a
nadie se ocurrió defender ese derecho fundamental, solo una mujer solitaria lo
increpó en el Congreso y le dijo que expropiar era robar, muchos le cayeron
encima a María Corina por su atrevimiento, pero fue un gesto de valentía dignidad en medio de tanta abyección y tolerancia
Los
socialistas enemigos declarados de la propiedad privada, del emprendimiento, de
la generación de riquezas y de la prosperidad colectiva; se dedicaron sistemáticamente
a destruir las empresas privadas, hubo
una proliferación de empresas estatales y un incremento desmesurado del número
de empleados públicos. Las consecuencias económicas de estas medidas
pudieron atenuarse parcialmente mientras duró el auge de los precios
internacionales del petróleo. El fin de la bonanza externa dejó en
evidencia el tamaño del perjuicio causado y la fragilidad de la economía
venezolana, dada su falta de diversificación y la dependencia total de un producto de extracción
Si bien el deterioro económico y
social había sido gradual, en los últimos cinco años ha adquirido proporciones
dramáticas. Los indicadores disponibles revelan una caída considerable en
el tamaño de la economía. Han desaparecido cerca de 500.000
empresas. La producción de petróleo es una fracción de la que existía en
1998. No obstante haberse fijado un aumento reciente, el salario mínimo
equivale a US$ 6 al mes.
En términos sociales, el deterioro es más que notorio. Se
estima que el sistema de salud ha retrocedido al nivel que teníamos en 1940
debido a la insuficiencia de equipos, de insumos y de medicamentos. La
falta de atención médica adecuada ha dado lugar a aumentos en los índices de
mortalidad, especialmente en enfermedades crónicas y materno-infantiles.
Ha reaparecido la incidencia de enfermedades tales como la malaria que habían
sido erradicadas en los años 30. La carencia de proteínas ha creado una
situación generalizada de desnutrición. Hay hambre en todos los estratos de la
sociedad Algo similar sucede en el sistema educativo. Niños que asisten
a la escuela sin comer. El colapso económico y social, ha dado lugar a un
fenómeno migratorio de unas dimensiones sin precedentes en América Latina. La
prosperidad del venezolano se trasmutó en miserias, gracias a la varita mágica del
socialismo del siglo XXI
Los
investigadores sociales se esfuerzan por evaluar la magnitud y las
implicaciones del impacto que ha tenido la implementación del modelo económico
y político cubano en Venezuela. Los historiadores del futuro tendrán el
reto de identificar las causas profundas que explican semejante fracaso social.
Pero todo
parte de una profunda equivocación de un pueblo fácil de engañar, que se dejó deslumbrar por las palabras,
han pasado 20 años y todavía no se aprende la lección, posiblemente hace
falta un poco más de miserias para despertar de esta larga borrachera. Venezuela nunca
será lo que fue, que llegue a ser lo que debería, depende de nosotros si
asimilamos la lección más cara de la historia.
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