QUIERO UNA VENEZUELA MEJOR PARA MIS NIETOS.



                             REFLEXIONES DE UN ABUELO

Mi padre luchó por darme un país mejor y lo logró, yo me crié en una Venezuela diferente a la de Juan Vicente Gómez y quiero que el futuro de mis  hijos y nietos sea mejor que el mio. Esa el ley natural de la vida, lastima que esa ley no se está cumpliendo en Venezuela y la vida de las nuevas generaciones no es mejor. No es normal decir que:eramos felices y no lo sabíamos.

Quiero una Venezuela mejor para mis hijos y mis nietos y creo interpretar el deseo de todos los padres responsables de nuestro país.

Esta reflexiones las publiqué hace un año, hay cosas viejas y nuevas :Profundización de la crisis económica,más corrupción, más represión la imposición de una Asamblea  Constituyente fascista y los más importante un pueblo en la calle reclamando sus derechos y dispuestos  a dar la vida por la libertad y la democracia.


Estamos mal, pero vamos bien porque el fin se palpa en el ambiente, el régimen se esta desmoronando, perdió la Fiscal, perdió definitivamente el favor del pueblo, el chavismo de dividió y solo se sostiene por la brutalidad y la crueldad de las FF.AA, del militarismo corrupto, los colectivos hacen el trabajo sucio, igual los G.N y la Policía Nacional.


LAS COLAS Y LA ESCASEZ LLEGARON PARA QUEDARSE.

Las colas solo se pueden dar en sociedades improductivas, donde la gente no tiene nada que hacer, será posible que alguien les explique lo que significa en una sociedad competitiva, productiva de primer mundo, el valor ECONÓMICO Y SOCIAL de la HORA HOMBRE

“Una hora hombre es la cantidad de trabajo hecho por un trabajador en una hora. Diez personas trabajando ocho horas serían 80 horas hombre de trabajo.” Ustedes se imaginan la cantidad de millones que se están desperdiciando en Venezuela, si toda la gente que hace colas buscando comida trabajaran productivamente, seríamos económicamente una verdadera potencia, no necesitaríamos del petróleo, pero no es así, el socialismo no entiende de productividad, ni de prosperidad, entiende miserias y mediocridades.


La escasez, las colas y la inflación son simplemente problemas de productividad y de centralización totalitaria del estado de todas las actividades económicas con un mal manejo de gerencia, parten equivocadamente de la filosofía socialista de la pueril creencia que todo en manos del estado es de precio más justo, más barato y es allí donde se demuestra que lo barato sale caro. El producto más caro es que no se encuentra y el valor hora hombre por cola representaría miles de millones, si manejaran el concepto, pero eso es perder tiempo, lo más fácil es culpar a los malucos comerciantes que gozan viendo las colas, que en los depósitos hay mercancía, eso es lo normal en un deposito. Pero se ocultan en subterfugios, en culpar a los demás de su responsabilidad y de paso aceleran la radicalización del proceso mal llamado revolucionario el cual nos lleva hacia el comunismo real, el de la miseria al estilo cubano y de Corea del Norte. Quien no lo quiera ver o no lo crea está ciego, Las colas y la escasez llegaron para quedarse, ellas forman parte esencial del sistema comunista, estamos viviendo como un auto sin gasolina que aprovecha la bajadita para seguir rodando por inercia. al llegar a lo plano se detiene y no hay quien lo mueva. Más expropiaciones, criminalizar la actividad comercial, hacer del comerciante un delincuente es un triunfo ideológico de los comunistas, pero se olvidan que el problema no es ideológico es la economía y esta estallará tal como ha ocurrido históricamente donde se han implantado estas formas de manejar la producción y distribución de bienes y servicios. Recuerden que el muro de Berlín se cayó solo, después que costó miles de vidas. Cuba hay se abre al capitalismo, no le queda alternativa y Venezuela se radicaliza que estupidez.

La crisis económica en Venezuela se prolonga en el tiempo, se profundiza y cada minuto que pasa el empobrecimiento se palpa, en especial en los grupos más vulnerables, en la pauperización de la extinta  clase media, la economía socialista profundiza la brecha entre una minoría que tiene dólares para comprar a precios internacionales  y una masa que solo maneja bolívares devaluados. El gobierno silenciosamente expropió el poder de compra del venezolano. En nombre de la redención, de la liberación, igualaron la clase media hacia abajo, borraron las aspiraciones y un estilo de vida que costó 70 años de esfuerzo, trabajo y superación, se acabaron aquellos días hermosos en que el sueño de la familia era tener un  hijo o una hija con un título aniversario que le permitía un ingreso razonable, capacidad de ahorro para solicitar créditos con el cual podía  acceder a una vivienda en propiedad horizontal o a una casa con el sistema de ahorro y préstamo, que ya nadie recuerda. Podía comprar su carro a  crédito, educar sus hijos en buenos colegios y hacer su viajecito vacacional, de vez en cuando, comer en un buen restaurant o tener una bellas navidades, con hallacas, regalos, y algunas bebidas. El profesional podía hacer su postgrado en una universidad del primer mundo, gracias al Plan de becas Mariscal de Ayacucho, además si se lo proponía podía hacer un plan de emprendimiento, prosperar e independizarse económicamente. Asesinaron la Venezuela decente del esfuerzo sostenido, del orgullo de tener lo suyo sudado con trabajo de varias generaciones.

El estado socialista odia a la “pequeña burguesía”, (Clase media) la considera su principal enemiga por lo tanto se fijó la meta de exterminarla como clase social, cerrando la movilidad social, creando una sociedad de estamentos fijos que habíamos superado en el siglo XIX Las aspiraciones de progreso y prosperidad de la pequeña burguesía están en abierta contradicción con los fines de la revolución. Así lo han manifestado voceros calificados del chavismo han dicho siempre que no pueden acabar con la pobreza, porque allí está su clientela política, “Sacarlos de la pobreza es hacerlo escuálidos”, es decir un enemigo. Al contario hay que hacer de la clase media proletarios profesionalizados. Sin ninguna posibilidad de crecer, ni de aspirar, sino de sobrevivir, golpeados por carencias como el agua, la electricidad, los servicios. Ni siquiera se  puede disfrutar de la visita a un centro comercial, los cuales ya están condenados a desaparecer. La inseguridad nos condena al ostracismo, los profesores y profesionales se van a cualquier parte del mundo buscando un mejor futuro, pero sobre todo la inseguridad nos obliga a huir. Las universidades tendrán que cerrar y solo quedará una sociedad donde impera la mediocridad, el pillaje, el malandreo, las malas maneras, el abuso. Una Venezuela que yo personalmente rechazo como una falsificación, como una pesadilla.

Ese sistema impuesto no tiene viabilidad y dentro de poco tiempo será  un ingrato recuerdo, una mala experiencia, una equivocación histórica. Estamos seguros.




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