¿VENEZUELA ES UN ESTADO FALLIDO?
El Estado venezolano no es capaz de satisfacer las necesidades,
las demandas sociales y económicas del pueblo. Parece que nos estamos
acostumbrando a soportar a un régimen inútil, manejado por inservibles y corruptos
burócratas, ya estamos formando parte del club de los Estados fallidos. Un
Estado que no nos sirve para nada bueno, a un costo demasiado elevado.
Venezuela desde hace tiempo cruzó el umbral de la
ingobernabilidad, combinada con la más cruel represión hacia los factores
opositores. Mano de seda para los delincuentes y puño de hierro para quienes se
opongan al régimen. La peor perversión es usar al delincuente como activista
político para generar miedo y permitirle que cometa los peores delitos si se
coloca una camiseta roja con la propaganda del gobierno. Se le dota de arma,
moto e impunidad.
Los delincuentes convertidos en actores políticos de la revolución
se disputan, centímetro a centímetro el control territorial, el dominio de los
espacios geográficos y el control de la economía subterránea (llamada en
Venezuela Bachaqueo). En mismo territorio coexisten colectivos de inspiración
socialista con malandros, psicópatas, distribuidores de drogas, vendedores de
productos acaparados, policías, Guardias Nacionales. Paralelamente todos estos
actores se alimentan en la corrupción “institucionalizada” en la práctica. Cobran
sus propios impuestos, “matraquean”, imponen su propia justicia, aplican la pena
de muerte, entremezclan la ilegalidad con la débil acción del Estado
representada por funcionarios cooptados por el delito. Hay bandas que controlan amplias zonas del paìs, carreteras por las cuales no se puede circular, las calles de ciudades y pueblos parecen cementerios despuès de las cinco de la tarde. El miedo domina en todo el territorio nacional
El Estado resulta incapaz de asegurar la vida, los bienes y
la tranquilidad de los ciudadanos y comparte su responsabilidad con
delincuentes, hay una informalidad institucional, una fragmentación social,
donde el Estado en la práctica está fracturado por la corrupción y la
violencia, lo cual es una negación deliberada de su esencia y definitivamente
no cumple su mandato constitucional de preservar el orden político e
institucional de la Republica. Cada quien entiende lo público como una
extensión de sus intereses particulares, el Estado y su patrimonio se confunde
con las carteras y las cuentas bancarias de los funcionarios. La nación termina
sumida en una anarquía dirigida para evitar tener que respetar las reglas de la
vida decente en la sociedad. Cada
funcionario de acuerdo a su nivel de poder juega a utilizar el poder coercitivo
del Estado para presionar al ciudadano para que entre en el perverso juego de
comprar sus decisiones, silencios y complicidades.
La institucionalidad
es inexistente, el régimen político es frágil, el Estado es débil para cumplir
sus obligaciones, pero poderosamente represivo para controlar a la ciudadanía.
Los funcionarios en su gran mayoría han abandonado las rutinarias tareas de la
administración pública para dedicarse a la gestión de sus propios negocios,
todos derivados de su posición privilegiada como funcionario del Estado, al
tener información privilegiada y en muchos casos el poder para decidir a favor
o en contra.
En Venezuela hay una
profunda crisis sistémica que abarca todos los factores institucionales, económicos
y sociales. Una crisis de gobernabilidad que se manifiesta por la incapacidad
de enfrentar con eficiencia el descontento y la presión social de los
gobernados y se acumulan los problemas sin que existan soluciones reales. Solo
queda el uso de represión en todos sus grados
El régimen de Maduro
es el primer obstáculo al progreso de la nación, no solo es un mal gobierno,
sino un gobierno del mal.
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