Cúa 1959-1962 Nace la Democracia y tiempo de guerrillas.

CRÓNICAS DE LOS AÑOS 50 Y 60

                    A “BICHO -BICHO” LE DIERON UN TIRO.


 Bicho Bicho llegó aquel sábado de Caracas donde pasaba la semana como empleado listero del “Plan de Emergencia”, el régimen de empleo urgente que implementó el contralmirante Wolfgang Larrazábal Ugueto. Bicho Bicho (Gaudencio) vivía detrás del templo de Cúa en la casa de las Santaella, era hijo de un ilustre maestro, casi olvidado Don Rafael Luque, de quien nos queda el nombre de una calle en el sector Puerto Escondido.
23 de nero de 1958

Su rutina de fin de semana era un tour por los principales bares de la población, arrancaba en El Demócrata de los hermanos Delgado, pasaba por El Continental de Don Luciano, seguía con el bar de Miguel Borrajo, ya las 7 de la noche con unas cuantas cervezas entre pecho y espaldas llegaba al Bar El Polo atendido por “Rebulicio”, pasaba al Bar  Caracas y se comía una arepa rellena, de allí tomaba la ruta de la Cruz Verde y exactamente frente a la Bicentenaria ceiba entraba a uno de los bares más famosos de Venezuela, pues a diario le hacía publicidad la emisora más oída de Venezuela: Radio Rumbos, los locutores del noticiero tocaban una marimba Tin Tin  y decían por ejemplo._


___Ultima Hora El ganador de la Elecciones fue el candidato adeco Don Rómulo Betancourt con el 48% de los votos, los adecos se preparan para celebrar, Don Oscar Teodoro Paz el rey del Zamurito envió a Caracas varias cajas del famoso licor cueño.

 O, por ejemplo: Hoy está de cumpleaños el periodista Guido Bolívar de Notirumbos, estamos invitados a su casa de Charallave para celebrar con una parrilla con carne de Santa Bárbara y regada con varias botellas de famoso Zamurito de Oscar Teodoro Paz, de Cúa.


 Esa era mejor propaganda que aquel noticiero a un tradicional licor que se venía fabricando en Cúa de los tiempos inmemoriales y que Don Oscar le dio dimensión nacional.

Bicho Bicho aquel día al llegar a la Cruz verde cambio la cerveza por Zamurito, un licor dulcito, pero con unos 30 grados de alcohol, sin darse cuenta se iba posesionado del cerebro, hasta llegar un momento en que si se quería caminar hacia adelante terminan en retroceso. El Zamurito lo compraban para llevarlo a los toros coleados, después de un entierro era el sitio de reunión, en todas las fiestas de Cúa de aquellos años no podía faltar el Zamurito. Las precesiones de la Semana Santa llegaban al pie de la ceiba y se estacionaban por horas, mientras los cargadores se bajan litros de Zamurito y cerveza.

 Bicho Bicho un tanto extraviado al caminar, dio varios pasos hasta que puedo llegar a la wirllizer, la famosa Rockola, como pudo le introdujo en la ranura el bolívar de plata para marcar los cinco discos a que se tenía derecho. Bicho Bicho marcó el B-12 y se oyó la voz suave del cantante más famoso de aquellos años, un ecuatoriano que llegó a la Venezuela de bonanza económica cantando con un dejo de sufrimiento y despecho, los pasillos andinos del Ecuador, los boleros, los valses y los tangos con arreglos especiales entre boleros y pasillos Le decían el “” Ruiseñor de América” Julio Jaramillo. El disco G-12 era un tango en tiempo indefinido entre pasillo vals y bolero que él llamó “Mi muchachita”, pero que el tango original era “Mi Mocosita”
.

Bicho- Bicho se queda prácticamente abrazado a la Rockola como quien llega a los pies de una reina, casi la acaricia como si fuese su novia, se queda extasiado oyendo aquello de:
 “__Mi Muchachita no me dejes morir, vuelve de nuevo, no me dejes morir”.
Se fue quedando dormido parado oyendo aquella canción y soñando que él era el viejo payador que se  suicidaba por amor. Era una evasión sublime, era combinación de la cerveza y el Zamurito que producían ese estado de sopor que permitía hasta dormir parado.

