TIPOS POPULARES DE CÚA. SIGLO XX





 
El popular "Guarupa" en la plaza Bolívar, al fondo el bar El Polo.
   ALGUNOS TIPOS POPULARES DE CÚA EN EL SIGLO XX 

Los pueblos al igual que tienen sus ilustres ciudadanos, sus intelectuales, sus músicos, poetas y deportistas destacados, también tienen esos personajes populares que marcan el recuerdo de las generaciones  e identifican un período en la historia de un pueblo

MAYORAL.:

Para un cueño de los años 30 y 40 el nombre de “Mayoral” es un recuerdo imborrable. Pocos saben si se llamaba José, Antonio o Rafael, pero todos recuerdan que las mudanzas en Cúa no se hacían en carreta o camiones. Quien necesitaba trasladar un escaparate, una cama o un catre, no importaba el peso del objeto, se llamaba a Mayoral. Este se ocupaba de hacer la mudanza y los costos no eran tan elevados. Si un carretero pretendía cobrar 6 bolívares, Mayoral lo hacía por 2,50. El hacía los mandados, buscaba leña, prácticamente era una especie de máquina humana. Además era de trato afable y respetuoso.






ROSA LA MANCA:

El paso de “Los Claveles” era la entrada obligada para quienes venían del Sur: San Casimiro, el Yagual, Los Rosos, Los Berros o la Calichoza al pueblo Cúa. Era el paso del Tuy, cuando este lo permitía, al cruzar el río se tomaba el camino del “Calicanto”, vieja acequia de la época colonial, donde los cargadores de enfermos o de difuntos. Se conocían por el color de la “campechana” que les cubría, si era rojo venía con vida, si era negro, traían un cadáver. Allí descansaban antes de tomar la ruta del cementerio o el hospital. En muchos casos la espera era por el ataúd de solemnidad, el cual se utilizaba para trasladar los difuntos desde el calicanto al cementerio. Una vez en el Camposanto, el cadáver se sacaba de la urna y se enterraba envuelto en la cobija y la urna, estaba lista para otro pobre.
Rosa “La Manca” había transformado el tronco de un corpulento árbol de Caro, ubicado en el calicanto en su residencia. Era una cueva hecha dentro del Caro, Allí dormía, y vivía de la caridad pública. Su pasatiempo era tomar caña, por cual estaba todo el tiempo borracha, pero a los momentos en que le sacaba mayor provecho era cuando llegaban los entierros. Pues la mayor parte de los cargadores traían sus botellas y Rosa  siempre recibía su parte de licor.

GUARAMATO:

 Era un hombre corpulento que caminaba por las calles y vivía de la caridad pública. Se caracterizaba por anunciar la muerte de cualquier persona, que a él se ocurriera, aunque estuviese viva. Gritaba por la calle _”Juan Zutano se murió “Padrino-“ya lo van a enterrar” “Lo agarró la Coromoto”. Se refería al nombre de la funeraria local Así llegaba con su grito hasta la Plaza Bolívar y regresaba pero con otro nombre de otra persona gritando a todo pulmón-“Se murió Rafael Pérez”. Escogía nombres de personas reconocidas, de comerciantes, de políticos. Generalmente eran nombres de hombres, nunca nombraba mujeres. Los muchachos como siempre, a la salida de la escuela, le gritaban “Guara mato se murió” y  lanzaba una piedras con una fuerza extraordinaria, si hubiese sido un “pitcher” de béisbol hubiese tenido mucho éxito. Con los años fue recluido en un asilo de Charallave, donde murió.

LA LOCA JOSEFA:


Quien  haya vivido en Cúa en los años 50 y 60 no recuerda aquella loca hablando sola por la calle, con una perolita de comida en la mano y con la cara pintada con color onoto, haciendo las veces de rubor en sus mejillas. Ella parece que discutía con unos duendes que sólo existían en su mente perturbada.
Jesús Manuel Reverón Blanco le escribió unos versos en su “Canto a Cúa” en sus primeras estrofas  dicen así:



            Entre el barullo del día
            Lleva un pañuelo rosado
           Carreteando con la ausencia              
            y el vestido recogido
           Anda la “loca Josefa”
           un perol de mendiguillo
           Vociferando y cantando.                   
           Lleno de pena y olvido

