Venezuela desde la colonia hasta hoy ha sido mina y un pozo de petróleo , actividades extractoras y depredadoras ayer y hoy peor con mayor frenesí Allí radica la raíz de nuestro fracaso.
La negación al llamado a" Sembrar el petroleo" hecho por Alberto Adriani y editorializado por el Dr. Arturo Uslar Pietri en 1936. Es una frase que ha marcado nuestro destino, parece que estamos condenados a repetir los errores y a no aprovechar un recurso que Dios nos otorgó en abundacia.
LA PROFUNDA CRISIS NACIONAL ES EL COMIENZO DEL FIN O PRINCIPIO DEL FUTURO
El fracaso venezolano se puede
explicar de muchas maneras, bajo diversas ópticas pero el aspecto fundamental
para bordar el problema con claridad es que Venezuela en la década de los años veinte se convirtió
en un país centrado en las actividades extractivas, fundamentalmente el
petróleo, se hizo una nación dependiente de factura petrolera. Hasta llegar a
la condición de monoproductor absoluto, todos los intentos por diversificar la
economía fracasaron, jamás se utilizó el ingreso petrolero como palanca y ventaja
competitiva, nos limitamos a vivir de la renta, se hizo más fácil importar que
producir.
UN PRIMER PAÍS
Había un país con una población de
unos cuatro millones de habitantes, en su mayoría vivían en las zonas rurales,
se ocupaban de actividades agrícolas, ganaderas y pesqueras, era un país de
analfabetas. El ingreso promedio por habitante era inferior a los 900 bolívares de la época, el total de circulante
no pasaba de 800 millones con unas reservas en el Banco Central de Venezuela de
190 millones de dólares, la inflación era desconocida, los índices de precios
no cambiaban. Las reservas provenían del “jugo de la tierra”, el cual se colocaba en el comercio
internacional a razón de 1,05 dólares por barril, el valor de la exportaciones
eran de un poco más de 320 millones de dólares , a un tipo de cambio de 3.35
bolívares por dólar.
Venezuela era un polo de atracción
para inmigración y jamás se le cerró las puertas a nadie.
El Estado era dirigido por un gobierno
pequeño, que prestaba los servicios
esenciales al pueblo como salud, educación, seguridad, servicios públicos
eficientemente con un gasto anual de unos 580 millones con un ingreso de 660
millones y con un superávit fiscal de unos 80 millones. Un gobierno austero que
no gastaba más de lo que le ingresaba, por esa simple razón no había inflación,
la moneda tenía poder adquisitivo una familia hacia un buen mercado con 10
bolívares, los hospitales funcionaban con eficiencia, la educación pública era
mejor que la privada En ese país me tocó nacer y crecer, estudiar, empezar a
trabajar, casarme, tener mi casa, mi carro, tener hijos con el sueldo de profesor, no se era rico pero se vivía si
aprietos económicos, no se necesitaban seguros
contra robos, ni era necesario contratar seguros de salud. El país
humilde funcionaba, si lujos pero con decencia.
UN SEGUNDO PAÍS
Ese mismo país con el transcurrir de
los años llegó a tener 20 millones de
habitantes, de los cuales el 80% vivía en las ciudades y trabajaba
mayoritariamente en el sector terciario (Comercio, banca, finanzas, servicios).
