EL PRIMER AVIÓN QUE PASÓ POR EL TUY
CRÓNICA Manuel V. Monasterios
Mientras en Venezuela
el general Cipriano Castro bregaba contra posibles alzamientos de caudillos y
el general Gómez pacificaba al país, en los Estados Unidos se empezaban a
desarrollar las tecnologías que cambiarían al mundo. En 1904 los hermanos
Wright realizaron el primer vuelo de un
aeroplano. El hecho significó un paso trascendental y así lo recogió la prensa
mundial. En Venezuela el General Román Delgado Chalbaud, accionista de la
primera línea de barcos de cabotaje del país, (CVN) le pareció interesante
conocer de cerca la nueva forma de transporte que podía vislumbrar en un futuro
algún tipo de negocio, convenció al general Juan Vicente Gómez su compadre y
socio, quien era presidente desde 1908, para que se invitara a un piloto
norteamericano llamado Frank Boland, quien se dedicaba a promover los nuevos
aparatos voladores.
Así fue como a bordo
del vapor Maracaibo, propiedad de la empresa de general Delgado, llegaron al
puerto de la Guaira Boland y su asistente Charles Heoglich con dos aviones y un
biplano desarmados y de inmediato se dedicaron con empeño a poner a punto
aquellos primitivos aviones de dos alas construidos de bambú y lonas, se
utilizó como primer aeropuerto el Hipódromo del Paraíso, se fijó como fecha
magna del primer vuelo el 26 de septiembre de 1912.
El día del evento,
jamás visto en éstas tierras, se movilizó la curiosidad de todos los
caraqueños, desde tempranas horas cientos de personas se dieron cita en el
Hipódromo, no para ver una carrera de caballos sino un aparato muy extraño que
podía volar, las entradas las vendía entre tres y cinco bolívares, dependiendo
de la ubicación en las tribunas. Al primer vuelo asistió personalmente el
presidente Juan Vicente Gómez con sus ministros, las autoridades locales,
empresarios y comerciantes interesados en la novedad. La gente hacía apuestas a
que no levantaba el vuelo, otros decían que se caería al primer intento; los que no tenían como
pagar la entrada se fueron al cerro de El Calvario para tener una buena
panorámica del suceso.
Este primer vuelo
duró 27 minutos y se sobrevoló la ciudad de este a oeste, tanta era la
admiración por aquel insólito hecho, que el humor caraqueño empezó a llamar
jocosamente al piloto Boland como el hombre con “Bolas”. Dado el éxito
económico de la presentación hicieron contratos para volar en Valencia,
Maracaibo y Ciudad Bolívar. Boland tomó la determinación de llegar a Valencia
en un vuelo, pero la ruta pasando por los Teques, dicha ruta mostraba ciertos
peligros si se presentaba la necesidad un aterrizaje de emergencia, fue así
como se tomo la decisión volar hacia el
sur para atravesar los valles del Tuy, pasando por Cúa para seguir la ruta San
Casimiro, San Juan y llegar a Valencia.
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El pueblo caraqueño en el Hipódromo del Paraiso primera pista de aterrizaje |
Fue así como el 29 de
septiembre de 1912 el avión de Boland, con doble carga de combustible levantó
vuelo pasando por los valles del Tuy en horas de la mañana, la mayoría de los
habitantes de estos valles no tenía ni la más mínima idea que podía existir un
aparato que volara, los campesinos en sus conucos caían de rodillas rezando para
conjurar al demonio, un arriero que subía por la Cortada de Papelón aseguraba
que había visto una inmensa bruja que volaba y roncaba como un una “tigra
paría”. La noticia corrió de pueblo en pueblo, cada quien que había tenido el
privilegio de ver aquella cosa volar, lo cantaba a su manera, agregándole elementos de su
propia cosecha, los templos se llenaron de feligreses arrepentidos de sus
pecados, pidiendo perdón porque aquella visión era una señal del fin del mundo
que se venía anunciando desde el paso del Cometa Halley en 1910. Ahora si llegó
la hora decían con la voz agitada. Ese revuelo general se hizo casi frenético,
como único tema de conversación, así pasaron varios meses, hasta que algunos
que habían leído la noticia en la prensa que llegaba con retraso, del primer
vuelo caraqueño. Empezaron poco a poco a explicar la verdad de lo sucedido, sin
embargo muchos años después en toda la ruta de Boland por el Tuy surgió la
leyenda de un demonio que volaban haciendo un espantoso ruido y así se trasmitió de padres a hijos.
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