LA
EDUCACIÓN HOY y GOOGLE.
REFLEXIONES PARA EDUCADORES.

La popularización de internet en este mundo
digital supone la más profunda de las revoluciones en el mundo del saber y de
la pedagogía, ya los libros se van quedando en los estantes y la investigación
y la consulta rápida se le hace a Google, pero muchos jóvenes que salen del
bachillerato siguen llegando a la universidad sin dominar adecuadamente el
manejo del idioma, tienen fallas en los números y tienen graves deficiencias en
los conceptos esenciales para abrazar la vida.
Podemos afirmar con esa síntesis simplista de twittero
que deslumbra, sin profundizar:
”
EDUCAR ES ENSEÑAR A PENSAR, TODO LO DEMÁS ESTÁ EN GOOGLE”
140
caracteres no son suficientes para decir todo lo que encierra esta afirmación,
la mayoría de la gente no tiene tiempo para leer escritos largos, la palabra
tiene que ser breve, condensada, atractiva que amarre al lector a la idea.
Recuerdo que en mi larga experiencia como profesor de Castellano y Literatura,
en aquellos años en que no existían ni las computadoras, donde los libros
ocupaban un sitial de honor, mi objetivo fundamental en mi clase no era enseñar
la teoría gramatical, ni la sintaxis
correcta, ni la etimología, ni la
ortografía, mi objetivo era comunicar un profundo entusiasmo por la
lectura, no se enseña a escribir, se contagia la pasión por la lectura y esas
técnicas, reglas y métodos en el manejo del idioma se aprenden sin darse
cuenta.
Luego el gran peligro de Google, del internet
es inmediatismo, la comodidad de copiar y pegar, la flojera de pensar, de leer,
de enamorase de la lectura como hábito de vida con la finalidad de tener un
pensamiento propio, una cultura, algo más serio y profundo que la simple
erudición, de quien repite de memoria lo que lee. Hay que leer, ese es el gran
desafío de un mundo donde el libro está muriendo.
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Foto tomada del libro:"Mi Charallave Querido" del Dr. Josè Mèndez Farrera. |
El conocimiento viene de muy lejos, un libro por ser viejo
no significa que está fuera de moda, de millones de libros que se editan solo
quedan vigentes los clásicos, los que encierran un saber eterno, por eso La
Ilíada, Don Quijote, Cien años de Soledad, Doña Bárbara por solo mencionar
algunos, son actuales Allí esta sintetizada la sabiduría de la vida.
La comprensión de la lectura es un camino complicado,
si no se desarrolla el hábito desde muy niños, se empieza leer y si no se
maneja el lenguaje desespera, cansa y se abandona, se busca el camino fácil de
Google, se cumple con el trabajo de investigación sin leer, lo cual es un engaño
de graves consecuencias. La responsabilidad del profesor es motivar la lectura,
hacerla grata, facilitarla.
Mi experiencia personal con la lectura se remonta al año 1956,
estudiaba en el Colegio San Agustín de Charallave, frente la plaza Bolívar, mi
maestra era Doña Rosa de Bello, hoy la Directora y propietaria del Colegio
Coromoto, además teníamos un profesor de Español, como se decía en ese entonces,
a un padre agustino de apellido Espinoza, el libro era un manual de
gramática española que todavía guardo
con mucho cariño en mi biblioteca, teníamos que aprender al caletre la
conjugación de los verbos, el significado de las palabras, el uso correcto de
la oración, Dios libre si cometías un error, el castigo era desde pararte en el
rincón con la cara a la pared o unos suaves latigazos que nos daba el
cura con un larga correa que apretaba su sotana, más con cariño que con
violencia. Yo temblaba cada vez que el padre Espinoza me interrogaba, trataba
de aprender, pero solo repetía como un lorito, no razonaba, no pensaba, me
aprendí la conjugación del pasado pluscuamperfecto y del futuro indefinido,
pero no sabía para que servía. Un día el padre me preguntó si me gustaba leer,
yo no había leído algo más allá de las historietas domingueras del periódico El
Nacional, con las cuales aprendí a leer de la mano de una muy querida Tía
llamada Vicenta, devoraba los famosos suplementos, me gustaba leer la prensa
que mi padre compraba diariamente y me gustaba un programa de televisión de aquellos
años que llamaban “Valores Humanos” con el Dr. Arturo Uslar Pietri. Pero una
lectura seria de una buena novela o cuento no lo había hecho, solo los cuentos
de Tío Tigre y Tío Conejo. Pedro Rímales de un programa de radio que se llamaba
“Los Cuentos del Tío Nicolás” de Rafael Rivero nativo de Tácata. Lo cierto es que el padre
Espinoza me indicó que me regalaría un libro, con el compromiso de leerlo y
demostrarle a él que realmente lo hacía. Fue así que me entregó un ejemplar de
Don Quijote de la Mancha, en una edición forrada en cuero, con fino papel
pergamino del Editorial Aguilar, una joya que aún conservo. Empecé a leer las
aventuras del Hombre de la Mancha, tenía que anotar las palabras que no
conocía, buscarlas en el diccionario y los sábados me tocaba al final de las
clases de ese día, hacer un resumen oral de lo leído, el padre me explicaba algunas
cosas, me premiaba con dos bolívares para pagar la entrada al cine
Renacimiento, donde proyectaban buenas películas con temas históricos.
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Maestra Rosa Martinez de Bello |
Así nació en mí
la necesidad de leer, aprendí a razonar, aprendí a pensar gracias a la lectura
inducida con amor e inteligencia por aquel sacerdote, del cual jamás he vuelto
a tener noticias.
Eso es lo que no está en Google. Ni las
computadoras, ni las máquinas, ni los algoritmos pueden sustituir las
circunvoluciones del cráneo, el mundo del conocimiento, del placer de leer, de
disfrutar de una buena lectura. Hoy se
pueden leer los libros digitalizados, es una maravilla, solo hay que acostumbrarse
a usar la Table o la pantalla de la computadora, ese es futuro, pero el placer
de la lectura sea en libros tradicionales de papel o en computadoras es la base
para aprender a manejar el idioma. Hacer trampas, el auto-engaño, el copiar y
pegar en ese campo es muy negativo para la vida, quien no maneja el idioma no
puede pensar y el acto del pensamiento no está en Google.
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