El analfabetismo no llegaba al 10% de la población, la matrícula universitaria
cubría a millones de estudiantes, en su mayoría en universidades públicas, gratuitas y gran calidad. Se
llegaron a otorgar becas miles de
estudiantes venezolanos par cursar estudios en las mejores universidades del
mundo. Se construyeron grandes obras de infraestructura que generaban un
orgullo de pertenecía, las madres de los países vecinos venían a Venezuela a
parir porque ser venezolanos era una garantía de bienestar y progreso. Los
exilados de los países que padecían dictaduras tenían las puertas abiertas, los
hermanos de Latinoamérica encontraban trabajos dignos y bien remunerados Éramos
un polo de atracción para el mundo entero, a pesar de que en los últimos años
se e empezaba a notar un desgaste del sistema político y un deterioro de la
vida económica
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NO HAY EXCUSA PARA UN PAÍS QUE RECIBIÓ MAS DE UN MILLÓN DE MILLONES DE DOLARES QUE ESTE EN LA SITUACIÓN ACTUAL DE MISERIA QUE HOY PADECE VENEZUELA |
El ingreso por habitante era de más de
133.000 bolívares anuales con un cambio por dólar de 4.30 el promedio era de un
poco más de 30.000 dólares anuales, unos 2500 dólares mensuales con un total de
circulante de 360.000 millones con unas reservas en el BCV de más 13.200
millones de dólares. Esa enorme cantidad de reservas en dólares se había
logrado por la venta de unos 700.000 barriles diarios de petróleo a un precio
que oscilaba entre 16 y 20 dólares por barril.
En el año 1975 se produjo un proceso de
nacionalización de la industria petrolera y minera, el Estado asumió la
propiedad, el control total de toda la actividad extractiva, por lo tanto del control y
distribución del ingreso nacional. Quien administraba el Estado pasaba a ser el
gran padre distribuidor, lo cual generó un distorsión muy grave en nuestra
estructura económica, social y política, quien ganaba unas elecciones era el dueño
de la riqueza nacional, la corrupción apareció en dimensiones desconocidas
hasta esa época, por primera vez se empezó a padecer de inflación y la moneda
venezolana empezó a perder valor. Llegamos en 1991 a un 30% de inflación, con
una deuda pública de un poco más de
30.000 dólares, a pesar del crecimiento geométrico de los ingresos
presentábamos un déficit fiscal en el orden de 750.000 de bolívares, Un
crecimiento burocrático que hizo del Estado paquidermo ineficiente y caro.
Aunque resulte paradójico la nacionalización del
petróleo y los ingresos extraordinarios producto de la crisis del Medio Oriente
generaron desequilibrios y problemas, lo que para cualquier otra nación hubiese
sido un año de fiesta aquí se convirtió en una tragedia, los ingresos petroleros
pasaban a manos de Estado pero la población perdía su capacidad de ahorro, la
moneda perdía poder de compra cien bolívares de 1945 se redujo 1.83 Bs. en
1991. En otras palabras en 1991 se necesitaban 100 Bs. para comprar lo mismo
que se comprada con 1,83 en 1945, en 47 años la moneda venezolana perdió el 98%
de su valor
UN TERCER PAÍS.
Hay un país con unos 32 millones de habitantes
con un 80% viviendo en las ciudades con niveles de pobreza de un 90% Con el
ingreso por habitante más bajo del mundo, con una inflación de más del
1000% Seguimos dependiendo en un .95% de la venta del hidrocarburo en su
captación de divisas, durante los últimos tres años, la merma de los ingresos
en divisas ha sido una constante. Entre 2014 y 2015 los ingresos por la renta
petrolera pasaron de 39.716 millones de dólares a 13.236 millones; mientras que
en 2016 batieron un nuevo record a la baja: 5.291 millones. Esta es sin lugar a
dudas la peor caída de la última década.
Hay que tomar en consideración que entre
1999 y 2015 los gobiernos -primero de Hugo Chávez y luego Nicolás Maduro- han
administrado poco más de 2 billones de dólares, una cantidad de dinero que “si
se arma una torre de billetes de 100 dólares se puede alcanzar la distancia que
hay entre la tierra y la luna ocho veces”, dice una investigación realizada por
un ex analista financiero con datos del Banco Central de Venezuela (BCV).
El cálculo incluye
lo ingresado por cuatro vías: exportaciones petroleras; los tributos directos e
“indirectos”, dividendos de PDVSA y utilidades del BCV; las emisiones de bonos
y créditos diversos al Estado y sus entes, así como la emisión inorgánica de
dinero del BCV.
En el documento
“Venezuela en cifras: nuestra transición al socialismo”, del Ministerio de
Planificación, el Gobierno reconoce 1,2 billones de dólares como ingresos entre
1999 y 2014, producto de las exportaciones petroleras, la administración
central, gobernaciones, alcaldías y el Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden).
