La máquina de coser Singer marcó un época en el vestir de los cueños.

             La máquina de coser marca Singer.

 En cualquier casa venezolana hasta hace muy pocos años era la máquina de coser uno de los aparatos más útiles: Ayudaba al mantenimiento del hogar, se hacían trajes, pantalones, camisas, liquiliques, todavía no habían llegado las marcas famosas, ni los chinos se habían hecho dueños del mercado de confecciones. Quien necesitaba un estreno para pascuas o fiestas patronales buscaba un “figurín” y el ama de casa se hacía la  modista del pueblo, entre tres y cinco bolívares cobraba por confeccionar un pantalón de kaki o lino, una camisa o una falda, las telas que se compraban por cortes en las tiendas mejor surtidas del pueblo. La Negrita de la esquina El Viento propiedad de Lasdilao Serrano,con más 60 años sirviendo a Cúa.
Publicidad tomada del primer periódico que circulò Cùa llamado "Cuè" de los hermanos Hernàndez Piñero y Luis Lara año 1932
la tienda o comercio màs antiguo de Cùa, deberìa ser declarado patrimonio cultural


. La Azucena, todavía vigente, fue propiedad de Don Humberto Caballero y desde unos 60 años pertenece a la familia Requena.Toda una tradición Esas tiendas se vendía el famoso casimir, una tela natural hecha con  la lana de oveja original de Cachimira en el Himalaya de donde se origina el nombre, hoy es una de las telas más caras del mundo, cualquier cueño con un poco de esfuerzo económico podía comprar un corte de casimir y mandar hacer un traje de paltó y pantalón con esa fina tela, la cual se podía probar con un fosforo, si no se prendía era legitimo casimir. Otra tela muy utilizada en aquellos años para la fabricación de los liquiliquis era el hoy super caro lino irlandés , hecho con fibra natural. Quien no tenía los 25 Bs. que costaba un corte para hacer el liquiliqui, compraba del dril de algodón,(Kaki) también natural y muy fresco como el lino pero tenía un costo de 12 Bs. el corte el más caro. Todos los cueños vestían elegantemente para ir a los eventos, sin importar el calor, Semana Santa era fecha para ir al templo a los oficios con la mejor ropa, siempre con un buenos sombreros, preferible de la marca "Borsalino", muy al estilo y la moda de Gardel. La misa, los entierros, las visitas siempre se acudía con un buen traje, "Made in Cúa", hecho con las mejores telas del mundo, las cuales estaban al alcance de todos de acuerdo a su presupuesto.

Don Jesús  María Morantes, hacendado de La Magdalena, vestido con traje de faena (arriba)y con elegancia que exigía el protocolo en la vestimenta de aquellos años.(Abajo)

Esa elegancia se perdió con los años, hoy el imperio chino impuso su dictadura en la mala calidad de las telas sintéticas , a cualquier parte se asiste con un short y una franela sin mangas, todos  uniformados en  la chabacanería confundida con comodidad, no se cuidan detalles, ni por parte de mujeres, ni de hombres, poco importa salir a la calle con unas cholas. Creo que aquellos años de formalidad nos representaban mejor. Tal vez en la intimidad de su casa o en la playa se puede vestir descuidadamente, pero no las 24 horas del día, en cualquier tipo de evento. Es cuestión de criterios y tal vez yo represento un pasado que murió.
La elegancia de vestir con Dril blanco




En Cúa muchas fueron las costureras y sastres que pasaban horas trabajando en sus hogares para contribuir a la economía de la casa recordamos entre otras a las hermanas Parejo que vivían en Las tejerías de Santa Rosa, todavía están al final de la Calle Zamora, las hermanas Santaella  detrás de la iglesia e Cúa. Roco fue un sastre italiano que estuvo en la esquina de La Florida con la plaza Bolívar  por muchos años, estoy seguro que me faltan muchos nombres de sastres y costureras, usted nos puede ayudar.
Esquina de las hermanas Santaella lateral a la plaza Zamora.


Gardel impuso la moda del buen vestir con casimir y sombrero  borsalino

Un recuerdo y homenaje a esta vieja máquina y a las famosas costureras que llenaron parte de nuestra vida cotidiana, sencilla, honesta, sin complicaciones, formas de vida que las nuevas generaciones no conocen, de unos pueblos que sin darnos cuenta se nos fueron

Nota: Don Jesús María Morantes fue el padre de Doña Maritza Morantes de Marín quien nos suministró estas fotos documentales.

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