VENTURITA:

Era un personaje popular a finales de los cuarenta y comienzo de los cincuenta, que en sus correrías por el pueblo, un día por poco le cae la pared del cementerio encima y algún poeta mamador de gallo le arreglo los versos de una canción de moda en la época llamada “El Caimán” que decía  así:

   PREGUNTALE A VENTURITA
   LA HISTORIA QUE LE PASO
   QUE LA PARED DEL CEMENTERIO
   DE VAINA NO LO MATO.
                                      
              Como respuesta a los versos Venturita le largaba una andanada de piedras, acompañadas de sus respectivas groserías, también a ritmo de porro.


LOS CIEGUITOS DE MARIN:

Era 3 hermanos Augusto, Pedro y Rómulo  por alguna razón tenían graves problemas de visión. Caminaban por las calles de Cúa y otros pueblos, incluso iban a Caracas tratando de conseguir  que la caridad pública les ayudara a sobrevivir. Augusto  veía más que Pedro y Rómulo y hacia de guía; caminaban siempre agarrados de la mano, uno detrás del otro. Pero la viveza siempre presente hacía que el de mejor visión se aprovecharan de otros a la hora de repartir las ayudas recibidas o cuando se freía cochino Pedro o Rómulo preguntaban por el olor, para saber si la fritura era en casa, Augusto respondía “El olor a marrano viene del lado”, para no compartir el exquisito puerco pues no era comida de todos los días. Estos ciegos se fueron muriendo uno a uno y sólo nos quedan sus recuerdos.

ANTERO, EL CARGADOR DE SANTOS:

Desde la época colonial muchas personas por razones de “promesas” hechas a los santos o como un medio para lograr alguna ayuda económica, se les veía caminar de pueblo en pueblo con un pequeño santo portátil, dentro de un retablo hecho de madera en forma de pequeña capilla. El portador del santo llegaba a una casa generalmente del campo, colocaba su capilla portátil en un sitio importante del hogar, donde se le rendía culto, con velas, rezos y en algunos casos dependiendo del santo con cantos de velorio. Mientras esto ocurría el portador descansaba y comía bien, en algunos casos hasta se tomaba sus palitos de caña o ron. Los asistentes residentes de la casa o vecinos también hacían sus ofrendas en dinero efectivo y también en especie, como huevos, gallinas, caraotas y algunas frutas. Terminaba la exposición del santo en ese lugar y el cargador continuaba su recorrido, el cual la mayoría de las veces, estaba preestablecido durante el año.
Antero fue el último de estos portadores de santo, .hacía su recorrido por las calles y campos cercanos  a Cúa. Lo caracterizaba un problema al caminar era “cojo” y le decían “punto y coma” por su peculiar forma de caminar.


SAPO RAYADO:

Pedro era un hombre muy trabajador, según cuentan quien necesitaba rebajar a pico y pala un cerro, el mejor trabajador era él. Pero tal vez una enfermedad (epilepsia) sin tratamiento, le fue perturbando la mente. Pedro cuando se enojaba al oír el grito de los muchachos, diciéndole “sapo rayado”   crujía los dientes y producía pánico a su alrededor. Pobre del muchacho que agarraba, pues le clavaba los dientes y no lo soltaba hasta que algún adulto se lo quitaba.
Otros personajes de distintas épocas: “As de Copas”, “Bola Mala” “Guarapa””El Negrito Valentín”, “Raspa la Yuca”, “El Manco Florencio”.”Chiva de Oro”.





Comentarios

  1. Excelente reseña, cua tas vivencias en este singular pueblo, siempre atento a su historia y costumbres.

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  2. Excelente reseña, cua tas vivencias en este singular pueblo, siempre atento a su historia y costumbres.

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  3. Gracias Manuel, refrescate mis recuerdos de la infancia y las travesurass que la muchachada haciamos con algunos de los personajes por ti comentado....

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  4. Saludos Orlando. Mil gracias por tu comentario. esa es la razón de nuestro trabajo.

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  5. Muy bueno felicidades gracias

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  6. Gracias Profesor por escribir estas historias...muy bueno saberlo.

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