Siempre se puede estar peor
Ya no es tiempo de elecciones, no por
abstencionismo, sino por una pequeña dosis de racionalidad, objetividad y
dignidad. Estamos tan entrampados que la salida lògica ya no funciona, a menos que haya un intervenciòn total del sistema electoral que garantice un resultado limpio de trampas y triquiñuelas. Situaciòn que muy difícilmente permite el règimen. A menos que la presiòn sea de tal dimensiòn que los doblegue y los obligue.
Es evidente que el caos y el desastre en que
vive Venezuela hoy, no son suficiente para sacar al régimen de Maduro, estamos
en presencia de un proceso de retroalimentación política que es a la inversa de los procesos lógicos. A mayor caos y destrucción más sustentabilidad del régimen.Es lo que algunos llman LA TEORÌA DEL CAOS. La pregunta es si ese caos es de generaciòn espontánea o producto de un plan preconcebido.
Es
un orden bizarro que solo puede ser comprendido desde la teoría del Caos y sus
siete leyes fundamentales. Un aparente desorden que tiene su hilo
conductor en un evitar que domine el
pensamiento racional, no hay manera de dar una respuesta o una solución al aparente
caos, las fuerzas opositoras pierden su coherencia, sus estrategias se estrellan
con la irracionalidad que domina todos los espacios de la sociedad. Es un estado
de ANOMIA que adormece, anestesia, droga
a la sociedad para que nada afecte el desorden. Es más, la gente termina acostumbrándose
a un caos donde no hay ni los objetos y ni los servicios más elementales para desarrollar una vida
decente.
EL DOMINIO DEL CAOS.
Esto es lo que explica por qué no estalla Venezuela y un ser inútil aspire a seguir desgobernando. Se perdieron todos los valores que sustentan la vida social a pocos le importa que todas las cosas funcionen a la inversa por ejemplo: PDVSA importa gasolina, en las panaderías no hay pan, en las farmacias no hay medicinas, en los bancos no hay dinero, en los mercados no hay comida, en las calles no hay transporte, el salario no sirve para vivir, el estudiar no significa progreso. La comida no se produce, se importa y no hay divisas. Hiperinflación, inseguridad. Hay un panorama peor, podemos afirmar que sí.
Esto es lo que explica por qué no estalla Venezuela y un ser inútil aspire a seguir desgobernando. Se perdieron todos los valores que sustentan la vida social a pocos le importa que todas las cosas funcionen a la inversa por ejemplo: PDVSA importa gasolina, en las panaderías no hay pan, en las farmacias no hay medicinas, en los bancos no hay dinero, en los mercados no hay comida, en las calles no hay transporte, el salario no sirve para vivir, el estudiar no significa progreso. La comida no se produce, se importa y no hay divisas. Hiperinflación, inseguridad. Hay un panorama peor, podemos afirmar que sí.
El único elemento que funciona para resolver
la irracionalidad de la escasez de todo en la vida venezolana es comprobar tu filiación
incondicional al caos político social mediante una identificación que se llama “carnet de la patria”. Se asocia el
concepto de patria con el caos
programado y se usa como chantaje social, solo se salvan los que tiene ese plástico
mágico.
Vivir en el caos obliga a una auto
organización que va creando formas sociales de convivencia adaptadas a la
nuevas mutaciones sociales, si eso no se hace la persona puede terminar con un
profundo desequilibrio psicológico
generado por el rechazo a esa forma absurda de vida, por esa razón se produce
el éxodo de millones de inadaptados a esta forma de sobrevivir. El nuevo hombre
de la revolución es un animal domesticado por el hambre y el miedo.
En el marco de una estado democrático cuya razón de ser es el bienestar
de la población el 5% de lo que ocurre
en Venezuela hoy conlleva la salida inmediata del gobierno por cualquier vía.
En el caso venezolano no es el bienestar de la población su razón de ser, sino
la consolidación de un proyecto político para la demolición institucional de la
República y el desmoronamiento psicológico del venezolano. Por esta razón cada día
que pasa es peor, porque así es como se consolida el proyecto revolucionario. Para
ellos todo funciona correctamente, es un desgobierno programado.
Las elecciones en este desconcierto político
social es un accidente tolerado por el régimen hasta que signifique colocar en
peligro las mutaciones revolucionarias. El desbarajuste tiene el poder para
crear un mundo “institucional”, paralelo que arrebata por la vía de hecho
cualquier triunfo opositor. Si pierden el Poder Legislativo (A.N.) se inventan
una ANC ilegitima que funciona a lo
interno, si pierden electoralmente una gobernación
o una Alcaldía nombran una ridícula, pero perversa figura que llaman "protector" que asume las funciones fácticas del poder local. Es una manera de castrar la Soberanía
Popular y más grave aún, el estado anomia contribuye a la tolerancia de estos
hechos por parte los algunos factores políticos y de misma
sociedad. Hay excepciones esperanzadoras como lo ocurrido en la Gobernación del
Zulia, un político ganador de la gobernación pone por encima del pragmatismo
rampante y abyecto los principios y la dignidad, nos referimos a Juan Pablo Guanipa quien se convierte en un referente de
decencia política en medio la gran letrina nacional.
Ya no hay manera de lograr hoy en Venezuela un cambio por vía electoral,
es un camino cerrado porque el régimen perdió
el sentido “gatopardiano” al aparentar democracia y alternabilidad, saben
que una elección libre las pierde y ahora organizan el fraude continuado en abierto y con total
descaro. No es un problema de contarse como debe ser en cualquier democracia,
es quien cuenta, como cuentan y quien garantiza el resultado de la cuenta.
La única posibilidad que hay en Venezuela de
frenar el caos con forma de gobierno es una contundente presión internacional
que arrodille las Fuerzas Armadas, real sostén del régimen. Esa presión conjuntamente
con una resistencia activa de la sociedad venezolana puede generar un cambio. Los
grados de esa presión nacional e
internacional dependerían de reacomodos a lo interno de los factores del
gobierno.
Disuadir antes que invadir.es la clave
Ya no es tiempo de elecciones, no por
abstencionismo, sino por una dosis de racionalidad, objetividad y dignidad.
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