HAY QUE SACAR EL RANCHO DE LA CABEZA



          HAY QUE SACAR EL RANCHO DE LA CABEZA.

Nuestra crisis viene de muy lejos, el socialismo del siglo XXI solo fue un catalizador de una forma de pensar que no ha cambiado, en 500 años, mañana en un :”Quítate tú para ponerme yo” se seguirán repitiendo los mismos vicios que hoy criticamos, La misma corrupción que llegó con Cristóbal Colón, el mismo autoritarismo del amo de esclavos, el mismo “manirrotismo” despilfarrador del opulento “Gran cacao”, la misma ignorancia del gamonal gomero, el mismo abuso de poder  del “Capachero” de J.V.Gómez, la misma represión de la Seguridad Nacional perezjimenista, la misma justicia de Guzmán Blanco, los mismos grupos armados de la canalla llamados los “Lincheros  monagueros de Santa Rosalía” hoy colectivos de la patria, el mismo saqueo revolucionario, la misma estupidez del nuevo riquismo del “Dame dos mayamero”, la misma “Viveza Criolla” del “Patiquín de esquina”, el mismo “rastacuerismo” de quienes llamaban a su perrita Fifi, porque el francés daba caché o compraban un televisor o un auto para presumir de ricos. Las mismas peleas donde la ambición pesa más que la racionalidad y el personalismo, el “yoÍsmo y el narcisismo impiden acuerdos serios de continuidad, prevalece al viejo dicho “Se sacan un ojo para ver ciego a otro”. Hemos desarrollado y potenciado la pesimista filosofía de “El Perder, Perder”. No importa que no se logre el objetivo porque si no soy Yo, no es nadie.

Definitivamente nuestro gran problema no es económico, con una administración decente en tres años se puede equilibrar, tenemos un gran potencial; nuestro problema no es político ,con un poquito de sensatez  se puede llegar a un acuerdo nacional para poner en marcha un plan de transformación de 10 años; nuestro problema es cultural y necesitamos el paso de dos generaciones para arreglarlo haciendo lo correcto, pero no hacemos nada y las cosas empeoran; el problema cultural es tan grave que tiene consecuencias sociales que hoy se han agudizado de tal manera que la nación se está diluyendo en una situación de anomia, en un espiral de robo, violencia, secuestro y muerte que hace inviable al país si no se toman drásticas medidas.

No es un problema ideológico entre comunistas, demócratas, socialistas o progresistas , ni es un problema religioso entre cristianos e islamitas, nuestro problema y razón de la enorme crisis que padecemos es CULTURAL. Necesitamos cambiar el “software” para dejar de ser marginales, la cultura es la programación mental colectiva que distingue a los miembros de un grupo o categorías de personas de otras.


 Nos han dividido entre ricos y pobres, entre burgueses y proletarios, entre derecha e izquierda, entre blancos y negros entre pueblo y privilegiados, esas son categorías sociales de un mismo tronco, la verdad es que seguimos en el fondo siendo marginales seguimos siendo simétricos, buscando siempre imitar a alguien, parecernos a alguien, ser la fotocopia de alguien, depender de alguien, de pensar como alguien, un venezolano pasa 8 días en España y terminamos hablando como madrileño o andaluz 
hay que sacar el rancho de la cabeza.

 La esencia del subdesarrollo está en nuestra actitud para subestimarnos, para creer en lo de otros,  lo de fuera es mejor y nos empeñamos en que sea cierto. No son factores genéticos, ni culpa del imperialismo, ni de la guerra económica, nuestro problema está en nosotros y mientras culpabilizamos a factores externos jamás entenderemos lo que nos pasa. Es lo que ocurre hoy mientras más nos hundimos más culpamos al imperialismo, el capitalismo a la burguesía, a una guerra económica y hasta las iguanas, al gobierno le falta sinceridad y mucha seriedad que se han convertido no en generadores de la crisis, sino en la crisis misma.

