En la plaza de Cùa la gente se perdía. (leyenda)

                CÙA UN PUEBLO DEL REALISMO MÁGICO                                                          



Cúa es un pueblo tan macondiano que hubo una época no muy lejana en que los linderos de las haciendas  corrían solos y de un día para otro los  límites de las Mercedes llegaban a Mume y los linderos de Potrero Cercado llegaban a la Magdalena y la Quebrada de Cúa a Lecumberry , Cúa fue un pueblo donde nadie estaba seguro si se acostaba en Santa Rosa y amanecía en Aparay.

La plaza Bolívar se tornò en un laberinto de terror, donde el que entraba por la esquina de la calle Florida se perdía y terminaba dando vueltas sin poder salir. incluso cuando se remodelò la plaza en los años 80 se dejò un viejo y ùnico banco de granito para que los espìritus que hacìan perder a los caminantes se sentaran y dejaran tranquilo a los cueños. Se dice que desde esos años no se ha vuelto a perder nadie, sin embargo en las noches de luna quien se atreve a pasar por la plaza siente en el  banco de granito los rezos de largo rosario y de unas jaculatorias con voces agónicas semejante al murmullo del tiempo. 



Don Pedro Gamarra le ordenó a su ayudante en la ebanistería que le colocara a cada puerta, a cada ventana, a cada cama y las urnas que elaboraban, una talla que indicara claramente el nombre de la calle y el sitio que correspondía. Estaba cansado elaborar trabajos y cuando los tenía que colocar ya la casa no estaba en el mismo lugar. 

Había llegado a Cúa, en aquel año santo, con los payasos del circo Razzore la epidemia de la mutabilidad y la confusión . Muchos decían que era un mal que venía del terremoto de 1878. Pero en aquel año todo cambió, ya las calles no eran las mismas, el busto de El Libertador que veía para el norte, amaneció con su mirada de bronce al sur, la quebrada de Cabuya cambió el curso y se extendió hasta Aparay, las vacas ya no daban leche y según informaciones fidedignas un burro de Sacua liderizó una manifestación de cuadrúpedos por todas las calles protestando porque ya las argollas de la Casa Rosada no estaban allí y en su lugar colocaron una línea de taxis, los jumentos no sabían a dónde llegar. Para complemento las actas del Concejo Municipal y los libros del registro empezaron a certificar que todo era normal, que fue un  mal entendido y que los Tres Rolos eran exactamente igual que Los Tres Palos, pues ambos eran de madera.

Asì transcurrieron los años y la gente del pueblo se acostumbrò a vivir en aquel estado frenético de transportación nocturna, donde uno se acostaba y no sabìa donde amanecía. Fue la epidemia de los linderos trashumantes que viviò el pueblo de Cùa por màs de cincuenta años. 
En esa Cùa que desaparaciò y aùn en la actual nadie sabe exactamente hoy dónde está parado, La Morita y Las Brisas pertenecen de Quebrada de Cúa y no a Potrero Cercado, pues la quebrada que era el límite según los libros del registro está a tres kilómetros de allí. 40 años pasaron y Cúa es otra, no solo en sus linderos caminadores, sino en su idiosincrasia, en su gente y en la forma de vida. Este cuento leyenda es una metáfora de una verdad: Cúa es un pueblo mágico.

Comentarios

  1. Ud. siempre con sus interesantes historias amigo...saludos

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  2. Que bonito saber que alguien ama a Cua como la amo yo. ¡Gracias Manuel!

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  3. Gracias a ti por tu comentario. Necesitamos tener sentido de pertenencia y amar lo nuestro. Mil gracias.

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  4. Tiene usted razón profesor Cúa es un pueblo mágico...muchas leyendas.

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  5. Mil gracias por su comentario. Somos un pueblo màgico.

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