LA NECESARIA REVUELTA
HISTÓRICA.
Si el régimen de Maduro es
culpable de esta catástrofe, los factores opositores serían responsables de su
prolongación en el tiempo.
En la Venezuela de hoy el
tiempo y la vida están marcados por un estado de agitación social, de traumas,
de frustraciones, de revueltas abiertas y silenciosas, revueltas cortas,
inmediatas que percibimos en grandes
manifestaciones que se extienden por imitación,, desde los saqueos y el pillaje
hasta episodios como los vividos el año pasado en Venezuela con un resultado de
148 muertes y súbitamente pasan de la catarsis social al estado catatónico de aparente quietud,
generado por el miedo a morir en manos de unos esbirros uniformados o terminar
torturado y preso en los sótanos y calabozos de la dictadura. La revuelta
inmediata es el resultado de una profunda crisis sistémica y cumple la función
de válvula de escape de la olla de presión social en que vivimos.
Pasada la oleada de la protesta anárquica, de
la revuelta inmediata, de esa erupción volcánica de un pueblo obstinado por los
males económicos, sociales y políticos se desarrolla silenciosamente la
REVUELTA HISTORICA.
La diferencia entre las dos
revueltas, es que la histórica es capaz
de unir lo que normalmente esta dividido por intereses diversos, personales o
ideológicos. El instinto de supervivencia hace presente un sentido de unidad,
de articulación entre diversos actores que normalmente está ausente o en estado
latente, pero la necesidad despierta.
Las revueltas históricas son mas largas, en
muchos casos son casi imperceptible, pero son como un acido que corroe lentamente,
pero con absoluta eficacia, no hay fuerza que la pueda detener, porque la
revuelta histórica responde al principio de la viabilidad social, a la
capacidad colectiva de transformación de la realidad, lo que podríamos llamar
como la inconformidad social con un presente que asfixia y el imperativo de un
futuro por construir.
Las revueltas históricas han generado los
grandes cambios de la humanidad desde la tribu primitiva hasta la sociedad
posmoderna y tecnológica, del arado a la computadora, de la talla de la piedra
al dominio del espacio, del Feudalismo a la Republica Democrática
Contemporánea. No hay manera de congelar la historia en su evolución normal.
Hay paréntesis de retroceso y estancamiento, hay naciones que avanzan más
rápido y otras que parece que están todavía en la prehistoria, pero la
tendencia natural del hombre es la evolución positiva.
Políticamente el orden
establecido para el control de la sociedad siempre ha sido resultado del
dominio de las armas y el direccionamiento de la violencia. La diferencia es
que quienes tienen el control de las armas en una nación civilizada están
sometidas a los civiles desarmados y no son árbitros de la vida ciudadana, se
dedican a sus funciones militares, no son políticos, ni gestores de la
actividad economía, su labor es resguardar a la sociedad de la violencia y
preservar el orden establecido en el pacto o contrato social denominado
Constitución, lo cual garantiza la convivencia civilizada.
La Republica Civil es la meta que tenemos los
venezolanos desde el año 1811, es un proceso muy largo, con sus periodos de
estancamiento e incluso de retroceso, la implantación de la Republica Civil nos
ha costado muchos sacrificios, siempre hay enemigos de la democracia civil
entre los partidarios del militarismo en sus diversas manifestaciones, los
radicales de izquierda y la derecha.
Hoy el poder político de Venezuela esta en
manos de la izquierda radical con predominio de las teorías marxista-
leninistas, con una alianza oportunista y pragmática con el militarismo que
garantiza el uso de las armas al servicio de un proyecto político y no de la
República. Las políticas aplicadas durante los últimos 20 años han combinado el
marxismo, el capitalismo de estado y el socialismo comunitario, como siempre
han cumplido su destino histórico para destrucción del orden establecido,
desmantelando la economía, controlando de manera totalitaria la vida económica
, social y política, evidenciando una vez más
que el marxismo, el populismo, el estatismo socializante no sirve para
organizar una sociedad eficiente que funcione en favor del ciudadano, son
eficaces en imponer el desorden, incluso utilizando el terror.
El Estado revolucionario siempre se convierte
en un aparato autoritario separado de los intereses de la gente, se imponen
sobre la nación con la lógica de la guerra que trata a quienes se le oponen
como enemigos a neutralizar por todos los medios a su alcance. No
escatiman en escrúpulos, todo es válido
si le sirve para imponer a la sociedad su fracasado modelo de “sociedad
perfecta”.
Ellos afirman con absoluto cinismo que la
“sociedad vieja está muriendo, pero la nueva sociedad todavía no nace” y que
todos los sacrificios del pueblo, incluso el hambre y las miserias se
justifican por esa nueva sociedad que están construyendo como utopía, mientras
la única y verdadera realidad es que solo han destruido las instituciones, la
economía y el tejido social de la nación venezolana. Han logrado una igualdad
en la pobreza, cumplen con la ley de toda revolución política, masacrar el
progreso y la prosperidad, para ellos es un mal menor hay que asumirlo como un
costo para poder disfrutar en un futuro de una nueva sociedad sin explotados,
ni explotadores.