 Moral  y Luces señaló Simón Bolívar 200 años atrás en su Discurso de Angostura y nada ha cambiado, tal vez hayamos tenido la capacidad para comprar tecnologías, tener y usar cosas que ni siquiera sabemos cómo funcionan, tal vez podamos adquirir máquinas para votar con la última tecnología, pero todavía el derecho a elegir con libertad se manipula, tal vez podamos comprar tarjetas inteligentes para tecnificar y digitalizar nuestra pobreza, comprar capta huellas para controlar la más absoluta miseria y escasez, desechar nuestro imperfecto modelo de gobierno democrático y aplicar un modelo  socialista de comprobado fracaso universal, tal vez tuvimos como construir las mejores autopistas del mundo pero la mentalidad del arriero que cambia el burro por el auto de último modelo sigue igual. Construir hermosos rascacielos, pero el rancho sigue en la cabeza, tal vez podemos comprar y comprar, pero nuestra cultura sigue igual. Seguimos siendo marginales porque nuestra manera de pensar, nuestros hábitos y nuestra conducta están enmarcados dentro de una estructura humana que está jurídica, económica, intelectual y hasta éticamente al margen de una sociedad formalmente constituida, mil ejemplos podemos dar para demostrarlo, solo uno para no ser tan extensos:



 Durante la colonia la Corona Española hacía las leyes que regían la vida de nuestro pueblos (Leyes de Indias), quien no se sometiera podía ser declarado reo y hasta la pena de muerte se le podía aplicar, pero los Cabildos de los blancos criollos manifestaban con los hechos que esas leyes se podían aplicar si les convenían o no y lo resumían en una frase. Las leyes de Indias “Se acatan, pero no se cumplen” ese desacato ha sido la constante de nuestro devenir cultural, para entender nuestros males de hoy, hay que remontarse a su raíz Todos los gobiernos  desde la colonia hasta hoy se han fotocopiado, todos tienen sus diputados levanta manos, sus perros de presa al estilo de Diosdado Cabello o Pedro Carreño, sus “Mujiquitas” al estilo de Héctor Rodríguez, sus cerebros retorcidos y maquiavélicos al estilo de Jorge Rodríguez, sus mesías al estilo Chávez o Carlos Andrés ,  sus “nulidades engreídas”  al estilo Maduro, sus arrastrados y lame suelas, sus corruptos, sus cínicos y descarados, lo que ocurre es que en los últimos 20 años lo que llegó al gobierno es la esencia  de lo peor, la gente que acumuló 500 años de resentimientos sociales, de malos hábitos, de malas costumbres, lo peor de los venezolanos, la marginalidad en estado puro, al fin llegaron al gobierno para cerrar el ciclo que arrancó con los conquistadores, por eso la crisis es tan profunda, ya no hay más alternativa que un cambio de 180 grados, al costo que sea.

 Desde 1830 en que surgió Venezuela como República no hemos sido capaces de consolidar las instituciones que realmente nos hagan un pueblo civilizado, han pesado más los caudillos desde Páez hasta Chávez que la civilidad, no hemos logrado crear ciudadanía, todavía funcionamos como súbditos o siervos que tenemos que hacer silencio y bajar la cabeza, humillarnos para que el poderoso Estado en manos de delincuentes nos permita desde nacer, crecer, comer, vivir y hasta morir. Aquí todavía se hace lo que ordenaba el caporal con el látigo, hoy con las armas de la República. Tenemos leyes, pero no se acatan, ni hay Instituciones que las hagan respetar, seguimos como un muladar con sus arrieros y sus garrotes, solo ha cambiado la tecnología.

 En nuestro país  la Constitución es flexible se estira o encoge de acuerdo a las circunstancias, las leyes tienen un precio, los jueces juzgan siempre cooptados, bien por el jefe político que los llevó al cargo o por simple y pura corrupción, una práctica inveterada de más de 500 años de uso no se cambia de un día para otro, pero hay que cambiarla y alguien lo tiene que hacer, nuestro grave problema de hoy es que la descomposición llegó a niveles insoportables y esto está a punto de estallar, tal vez sea mejor que estalle definitivamente para empezar de cero la reconstrucción total del país. Esto no se soluciona con simple cambio de Gobierno, aunque es indispensable ese cambio, pero hay que apuntar a un cambio de paradigma cultural y eso parece que no es prioridad en las agendas de cada líder o de cada partido. Se cree equivocadamente que somos suizos, pero seguimos siendo los mismos bárbaros que con sus caballos, sus perros de presa, sus armas impusieron una cultura, una religión y unos valores que todavía están vigentes.

Nuestro gran desafío es un cambio cultural urgente, nuestro grave problema es con quién lo vamos hacer, cómo lo vamos hacer, si estamos convencidos los venezolanos de la necesidad y de los costos de ese cambio, si ese cambio se puede hacer con libertad o necesitamos un gendarme, una Dictadura y quién sería ese gendarme y quienes aplicarían esa dura medicina sin volver a iniciar el ciclo perverso que arrancó en 1498.




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