LAS ORQUESTAS DE LOS AÑOS 50 Y LOS "PALTOSUDOS" DE CÚA
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De las Orquestas a nivel Internacional el mayor impacto lo vamos a recibir
de una orquesta cubana radicada en México y dirigida por el extraordinario
músico Dámaso Pérez Prado con su ritmo, un tanto loco para la época: “El
Mambo”. Otra de las famosas de aquellos años: “La Orquesta Casino de la Playa”,
fuente de muchos arreglos de Billo, se destacaría con uno de sus grandes
cantantes Miguelito Valdez “Míster Babalu”. Conocimos los danzones en la voz de
Barbarito Diez, pero a través del cine nos llegó “Acerina y su Danzonera”, con
aquellos famosas danzones que bailaba Cantinflas en sus divertidas películas.
“La Orquesta Aragón” con su flauta de charanga francesa y su ritmo del
Chachachá. El Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro con canciones como “La
Cachimba de San Juan”, “Mentira, Salome”. “Échale Salsita”, “Esas no son
cubanas”, antecedente del género que posteriormente se llamaría “Salsa”.
También vamos a recibir influencias de orquestas menos conocidas
localmente como “Machito y sus afrocubanas”, radicados en Nueva York y “La
Lecuona Cubans Boys”, Posteriormente una famosa orquesta cubana va acaparar el
sentimiento del bailador local, “La Sonora Matancera” con sus cantantes, en
diversos períodos como: Bienvenido Granda, Daniel Santos, Celio González, Leito
Sureda, Justo Betancourt, Yayo el Indio. Roberto Torres, Carlos Argentino.
Nelson Pineda y la inolvidable REINA DE LA SALSA CELIA CRUZ.
Un conjunto puertorriqueño influirá de manera determinante en nuestro
gusto por la música caribeña:” Cortijo y su Combo” con su repertorio de Bombas
y Plenas donde destaca un joven cantante, para aquellos lejanos días: Ismael
Rivera, quien tendrá un gran papel en la música latina, igual que sus
coterráneos Tito Rodríguez y Tito Puente.
Hay un cantante y compositor cubano, el más genial de los artistas que
ha dado la música cubana, el que brilló en todos los géneros con igual
luminosidad, Bartolomé More, el famoso Benny More, quien no sabía leer una
partitura musical, pero podía componer, y dirigir orquestas casi en forma natural.
Ese cantante influirá no solo musicalmente, sino en la moda masculina. El uso
de un saco o palto como decimos en Venezuela, de anchas hombreras, de talle muy
largo, con unos pantalones de ruedos muy angostos, llamados de tubito. Los
zapatos de dos tonos (blanco y negro) con un gran tacón y el corte de pelo
cuadrado Esa moda un tanto estrafalaria se impondría a través del cine
mexicano, un personaje denominado “pachuco”, personificado por el gran
comediante mexicano Germán Valdez, conocido como Tin Tán.
A finales de los cuarenta nuestro pueblo padece del mal endémico del interior del país:
“El desempleo”, quien necesita ganarse la vida y no le gusta el conuco, ni
trabajar de peón de finca, ni ser empleado del Municipio, tiene que buscar
trabajo en Caracas Entre los cueños que trabajan en la capital y regresan los
fines de semana al terruño, empiezan a aparecer los seguidores de la moda
cubano-mexicana y de los ritmos antillanos. Los de acá que todavía no se han
ido a Caracas, con menos influencias de moda y escasos recursos, empiezan a
llamarles en tono de media burla y media envidia: “Los Paltosuos” Son estos los
que logran las novias más bellas, los que desarrollan durante el baile los
últimos pasos del mambo o la guaracha, los que se hacían dueños de la fiesta y
conocían los giros del vocabulario cinematográfico de la época. Entre aquellos
cueños que vivieron esa época sana y sabrosa recordamos a: Alejandro Betancourt
(Cascarita) (fallecido), seudónimo que le dan sus amigos por su gran parecido
físico con el cantante cubano Orlando Guerra (Cascarita). Recordamos a Evencio
Escalona (bichito) (fallecido) Juan Arguinzones (fallecido), Tarsicio Castro,
Sabas Mijares, Ali Mijares (fallecido) y Óseas Mijares (fallecido), aquel
hombre tenía en sus labios la frase: “Déjenme con mi dolor que de amor nadie se
muere” Ali Vilera (Alisote) (fallecido)se incorpora este grupo posteriormente,
junto con Oswaldo González (fallecido)Una verdadera “época de oro” que hoy mantiene su vigencia a
pesar del tiempo, del cambio de modas y la vida atropellada de hoy. Cúa era un
pueblo sano, donde no se conocía la delincuencia y los parranderos podían
amanecer, dar serenatas y vivir una vida tranquila. Tal vez con limitaciones
económicas, pero sin miserias.
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