HACIENDA
LA VALVANERA DE CÚA Y UN CONDE QUE MURIÓ EN MANOS DE BOVES.
Crónicas.
Don
Ignacio era propietario de unos 200 esclavos y de todas las tierras y
sembradíos de cacao que hoy corresponden al caserío El Conde, El Deleite,
Ascanio, El Paují, Coco de Mono actual San Miguel, la antigua hacienda Sousa,
hoy la urbanización Nueva Cúa.
La
Valvanera es una Virgen patrona de la Provincia de la Rioja en España, en
Venezuela no es muy popular, sin embargo la gran hacienda cacaotera propiedad
del IV Conde de la Granja Don Fernando Ignacio Ascanio y Hurtado de Monasterios
tenía como su protectora y patrona al
Virgen de la Valvanera, así se conoció siempre. Hoy el sector El Conde, al
pasar el puente sobre el río Tuy en el sector Marín, nos indica que esas
tierras eran de El Conde de la Granja, 500 metros más delante de la entrada del
antiguo caserío todavía quedan las ruinas, en una fresca colina detrás de la
actual aldea universitaria, un sitio privilegiado escogió Don Fernando para construir se bella
residencia, con una vista sobre lo que en esa época eran los cacaotales que le
permitieron a su bisabuelo Luís Antonio de Oviedo y Herrera comprarle a la
Corona Española su tirulo nobiliario.
En
1785 Don Ignacio era propietario de unos 200 esclavos y de todas las tierras y
sembradíos de cacao que hoy corresponden al caserío El Conde, El Deleite,
Ascanio, El Paují, Coco de Mono actual San Miguel, la antigua hacienda Sousa,
hoy la urbanización Nueva Cúa.
Don
Fernando fue Regidor y Alcalde la ciudad de Caracas en el año de 1782, tenía su
residencia principal en la actual esquina de El Conde en Caracas, a una cuadra
de la plaza principal, (Bolívar).El Conde la Granja no simpatizaba con la Independencia
de la Provincia de Venezuela, se opuso desde 1810 al rompimiento con la Corona,
era un fiel vasallo de su majestad, así lo manifestó cuando en 1811 cuando se
tomó la determinación de ser una nación autónoma. Se alegró cuando el Capitán de Fragata Don Domingo de Monteverde
acabó con la llamada Primera República, fue testigo de la entrada triunfal de
Simón Bolívar a Caracas, después de la llamada Campaña Admirable. Una carroza
conducida por la mujeres más bellas de la ciudad llevaron Simón Bolívar hasta
el templo de San Francisco, donde en un acto sin precedente la ciudad le otorgó el título de El
Libertador.
De
la población de Guayabal en los llanos de Guárico se levantó en 1814, con más
de 5000 hombres el terror de la naciente república, el asturiano José Tomás
Boves, el primer caudillo caracterizado por un resentimiento que se tornaba en
odio contra los blancos mantuanos, su objetivo no era la defensa de la Corona
Española, esa era la excusa, su meta era exterminar a los blancos criollos, a
los amos de haciendas y esclavos, a los llamados Grandes Cacaos o Mantuanos.
Para Boves era la oportunidad de pasar su factura por todas las burlas
recibidas, simplemente porque aspiraba casarse con una mantuana de San Sebastián
de los Reyes llamada Magdalena Zarrasqueta, no podía aspirar a tan bella joya,
era un pulpero de Calabozo, para los mantuanos los pulperos eran gente de muy
baja categoría social, los cuales no podían aspirar a contraer matrimonio con
la aristocracia criolla, aún teniendo mucho dinero. Para los mantuanos trabajar
era una afrenta, para eso tenían esclavos que le hacían todo. Un pulpero estaba
en la escala más baja de la sociedad estamentaria colonial. En cierta forma la contrarrevolución
fue una guerra de pulperos contra los amos de las tierras.
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José Tomás Boves de la Iglesia. |
Esa
vergüenza que le hicieron pasar en San Sebastián se fue transformado en odio
contra los blancos, aunque él era un español de nacimiento, las circunstancias
de la guerra lo llevaron a convertirse en el jefe de una montonera de
delincuentes, esclavos escapados de las haciendas, presidiarios, gente de la
peor ralea, todos alimentados por el odio y el deseo de saquear y violar. Fue
así como Boves se apoderó del centro de Venezuela en 1814, obligó a la
población caraqueña a huir hacia el oriente (Barcelona), para evitar caer en
manos de aquella banda de saqueadores y asesinos. Solo se quedaron en la ciudad
algunos de los partidarios de la monarquía, se creían seguros y fue así como El
Conde la Granja Don Fernando de Ascanio de Hurtado y Monasterios, el propietario
de haciendas y esclavos, asistió en unión de Manuel Marcano, ambos reconocidos
realistas, al pueblo del Valle a entrevistarse con el terrible Boves. Don Fernando
se olvidó que el problema de Boves no era político, su objetivo era acabar con
la “godarria” y tanto Don Fernando como su acompañante Manuel Marcano eran
representantes de esa odiada clase
social. Se confiaron y llegaron acompañados de sus esclavos en relucientes
monturas al pueblo de El Valle en las afueras de Caracas, apenas Boves lo ve
llegar, siente que se le revuelven las bilis y ordena su captura, al enterarse
de quienes eran los personajes, sin fórmula de juicio, irrespetando todas las
normas de caballerosidad que acostumbraban en aquella época para el trato a
prisioneros, ordenó de inmediato, sin ni siquiera oírlos, sin importarle que
fuesen partidarios del Rey, que fuesen fusilados en el acto y así ocurrió en el
sitio conocido como El Rincón de El Valle. El cuerpo cuerpo de El Conde fue enterrado el día 10 de julio del mismo año
en la Catedral de Caracas, con el hábito de La Merced.
Esta es un pedacito de la
historia cueña a través de un personaje que fue dueño y señor de haciendas y
vidas, el cual murió por creer que la guerra de independencia fue una lucha
entre partidarios de la corona e independentistas y no una guerra social entre
venezolanos.
En
1980 solicitamos el “Morocho” Rafael Fuentes y yo a los concejales Luís
Angelino Manzo y Dr. Bricelio Guillermo
rescatar el lugar para construir un parque, dada la belleza del lugar y su
valor histórico. Organizamos una visita acompañados del Cronista de Cúa Don
Adolfo Angulo Pérez, como testimonio esta foto tomada por don Adolfo, en septiembre
de 1980.
El parque fue un sueño, la realidad es la
presión demográfica sin planificación que no respeta espacios, ni memoria. Hoy
las ruinas de la hacienda la Valvanera son objeto de una invasión por los
tataranietos de los troperos de Boves, todos los muros que quedaban de la casona
fueron derribados, unos buscando tesoros enterrados, otros movidos por el placer de la destrucción, ese
morbo que tal vez se incubó en aquellos aciagos años de la guerra de independencia.
No
estoy seguro si hay tiempo de salvar algo de ese pedazo de la memoria cueña,
pero ir a ese sitio hoy, para conocer de primera mano su estado es exponerse a morir en manos de delincuentes.
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La bandera de Boves. |
Esa
es la dura verdad aunque sea penoso decirlo, las raíces del “boverismo” cruel y
depredador están todavía allí, en una larga espera de más de 200 años.
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