En la jefatura de Cúa había un calabozo que llamaban El Tigrito





                 La policía de aquella Cúa que se nos fue

Autoridades de Cúa año 1930, encabezados por Don Francisco (Pancho) Monasterios Mirabal,Presidente del Concejo en la foto el coronel Luís Espinoza,Rafael Jaen, Rafeal Morante,Teodosio Angelino,Tomás Mirabal, entre otros





 Crónicas
El cuerpo de policía de esa Cúa que se nos fue tenía todas las peculiaridades de una sociedad rural, sana, sin criminales natos, sin los psicópatas de hoy, los cuales  no solamente roban para cumplir la orden que se dio en febrero de 1999, sino que disfrutan golpeando, torturando y matando a sus víctimas y complacidos con la impunidad que le confiere la degradación institucional que hoy vivimos. En  aquellos años los agentes cumplían su labor gozando del respeto y el cariño de la sociedad cueña, no sabían nada de Derechos Humanos pero respetaban a los presos y sus familiares, no usaban la humillación, ni la prepotencia para imponerse sobre los ciudadanos, los casos más complejos eran las riñas callejeras donde salían a relucir las navajas “Pico del Loro”, los machetes “Cola de Gallo” o los “Garrotes de vera” pulidos o encabullados. En esos casos si las cosas pasaban a mayores, la policía ponía  en práctica  la inveterada “planazón de machete” para poner orden. Muy pocas veces se usaban las armas de reglamento, había un respeto hacia la autoridad, en algunos casos excepcionales se podía llamar la Guardia Nacional pero eso ya era una noticia que se regaba por toda la población, “Ayer vino la Guardia” y en baile de la plaza o calle, en los toros coleados  todo transcurrió en orden y sana paz. ERA UNA SOCIEDAD DONDE HABÍA RESPETO, NO MIEDO.
Jefatura Civil de Cúa 1950


Los pocos casos de robos  se sabía quiénes eran los ladronzuelos y los agarraba “La Chirona” y reincidían el Jefe Civil o prefecto tenía una facultad heredada del período de Juan Vicente Gómez que se llamaba “Ley de Vagos y Maleantes” mediante la cual, con su respectivo expediente podía ir a las llamadas “Colonias de reeducación” como la Isla del Burro en el Lago de Valencia o para las Colonias móviles del Dorado, en el estado Bolívar, si era menor de edad le enviaban al Correccional  de “El Consejo Venezolano del Niño” ubicado en Los Teques. En 1997 el Tribunal Supremo de Justicia presidido por la Dr. Cecilia Sosa declaró inconstitucional la citada Ley de Vagos y Maleantes le quito la facultad que tenían los Prefectos de los Distritos para levantar un expediente a un mal viviente y enviarlo a un penal hasta por cinco años.

Si bien es cierto que esa Ley podía generar abusos y era indudablemente violadora de los DD.HH, no se sustituyó por una nueva Ley ajustada a los parámetros modernos, se inició un proceso de lenidad, de mano de seda con el maleante, la impunidad empezó a  ganar terreno, si el delincuente o trasgresor era menor de edad, no había nada que hacer. Rápidamente el malandraje empezó perversamente a utilizar a los menores de edad para cometer sus crímenes porque sabían que los muchachos estaban blindados y que aún cometiendo los peores delitos no recibirían ningún castigo. Como las cosa malas crecen si no se les pone coto, el hacerse delincuente se hizo el camino fácil de muchos jóvenes y hoy vivimos en este infierno entre una acción de delito que crece geométricamente, una sociedad catatónica ante el delincuente, imposibilitada, amarrada, prejuiciada, cuya única acción es hacer  NADA para frenar la ola de crímenes que nos arropa.
Casa de Gobierno de Cúa 1980
 Volviendo  al ayer, la Jefatura de Policía de Cúa estuvo ubicada en tres lugares diferentes, desde comienzos el siglo XIX en la calle El Malabar, hoy Zamora cruce con San Isidro, hoy casa de la familia Fuentes Robles, a partir de 1874 en la calle San José, donde hay funciona una pizzería y a partir de los años 40 en la casa de gobierno ubicada en el antiguo Plan de San José, hoy Alcaldía Municipal. Había una “Sala de Banderas” donde se le tomaba la primera declaración al detenido, si la cosa era leve no pasa de un arresto o una amonestación con el compromiso de no volver a cometer la falta, si lo ocurrido ameritaba detención se le podía enviar a un calabozo chiquito que llamaban “El Tigrito” los otros se denominaban “El Pulguero” y “Cochinera”, allí podía pasar hasta 72 horas bajo las órdenes del Comandante de la Policía, si ameritaba más tiempo pasaba a las órdenes del Jefe Civil , posteriormente Prefecto quien lo podía soltar, pasar a Seguridad Nacional, posteriormente a la PTJ , también aplicarle la Ley de Vagos y Maleantes.


Hasta los años 36 o 37 los presos los sacaban para barrer la plaza y sus alrededores, desyerbar, recoger los excrementos de los burros y caballos que se amaraban en las puertas de los negocios, en los árboles de la plaza estaba prohibido amarrar bestias de carga y los trasgresores eran detenidos y multados, más de un burro quedó “Detenido” o en depósito en el potrero de San José, porque el dueño no tenía los 10 Bs de la multa y el bodeguero amigo no se los facilitaba a tiempo.

No podemos terminar esta Crónica sin mencionar algunos personajes de la vida de nuestro pueblo que ejercieron funciones de autoridad policial en diversas épocas

 General Luis Ramos, Coronel Tomas Hugo Quiroba, Coronel  Luís Espinoza, Don Félix Sosa, Don Luís Sosa, Don Elías Genaro Acosta, Don Domingo Borges, quien fue primero que recibió la denominación de Prefecto en 1961, Don Antonio Malo (Charallavense) en esa época  Charallave era un municipio de Cúa. Don Emar Carvallo Camero, Don Enrique Fernández, Don Jesús González, Don José Morales, en época reciente, Don  Nicasio Mayora, Don Israel Pacheco Don Tomás Pérez Uzcanga, el Dr. Roger Delgado Uzcátegui. Como comandantes de policía recordamos a Emilio Isturiz (El sordo), Cruz Escalona, durante el período de Pérez Jiménez a Don Valeriano Castillo, posteriormente en 1958 a Elías Gómez, Jesús María Castro González.


Muchos fueron los policías que pasaron por esa comandancia cueña pero hay algunos nombres emblemáticos de aquellos años muy difíciles de olvidar como Jesús Barrios quien nos llegó de San Francisco de Yare , Julián “Carioca”, Juan Gavides, Carreñito,Heriberto Medina entre otros.

No podíamos terminar esta Crónica sin hacer una mención muy especial para un ilustre cueño, quien ejerció con mucha eficiencia y por muchos años la Secretaria de la Jefatura Civil de Cúa nos referíamos a Don Cesar Arteaga.


 Un recuerdo para todos ellos, para sus familiares y amigos de aquella Cúa que se nos fue.

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