Cúa. Las Viejas Posadas.



 La viejas Posadas de Cúa.
Las comidas de aquellos años.
Manuel V. Monasterios G.

Las posadas del siglo XIX eran establecimientos que funcionaban en casa grandes generalmente de corredores donde los viajeros podían descansar, bañarse, comer y divertirse, también se les prestaba servicio a los caballos y bestias que traían los viajeros.

Para finales del siglo XIX habían en Cúa  varias posadas, muchas de ellas ubicadas en la calle el Laberinto, hoy El Carmen, la calle El Ganado hoy los Jabillos y la calle Roscio, conocida también como El Malabar, hoy Zamora. Allí llegaban los llaneros, quienes traían las puntas de ganado del  Apure y Guárico. Las posadas  habilitaban los corredores, donde los vaqueros que venían del llano, colgaban hamacas y dormían cerca de sus animales y bestias que también  recibían buen trato y pacas de malojo en las pesebreras. Algunas posadas tenían más comodidades, con catres, aguamanil y buen resguardo. La comida era muy sencilla pero muy sabrosa, durante la semana la caraota, el quinchoncho y el tapiramo en todas sus formas, el arroz, los plátanos, la carne tipo mechada, pero seca, y los desayunos la carne mechada  con huevos revueltos, se utilizaba mucho la carne salada y seca, las arepas, las hallaquitas, el queso llanero y de mano. Los fines de semana siempre se beneficiaba el marrano que se aprovechaba en todas sus formas: Chicharrón, morcilla, el teretere, la carne, las costillas, los perniles, hasta la manteca que se utilizaba para freír.



 Se hacían  sabrosos chorizos con carne de marrano y especies. Se preparaban los asados en salsa, los famosos sancochos de gallina, de costilla de ganado, de corroncho tuyero, con verdura representada por la yuca, el ñame, el ocumo, la auyama, la famosa carne asada con yuca o con casabe. También tenía fama el mondongo. En las épocas especiales del año como navidad era la hallaca en condumio infaltable. Hecha a la manera central, con gallina, .carne de cerdo y carne de ganado con un pequeño toque de papelón y vino dulce, además de las pasas, las aceitunas, y los demás adornos. Durante la Semana Mayor se cumplía con el precepto cristiano de no comer carne y hacían su aparición en las mesas el pescado, fundamentalmente el pescado salado: el bagre, el coporo y algunos que podían comer el carite de mar, otros comían chigüiro salado que traían los llaneros, condumios que eran preparados: guisados, al escabeche o sudados con verduras.  En los alrededores de la Iglesia habían vendedores ambulantes de comida, que ofrecían una arepa con sardina enlatada o con salmón enlatado, productos importados, que la gente llamaba “lapa” Los domingos era infaltable el sancocho de gallina en el almuerzo, también se hacían en guiso... En esa época se comía mucha carne de cacería pues abundaban los venados, las cotizadas lapas, los cachicamos y cochinos de monte o báquiros También se acostumbraba en temporada a  consumir los huevos de iguana. Se podía también comer el camarón  y otras especies extinguidas del río Tuy.


Los dulces venían desde la época de la colonia y eran muy famosos, el pan de horno, especialmente  de Yare, también se comían las polvorosas, los besos de coco, las conservas de coco y papelón, el majarete, el tequiche, las acemitas y el templón El pan de trigo, especialmente el dulce, era una golosina muy especial  que no se podía comer con mucha frecuencia por su precio., No había viajero que al llegar a su casa no trajera de obsequio largos bollos de pan sobado, pan isleño o pan dulce que se compraban en las panaderías del camino y tenían el nombre de “pan de Guayas”

En cuanto a las bebidas el guyoyo era muy popular, las bebidas espirituosas no eran muy variadas, todos los negocias tenían unos grandes frascos llenos de concha de piña y papelón, con lo cual resultaba un guarapo bastante fuerte y a la mayoría de la gente le gustaba, a pesar de lo indigesto que resultaban, pues no se conocían las neveras, ni el hielo. Las primeras neveras que llegaron a Cúa en los años 30 eran de Kerosén y en los negocios se enfriaban las bebidas con hielo en panela que traían de Caracas. También se acostumbraba a tomar  unas bebidas que llamaban caratos hechas de guanábana, de parcha granadina y de “acupe”, que no era otra cosa que maíz fermentado. La cerveza solo se conocía en la ciudad capital, Ya en los   años 30 se vendía cerveza, cuyo enfriamiento se hacía con hielo de panelas que llegaba de Caracas los viernes. Protegido con aserrín para que no se derritiera. Las bebidas espirituosas eran fundamentalmente el aguardiente de caña, con sus derivados de berro, malojillo, malagueta, naranjita y un aguardiente muy especial, en cuya botella había siempre una culebra macerándose y la utilizaban como medicina contra muchas enfermedades como el pasmo, los  dolores articulares o reumatismo. 


El famoso Zamurito cueño se empezó a consumir desde comienzos del siglo XX, era muy simple aguardiente de caña y maceración de ciruelas pasas, muchos años después el señor Oscar Paz, inventó una fórmula que combinaba vino dulce, aguardiente, melado de azúcar y pasas maceradas que tuvo mucho  éxito y reconocimiento nacional, hoy pocas personas se ocupan de fabricarlo, cuando El Zamurito podría un producto bandera de la región. También era famosa la Guarapita una combinación de jugo de naranja, limón, azúcar y aguardiente de caña, se reconocía entre los expertos que la mejor guarapita era la fabricada por Don Luciano García con aguardiente de la hacienda El Yagual. En competencia siempre El Zamurito y La Guarapita. También tomaban el ron y los más pudientes que tenían la posibilidad de tomar el brandy importado, en esa época casi no se bebía el escocés. La vida gastronómica no era muy sofisticada, ni refinada, con excepción de la hallaca, pero con sabores y olores jamás superados. Hablar de los precios de los productos alimenticios en aquellos años, de su abundancia, jamás hubiese pasado por la cabeza de los cueños de comienzos del siglo XX ,hoy cien años después la mayoría de la gente tendría que hacer largas colas bajo el sol y la lluvia para comprar . No se imaginaron que un cartón de huevos podría valer un millón de bolívares de los de hace cinco años. Con ese dinero se podían comprar 10 casas en la Cúa de los años cincuenta. Un Ford de tablitas de los años 20 valía 6.000 Bolívares con ese monto hoy no se puede tomar ni un café. Creo que aquella Venezuela primitiva, con muchas limitaciones, con pobrezas pero sin miserias, donde no se conocían los crímenes, ni los robos, ni los delitos de hoy era mejor para vivir que esta absurda miseria en que hoy estamos sumergidos. Los pueblos deben cambiar para ser mejores, para dar mayor calidad de vida, pero este pueblo cambió para hacerse peor, es una lástima que así sea. 





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