¿Qué pasó con lo
ingresado en esa época de “vacas gordas”? ¿Por qué Venezuela pasó de la bonanza
al “Dios proveerá”?
Hoy, la dimensión económica de Venezuela es 35 por ciento menor
a la que teníamos en 2013 y el producto per cápita es 40 por ciento menor
ubicándose a niveles de 1952. Hemos perdido entonces 65 años.
Tenemos la inflación más alta del mundo. El incremento de
precios de las últimas cuatro semanas, representaría al año, según R. Hausmann,
una inflación anual de 23 mil por ciento. Cincuenta por ciento de las familias
venezolanas comen menos de tres veces al día. La pobreza afecta ya al 82 por
ciento de los venezolanos, que hasta de peso corporal han disminuido. Al dólar
libre, el sueldo mínimo de los venezolanos no pasa de 6 dólares al mes, con
tendencia a bajar. Hemos llegado al límite que mide la pobreza en el
mundo.
La reducción de las importaciones desde 2012 es de 80 por
ciento. El recorte de divisas al sector privado es de 90 por ciento desde 2012.
Vivimos la peor estanflación experimentada por un país en América Latina y para colmo de males la peor hiperinflacion del mundo . En
2018 se estima un decrecimiento del PIB de 25 por ciento, que se acentuará a finales del 2018 si no hay un cambio de rumbo. Esta situación para Moisés Naim “no es
sostenible” y ya la vivimos con todas sus consecuencias.
Experimentamos entonces una crisis estructural tan grave, que se
pone en duda su continuación como nación Padecemos una enfermedad cada vez más aguda en
las relaciones de propiedad, producción, asignación y reproducción de la
riqueza nacional. Lo de Venezuela no es una simple recesión, sino una
catástrofe estructural, un caos económico que tiende a agravarse si la sociedad
venezolana no reacciona debidamente. Estamos recogiendo los frutos indeseables
del socialismo del siglo XXI, con su carga de ineficiencia y odio a sus
adversarios. Requerimos urgentemente un cambio de modelo político y no
simplemente de gobierno. Se requiere para ello la ayuda de países amigos,
cuando tenemos la peor posición internacional desde 1903.Casi dejamos de existir como nación solo quedan las minas del Sur y los restos de la producción petrolera, reducida a su mínima expresión con incompetencia en el manejo de PDVSA, hoy convertida en caja chica del régimen.
Estamos al borde de la cesación de pagos de la inmensa deuda que
hemos contraído, en medio de sanciones internacionales. Experimentamos la peor catástrofe
económica de un país en tiempos de paz, gracias a la posición equivocada de un
régimen, empeñado en acabar con la libertad económica y el mercado en pleno
siglo XXI. Cuando conmemoramos un siglo del prolongado fracaso del socialismo
marxista-leninista en todo el mundo, en la patria de Bolívar en medio de los
mayores fracasos y penurias, es inaudito que se pretenda revivirlo de espaldas
a la historia. El cambio de régimen y de modelo político en Venezuela es
urgente. Después vendrán las salidas electorales justas y transparentes. Por
ahora estas son simples quimeras.
La primera y única prioridad es salir de este barrial donde estamos atascados y hundiéndonos todos , no hay espacio para luchas intestinas, ni ideológicas, ni derechas, ni centro, ni de izquierda , hay un solo objetivo en unidad salir del caos hecho gobierno, sin ese primer paso todo es en vano. Por lo tanto no se entiende una lucha a muerte entre factores opositores,cuando la urgencia histórica no es imponer un punto de vista, sino un consenso nacional con un programa básico que permita iniciar la reconstrucción nacional de inmediato. Ese es mandato claro de la mayoría de los venezolanos y así lo deben entender los partidos y movimientos opositores, Hay que sacrificar justas aspiraciones, programas propios, puntos de vista,ya tendremos tiempo en democracia, hoy solo hay una meta SALIR DE ESTE RÉGIMEN AL COSTO MAS BAJO. Para mañana es tarde.
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