Merecemos una Venezuela diferente.

        NOS PONEMOS DE ACUERDO O NOS RESIGNAMOS.

Al leer algunos mensajes que me llegan reflexiono sobre lo que estamos escribiendo, tengo que reconocer que la información negativa  abunda, cuando leo la prensa busco las buenas noticias y casi no las veo, nuestras publicaciones  sobre los valles del Tuy solo traen muerte, robos, secuestros, escasez, pobreza, ya sabemos que por esa vía muy pocas cosas buenas nos pueden llegar, pero la culpa de este síndrome no son los medios es la realidad que se ha hecho muy cruel y hay muy pocas cosas  buenas que informar.
 Cuando me adentro en las redes noto que sobran en algunos muros las descalificaciones como argumentos, los insultos personales sustituyen los razonamientos, tiene uno la sensación de vivir en medio de un país en explosión, donde la presión psicológica no nos permite pensar con calma y cualquier opinión contraria a nuestro pensamiento genera reacciones desproporcionadas y destempladas. Es un deporte nacional despotricar.

 La cultura del autoritarismo se impone, la tolerancia, la democracia, el pluralismo y el respeto a las opiniones divergentes solo forman parte de una teoría inacabada, de una memoria endulzada. La realidad es que en nuestro ADN el autoritarismo está presente y lo que no nos gusta lo tomamos como una ofensa personal y estamos convencidos que descalificando y ofendiendo ganamos la contienda, una muestra de contemporizar se toma como cobardía, traición, claudicación. Hay que imponerse y mandar a lavarse a cualquiera que no esté de acuerdo con lo que pienso, ese patrón cultural nos ha hecho mucho daño.
 Si bien es cierto que a quien lo” picó culebra, bejuco le para el pelo”  hay que buscar de bajarle el tono al poder destructor de nuestra palabras, hay que hacer la vida un poco más amable, el no estar de acuerdo no significa que seamos enemigos irreconciliables hay que superar la dicotomía del te humillas o te rebelas.  Quien no está conmigo, está contra mí. El imponer nuestra opinión aún con la fuerza, tal como lo hacen los actuales gobernantes, quienes usan el poder para intimidar e imponerse sin miramientos.
Hoy tenemos en Venezuela presos de conciencia, detenidos sin fórmula de juicio por emitir una opinión que desagrada al gobernante.
 Si profundizamos un poco tenemos más coincidencias que divergencias, el 90% de los venezolanos queremos una democracia plural como sistema de gobierno, son muy pocos los que quieren vivir en el comunismo, la mayoría cree en la separación de poderes, muy pocos aceptan a la ANC, la mayoría cree en el respeto a la ley, en las iniciativas de emprendimiento, en  el respeto al derecho de propiedad y especialmente el 95% de los venezolanos estamos de acuerdo en que Nicolás  Maduro no debe seguir en Miraflores.
 Entonces porqué se hace tan difícil que nos pongamos de acuerdo para concretar estas aspiraciones, porqué si todos sabemos que el régimen está técnicamente  muerto nos peleamos por  si lo enterramos, lo cremamos o lo dejamos como  alimento de zamuros. Creemos que nuestro punto de vista es la única verdad, qué razones hay para que estas divergencias sean el principal bloqueador de una fórmula política que permita superar este escollo histórico mal llamado socialismo del siglo XXI.
 O nos ponemos de acuerdo a pesar de las diferentes opiniones o nos tendremos que resignar a vivir en  este albañal en que se ha convertido nuestro país.
 Merecemos un país mejor, donde todos tengamos algo que decir y ser oídos.
Esa es la cultura del respeto a las opiniones ajenas y como decía Don Benito Juárez esa actitud es la paz y para nosotros la vida.



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