LOS BAILES CON PICOT
(TOCADISCOS)
(TOCADISCOS)
La música es parte importante de
la historia y las costumbres de un país, la idiosincrasia de un pueblo. La manera
de hacer música es el reflejo de una
época y de las vivencias de una generación
En nuestros años juveniles había
un aparato eléctrico que gozaba de nuestro total aprecio se llamaba picot, no
era más que un tocadiscos que se podía llevar hasta cualquier sitio que tuviese
electricidad, en él se podían colocar unos discos de un material plástico conocido
como vinilo, los cuales giraban a una velocidad determinada, los llamados Long
Play o L. P. que giraban a 33 revoluciones por minuto R.P.M. en los cuales generalmente llevaban 5 o 6 piezas
musicales por cada cara y los pequeños, utilizados por la Rokolas los cuales
giraban a 45 R.P.M. y tenían solo dos piezas musicales. Con esos aparatos, al
comienzo muy grande y posteriormente portátiles se montaban las fiestas
sabatinas conocidas popularmente como “arrocitos”.
En el año 1955 aparecieron los
Long Play y los picot portátiles, se le
montaban 5 discos y teníamos 25 piezas musicales por cara para montar el “Arrocito”.
La fiesta se hacía por un sistema súper-conocido en la época llamado “vaca”,
era el aporte o la cuota que cada asistente debía entregar a la dueña de la
casa, o a la comisión encargada para la compra de todo lo necesario para montar
el baile.
Lo primero era conseguir el
permiso del jefe de la casa y de la señora y la autorización de cada uno de los
padres de los asistentes, una vez que se daba este paso indispensable, se
procedía al arreglo de la sala de baile, las muchachas tenía que limpiar y
encerar el piso, para lo cual se usaba una pulidora eléctrica, la cual dejaba
el piso de cemento como un espejo. Generalmente se hacía un arroz con pollo,
más arroz que pollo, de allí el nombre de “arrocito”, la bebida era muy moderada,
una botella de anís para preparar una maraquitas (anís con soda), aguardiente
para hacer la guarapita y si se disponía de más plata se podían comprar una
botellas del famoso licor elaborado por Don Oscar Teodoro Paz conocido por
todos como “zamurito” por su color negro, elaborado con aguardiente y ciruelas
pasas. Alguna botella de ron para elaborar las “Cuba libre”. La cerveza no se utilizaba en las fiestas pues
requería una logística de cavas, hielo y
dinero Siempre se podía encontrar algún licor” encaletado”, es decir escondido
y para uso exclusivo de los “vivos”, en las fiestas caseras no faltaban los “coleados”
personas no invitadas y las “barras” del
barrio que se colaban en las ventanas para ver el baile sin entrar a la casa y
hacer las críticas acostumbradas.
La música exigía una preparación
adecuada con suficiente tiempo que permitiera complacer el gusto musical de
todos los invitados, generalmente los discos de la orquesta “Billos Caracas Boys”, “Luís Alfonso
Larrain”, “Los Peniques”, la orquesta Cubana Sonora Matancera a partir del año
59 aparecen en la escena musical “Los Melódicos” de Renato Capriles, se combinaban
magistralmente los boleros, las guarachas y uno que otro pasodoble, Billo
Frómeta descubre el gusto musical de la juventud de aquellos años y monta los
llamados Mosaicos los cuales eran una combinación o Popurrí de música lenta (bolero) y movida
guaracha o merengue dominicano. Esa mezcla permitía el baile entre los enamorados o “conquistas”
apretaditos con el bolero y enseguida moverse con la guaracha. Un L.P. valía 8
o 10 bolívares unos 2,50 de dólar y un disco de 45 valía 5 bolívares. Se podían
comprar en el negocio que tenía el señor
Urbina, “Mi Disco Favorito”, ubicado en la casa de Don Rafael Serrano frente a
donde hoy está Farmatodo.
No existían todavía Los Beatles,
ni la influencia del rock, ni se usaba la marihuanita, las muchachas se enamoraban
con un bolerito, esa melodía pasaba a
ser en aquella pareja como un “himno personal” el cual se recuerda románticamente
por el resto de la vida y en toda fiesta se baila como en aquella noche del “arrocito
“de las García.
El picot, tenía un adminiculo
indispensable para que el disco se pudiese oír bien era la llamada aguja, si se
dañaba se terminaba el baile, siempre había una de repuesto y si estaba mal
dañaba el disco y se “rayaba”. Un disco rayado siempre repetía la misma frase,
de allí el refrán aplicado a quien repite siempre lo mismo:” parece un disco
rayado”. Hoy en el mundo digital no hay
esa posibilidad.
El baile debía transcurrir con el
mayor respeto posible pues estaban en una casa de familia y eso se tenía que
respetar, el padre o el hermano mayor estaban como policías cuidando que los
muchachos no bailaran tan pegados, se acostumbra de decir: “En mi casa no
acepto baile rucaneado”. Esa palabra venía de los bajos fondos, era la forma “burdelesca”
de bailar en aquellos años, moviendo la cintura obscenamente y metiéndose prácticamente
dentro del otro. Así que eso no se podía permitir en una casa decente.
El baile empezaba a eso de las 8
p.m. y lo máximo en su duración era a las 11 p.m. Se detenía la música, después
de colocar un viejo disco con el Alma llanera, se recogían todas las cosas y se
procedía a la limpieza, con la colaboración de todos. Los muchachos salían
prendidos de la fiesta y terminaban dando serenatas a la enamorada y visitando
La Fila donde se ubicaban algunas casas de tolerancia.
Así eran aquellos bailes
sencillos e ingenuos con ese sabor a pueblo que se acabó, esta crónica es
apenas un recuerdo en medio de este terremoto de violencia en que hoy vivimos, donde
una fiesta casera puede terminar en una tragedia. Nosotros permitimos que se nos
confiscaran todos los espacios para nuestro esparcimiento, lo único que nos
queda es el recuerdo y la memoria de un pueblo que se nos fue.
El nombre es Pick Up y los había portátiles, de muebles, luego por pieza y después los compactos equipos de sonido.
ResponderEliminarTodos de alta calidad.
Los L.P y los de 45 tienen un excelente sonido a pesar de los años.
Esa música de todos los tipos,forma parte de nuestra vida