HAY UN MANDATO HISTÓRICO
Estamos
obligados superar la visión envilecedora que nos condena a la mediocridad.
Hay un mandato moral para encontrarnos con la Venezuela posible, más allá de los reconocidos errores de la MUD, vamos a darle hoy un abrazo a esa Venezuela que agoniza y a manifestar que de esa lucha renacerá como el ave fénix la Venezuela que se resiste a un triste fin, la que no se entrega, la que siempre ha estado en resistencia frente a la invasión. Vamos a darle un parado a esta racha de pobreza moral, intelectual y cultural en que ha pretendido hundir a nuestro país. No es posible quedarse impávidos cuando podemos hacer algo.
La historia de nuestro país no empezó el 4 de febrero, ni es correcto hablar de "Quinta República”, Venezuela es una sola República desde 1811 hasta que llegaron sus demoledores.
Si de nuestra historia, de nuestros dolores, de nuestras luchas y quebrantos, de nuestros triunfos y fracasos nos aprendemos ninguna lección, no hay que creer que la vamos aprender en otra parte. Es aquí y ahora cuando podemos actuar, el pasado con lo bueno y malo pasó y nos debería dejar una experiencia para construir el futuro.
Ya está bueno de apostar al fracaso y creer que estamos condenados a vivir lo peor de la realidad universal, a ser los últimos en las grandes realizaciones y los primeros en lo pésimo. Esa visión envilecedora la introdujo el empoderamiento de la mediocridad como forma gobierno, esa falsa creencia nos trajo las amarguras de hoy, la larga cadena de frustraciones, dejamos crecer el cáncer de la perversión y estamos obligados por conciencia de venezolanidad a superar esta peligrosa de decadencia de nuestra conciencia colectiva. Tenemos que reencontrarnos con lo hemos sido positivamente con nuestra historia de generosidad, de elevación, de valores que hoy están ocultos por la condición anomia que vivimos.
Venezuela es mucho más que una banda de forajidos, está más allá de tanta incompetencia e ignorancia con poder, no podemos, siendo la Patria que parió a un Simón Bolívar, un Andrés Bello, un Francisco de Miranda un Jacinto Convit, un Arnoldo Gabaldòn, a un Rómulo Gallegos, por solo nombrar algunos, permitir que nuestro destino como nación siga en manos de un Maduro, o de un Diosdado, de una manada de ineptos para lo bueno y hábiles para las bellaquerías.
Después de ser la cabeza del mundo en grandes realizaciones, en calidad de vida, en prosperidad es imposible que nos acostumbremos vivir en la miseria, en la escasez de hoy.
Venezuela nos llama a todos, de buena fe, para iniciar el proceso de reconstrucción espiritual y material, pero primero hay que apartar algunos peñones en el camino, abrir una brecha en medio del derrumbe que tapó el camino y nos impide seguir adelante. Este es momento si queremos evitar a tiempo que este accidente vergonzoso de nuestra historia nos termine de hundir. Sabes lo que debes hacer para bien de Venezuela.
Primero superar el pesimismo y modificar
nuestra actitud exageradamente pasiva.
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