 Apenas terminaba la canción despertaba y volvía a marcar la G-12, arrancaba de nuevo Mi Muchachita y se repetía aquel sueño vaporoso arrullado por la voz de Julio Jaramillo, Con los ojos cerrado concentrado como un monje tibetano, se sentía transportado, feliz, soñando con una novia, un amor imposible que le hacía llorar, oyendo aquel desgarrador tango. El acto público, casi coito con la Rockola, se podía percibir que había en él una combinación extraña de felicidad y dolor, en su cara había un rictus de quien se encuentra en ese momento de la vida con ese aparato con luces de neón importado de USA que llenaba la parte más sensible de la vida, lo único que podía entrar en el corazón de Bicho Bicho, moverle su dolor que estaba allí, esperando un pasillo o un bolero para salir de lo más profundo del alma, una catarsis.
 La Rockola era más efectiva y más barata que un psicólogo, Canciones que eran como Himno Nacional personal, se asociaba siempre a un recuerdo sentimental, marcaban su vida y de allí en adelante cada vez que oían aquella canción especial sentían una sensación indescriptible, una remembranza, una nostalgia, una combinación entre alegría y dolor que genera profunda felicidad, un grado de masoquismo muy especial.
Banda El Rosario de Cúa Fto años 40

El éxtasis de Bicho-Bicho lo corto Don Oscar, presionado por otros clientes que ya estaban cansados de escuchar a Julio Jaramillo y Mi Muchachita. despertó, pagó los seis bolívares de debía por 6 Zamurito, se despidió y tomó el camino para la plaza Zamora, las calles estaban solas, pero no había ningún peligro de encontrar algún ladrón.
El domingo siguiente se celebraba el día de la patrona Nuestra Señora del Rosario, entre las campanas que repicaba Eladio, los cohetes, los ventorrillos en ambas plazas con fritangas de todo tipo, dulcería criolla, chicha de arroz y la Banda El Rosario dirigida por don Lope Díaz Milano pasaba la mañana, después de la misa solemne. Pero a Bicho-Bicho lo que le gustaba eran las mesas de juego que se ubicaban en la plaza Bolívar, allí estaba la ruleta de animalitos, la batea de blanco y negro, el tiro al blanco, el juego de habilidad para engarzar una argolla en el pico de una botella, el bingo, la venta de cervezas y botellas de Zamurito, la venta de tostadas.

El bullicio poco común de la gente que venía del campo y de los pueblos circunvecinos, los “pavos” de Charallave eran los que tenían el control de las muchachas que giraban en la plaza, en un caminar de vueltas ,cuyo único sentido era lucir los estrenos para las “fiestas de octubre”, coquetear, recibir aquellos piropos tan elegantes y decentes, llenos de poesía que enamoraban a las muchachas, quienes solamente aceptaban el brindis de un helado de mantecado o chocolate en la heladería  de Don Nicola Odi.
Sede de El Concejo Municipal, La Prefectura y la Comandancia de Policía de Cúa.


Aquel día, algo raro ocurría en Cúa, el Prefecto tenía la orden del Gobernador del Estado de reforzar la seguridad, informaciones de inteligencia señalaban que las guerrillas podían tomar la jefatura de la Policía de Cúa. El ambiente era tenso todos estaban nerviosos, especialmente los policías, quienes sabían que en caso de un ataque serían las primeras víctimas, pues la consigna de las guerrillas era matar un policía todos los días y así lo venían haciendo.

A las 4 de la tarde se oye una explosión en la plaza Bolívar, la gente corre, se forma un ambiente de confusión. Bicho-Bicho no sabe lo que ocurre y sale del juego de bingo pasa frente al busto de El Libertador, toma hacía la esquina del Concejo, los policías nerviosos pensaban que Bicho-Bicho era uno de los guerrilleros que venía con el ataque y disparan, Bicho-Bicho cae herido, lo recogen y lo llevan a carrera a hospital Osío de la Florida, lo reciben las enfermeras y el Dr. Jaimes, la herida no revestía peligro
Casa donde funcionaba el Hospital Dr. Osío 1961 (Ateneo)


Bicho- Bicho se recuperó del tiro de un revolver calibre 38,  Cúa era un pueblo tranquilo donde nada pasaba, se vivía en paz, cada quien podía salir a las calles a cualquier hora, no había peligro. Esa Cúa se fue, solo nos queda el simpático recuerdo de Bicho- Bicho y las anécdotas de aquellos años.
Plaza de la Cruz Verde Cúa.

   


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