MEMORIAS
:EL BUEN COMER.
LAS COCINERA S
DEL TUY HICIERON SU APORTE A LA GASTRONOMÌA CARAQUEÑA A COMIENZO DEL SIGLO XX.
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EK ASADO NEGRO. |
La cocina
tradicional no nació al calor de grandes chefs, ni cocineros de grandes
restaurantes, la cocina típica caraqueña nació en el hogar con cocineras que
llegaban a la capital desde los valles de Tuy, con influencias posteriores de
la inmigración martiniqueña. las cocineras que llegaban a la capital de los
valles del Tuy eran reconocidas por los hogares pudientes y restaurantes,
tenían fama y contratadas porque eran muy buenas y pulcras, en aquellos de la
colonia y muy entrado el siglo XX años no se aplicaban normas sanitarias en el
manejo de alimentos en pueblos ni ciudades y las moscas jugaban dominó con las
cucarachas y ratones en los ventorrillos de los mercados y las cocinas. No existía
refrigeración y las carnes se tenían que salar para evitar su descomposición.
Desalar las carnes era proceso complicado y las buenas cocineras eran expertas en
los procedimientos y en la elaboración de platos cuya base era el llamado
popularmente tasajo. El revoltillo de huevos con carne de tasajo adobada con
comino, pimienta, orégano, tomate y sal era un gran desayuno, acompañada con
una arepa de budare queso blanco frito y una taza de café con leche.
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PABELLÒN CRIOLLO |
Poco a poco el ambiente oscuro, ahumado de los fogones fue cambiando. Las cocineras
tuyeras mantenían limpios sus sitios de trabajo, libres de alimañas, que
alejaban con productos naturales elaboradas por ellas como el ajo con
aguardiente, los polvos de bicarbonato con rayaduras de raíces, la legía, el azulillo,
la cal y otros productos. Aparecieron las primeras cocinas de Kerosene.
A veces
era tanta la negligencia en el manejo de desperdicios que los vecinos sabían
cuando se comía gallina pues botaban las vísceras a los techos para que los
zamuros se dieran banquete.
. Cuando
las cocineras del Tuy comenzaron a tomar las riendas de las cocinas, muchas
cosas cambiaron para bien, tanto en el aseo como en la producción platos de
gran calidad, postres y dulces. El sancocho de gallina, el asado negro, las
arepas de maíz pilado y las hallaquitas, las tortas, las hallacas y bollos
tomaron una nueva dimensión, una sazón que hoy se indica como caraqueña y que
recoge magistralmente el gastrónomo Don Armando Scannone en sus libros de
cocina caraqueña. En esos libros se resumen 300 años de influencias de una
cocina que une lo español, lo indígena, lo africano, con recetas y técnicas
francesas llegadas con martiqueños, la influencia italiana en salsas y pastas,
la influencia española en arroces y cocidos. Una cocina que podíamos llamar de fusión
que llegó su máximo esplendor y a tener
fama universal en los años 50 y 60.
El petróleo
nos trajo la influencia gastronómica norteamericana, ya en los años 50 en los
supermercados CADA se podían comer buenas hamburguesas, pizzas, helados preparados,
también en los famosos Tropiburguer, la todavía vigente Crema Paraíso con
magnificas hamburguesas y malteadas y en las calles empezaban los puestos de
comida rápida ambulante con los perros calientes.
La moneda fuerte, una economía fundamentada en
ingresos petroleros se hizo atractiva para los mejores chefs del mundo. La
gastronomía caraqueña no tenía nada que envidiarle a Madrid o Roma en el uso de
la materia prima importada, les daba a productos de la cocina nacional
distinción universal.
Hoy, a
pesar de la crisis quedan buenos restaurantes, pero en nuestro paladar de
estudiantes de aquellos años nos queda la memoria gustativa de una cocina
sencilla, auténtica que nos llegó de Europa con la inmigración de la post
guerra, en aquellos años, en todo pueblo de Venezuela había una pensión o un
restaurante regenteado por inmigrantes, que nos llevaron a ser el segundo país
del mundo mayor consumidor de pastas y a probar las mejores paellas mixtas,
De esos años recordamos en Cùa la comida de
Doña Alejandra de Borrajo en el Bar Español de Don Miguel, el Hotel Italia en
Charallave, en Ocumare los estudiantes disfrutábamos de muy buena comida italiana
en un restaurante de una familia italiana de Don Emilio Abrante, el cual quedaba
frente al Instituto Maracaibo. Un plato de buena pasta costaba 1,25 Bs. Un buen
bistec con ensalada 2,50 Bs. en Santa Teresa se distinguía por la calidad un
restaurante italiano del señor Leone.
El venezolano se acostumbró a comer bien, el
caraqueño se distinguía por la variedad de comida internacional y los tuyeros disfrutábamos
también de restaurantes tradicionales de comida tuyera como el Demócrata de Charallave,
en Cùa los hermanos Delgado, la casa de Don Rafael Serrano, (El Capitán) donde
su esposa entregaba a los comensales que tenían el privilegio de comer en su
hogar una comida tradicional tuyera inigualable y le mejor queso de mano.
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POLVOROSA DE GALLINA. |
Ahora las cosas han cambiado, lo que ayer nos colocó
a la vanguardia del mundo gastronómico, hoy se empeña en llevarnos nuevamente
al primitivismo, al ventorrillo y la fritanga callejera, a la venta de carnes
sin control sanitario. Al consumo de bebidas adulteradas, a ver la carne solo
en fotos, a inventar mayonesa de ñame, o hamburguesas de lentejas, carne
mechada de cascaras de plátanos, consumir salchichas de desperdicios cárnicos.
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PAELLA MIXTA |
Consumir hoy una hayaca como manda la tradición
con gallina, carne vacuna y marrano es un lujo inalcanzable para la mayoría de
los venezolanos. El costo de una hayaca bien hecha está en el orden de los 80.000
Bs. Y la venden en 200,000 Bs. Fin de
mundo.
La gastronomía venezolana, a pesar de la
crisis, sigue su curso con la seguridad que esta mala hora tendrá que pasar.
Gracias por tan buen reportaje. Y sobre todo por los deseos de que esta mala hora llegue a su fin pronto
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