Don Rafael Delgado un "hacedor" de milagros en la Cúa de ayer

      DON RAFAEL DELGADO UN “HACEDOR” DE MILAGROS EN LA CÚA DE AYER.
El Demócrata,en la puerta a la espera de recibir la bondad de un gran cueño.


Cúa siempre fue un pueblo mágico las cosas más absurdas e  inverosímiles ocurren en este pueblo, en épocas pasadas y aún hoy  “Los curiosos”, adivinadores, videntes, brujas y brujos son solicitados por muchísimas personas de todas las clases sociales, incluso intelectuales creen y afirman que fueron curados de graves enfermedades por los practicantes de estos ocultos conocimientos.
La mayoría de quienes me leen saben que un “Mal de ojo” solo se cura mediante rezos y ensalmes, que una “Culebrilla” se cura  uniendo siete hierbas distintas y aplicándola como un ungüento en la erupción. Muchos hemos visto acabar con las garrapatas  que tapizan las paredes de una casa con un simple rezo, o la forma como algunos acababan con las “gusaneras” en el ganado sin tocar la res.
Quizás esto solo se puede ver en una tierra mágica.


Voy a contar en esta crónica una experiencia mil veces vivida por los cueños de ayer, cuando por razones de juegos bruscos, caídas, resbalones uno se “dislocaba” una coyuntura o un hueso, las “descomposturas” como llamaban esa época a los esguinces  de hoy, había un remedio infalible, todos recurríamos a Don Rafael Delgado, el propietario de El Demócrata, un restaurante, bar y pensión donde se podía comer los mejores platos de la tradicional gastronomía tuyera. Don Rafael o Don Rafal como muchos le decían era un hombre muy serio, un comerciante respetado por todos, pero tenía una “facultad” , un don muy especial para curar las “descomposturas”, en un rincón que tenía a la entrada del negocio, un cuarto grande con dos sillas de cuero una mesa, un velón que jamás se apagaba.  Los “descompuestos” en medio de quejas, dolores y algunos gritos llegaban hasta la plaza Zamora donde estaba siempre Don Rafael, él con mucha amabilidad los mandaba a pasar al cuarto de la derecha,  se sentaba en su silla ya desgastada por el uso, preguntaba que le había pasado, dónde había ocurrido y cuándo, tomaba en sus manos una tela que parecía roja, muy maltratada, cerraba los ojos en un rezo que traía al lugar una sensación de tranquilidad. El adolorido paciente empezaba a relajarse poco a poco, al terminar el rezo concentrado y profundo, tomaba una aguja con unos hilos de colores e iniciaba un proceso que parecía que estaba haciendo la labor de un sastre, pero era una forma mágica, inexplicable dentro de la racionalidad de curar la peor “descompostura”, sin tocarla. Don  Rafael en unos 15 minutos de rezos y cocido de su telita roja lograba calmar el dolor y eran muchos los que salían casi curados, al día siguiente con un lavado de agua tibia con sal se podía decir que el esguince ya estaba curado, sin yesos, sin tablillas, sin super-calmantes para el dolor. Y Don Rafael jamás le cobró a nadie por hacer esa caridad, en una población donde no había, ni conocían a los traumatólogos.

Hoy traigo este recuerdo a mi memoria y lo comparto con ustedes con el mayor cariño y respeto para un  cueño tan especial y servicial como fue Don Rafael Delgado taumaturgo de nuestra Cúa de ayer. Pueblo mágico que se nos fue.

 (Taumaturgo persona que tiene poderes para hacer milagros o actos prodigiosos)




Comentarios

  1. Excelente amigo Monasterio, me trajo unos grandes recuerdos al lado de mi difunta madre Begonia Macero Coita, la cuál nos llevaba a comer cuándo había un entierro, los cuáles el difunto estaba en la iglesia donde se les realizaban los santos oficios; pues nosotros esperábamos en el Demócrata comiendo algo. Muy buen artículo.👍🤗

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