Las experiencias del socialismo colectivistas
de la URSS, de la Europa Oriental, de Cuba y ahora de la Venezuela permiten
dibujar una hipótesis muy clara del fracaso de este proyecto como solución a
los problemas de la humanidad, es evidente que la transformación positiva del
mundo no esta en manos de los llamados comunistas o socialistas radicales. Las
tragedias sociales vividas por todas las naciones en que ha implementado este
modelo indican que la REVUELTA HISTORICA se está abriendo paso lenta y
fragmentariamente, con altas y bajas secuencias donde el desafío es inventar
una política a distancia del estatismo asfixiante impuesto por el populismo, el
capitalismo de estado y el socialismo marxistoide. Una revolución mental y
cultural que supere los mecanismos de subordinación al poder. El Estado no
puede estar por encima de la sociedad, el Estado es una forma de organización
social, no un fin en sí mismo. El gran desafío es pensar en la articulación
equilibrada de la política (Estado, Poder, Sociedad, Gente) Una ecuación donde
todos los términos concluyan en priorizar al ciudadano.
Cuando hablamos de ciudadano lo entendemos
como un sujeto participativo que no reduce su actividad política a pedir cosas
a quienes detentan el poder, sino que es capaz de crear instancias de una nueva
realidad (Nuevos valores, nuevas relaciones sociales, nueva humanidad). Los
partidos y movimientos políticos tienen que adecuar sus estructuras,
organización y programas a esa nueva concepción de la política.
Las formas de
pensar (Delegación y Representación) si se mantienen vigentes es porque la
sociedad no ha sido capaz de crear las nuevas figuras conceptuales y
organizativas para una nueva sociedad. El problema no es simplemente salir del
régimen marxista que destruyó la sociedad y las instituciones y no tiene la
capacidad de sustituirlas por lo nuevo que proclaman como la sociedad perfecta,
es tener la inteligencia y la capacidad para aprovechar lo bueno de la sociedad
destruida, ese sistema de capitalismo de estado, populista bien sea democrático
o radical socialista no funciona y tiene trágicas consecuencias. La superación
de la crisis no debe servir para retroceder a las viejas estructuras de lo que
mal llaman cuarta República, sino para el avance que nos permita en corto
tiempo acortar los años perdidos.
El mayor enemigo de
este cambio somos nosotros mismos, nuestra impaciencia, nuestra inconstancia,
el miedo a lo desconocido, nuestra comodidad al esperar que un cambio de
paradigma se efectúe con los mismos parámetros tradicionales de la delegación,
del liderazgo carismático, del llamado mesianismo, de la dádiva y el reparto
populista. Se requiere un cambio cultural, además mucho coraje y tenacidad, un
convencimiento muy claro para saber exactamente para dónde vamos. Eso se llama
cultura política y es nuestra mayor carencia.
Sería otro fracaso histórico seguir sumando
tiempo perdido para recaer en las viejas respuestas y no aprovechar que hemos
tocado fondo para tomar un impulso definitivo que nos coloque en una mejor
sociedad con una mejor política, con un Estado para servir y no para ser
servido. Hay que cambiar la dirección de la brújula. Para esta nueva concepción
de la política no hay recetas, ni atajos. La clave está en la capacidad de
invención conscientes que las teorías aplicadas hasta hoy no funcionan. Se
entiende que la angustia del pueblo lo puede llevar a cometer los mismos
errores, a la aplicación de las mismas aparentes soluciones. Las carencias, el
hambre, las necesidades insatisfechas son graves impedimentos que frenan la
posibilidad de encontrar la mejor salida. El inmediatismo ciego nos lleva a
repetir en un circulo perverso, una y otra vez los mismos errores, como el Mito
de Sísifo, quien una y otra vez subía la montaña atado a una piedra y volvía a
caer para volver a empezar y así hasta el infinito. Hay que romper ese círculo
de perversidad.
Organizar y
articular la rabia contenida, la energía negativa que produce la infelicidad,
catalizar una esperanza que hoy casi no existe. Darle dirección positiva hacia
objetivos concretos, la búsqueda del cambio posible sin perder la meta final de
una sociedad y un Estado diferente al actual y a lo anterior.
La verdad sobre lo
que podemos ser depende de nosotros, tenemos que estar de acuerdo, lo que
tenemos hoy no nos sirve y volver simplemente al pasado es un desperdicio de
oportunidades y tiempo.
Venezuela reclama la construcción de una
Republica Civil con un sistema económico que se fundamente en la libertad, el
respeto a la propiedad privada, la apertura al mercado, que produzca riqueza y no
simplemente que la distribuya mal, una Venezuela alejada del populismo. Aplicar una política social que erradique la pobreza.
Es urgente aplicar tolerancia cero a la corrupción. Desarrollar una democracia eficiente
y una seguridad inteligente que ponga orden y controle al delincuente.
Necesitamos dar el primer paso en esa
dirección y debemos ponernos de acuerdo todos, de lo contrario el tiempo de
sufrimiento de los venezolanos se prolongará innecesariamente y si el régimen
de Maduro es culpable de esta catástrofe, los factores opositores serían
responsables de su prolongación en el tiempo.
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