Los arrieros del Tuy un recuerdo al pasado.


   LOS ARRIEROS DEL TUY.
                                          “Arrieros somos y en el camino andamos”


 Desde los años de la colonia, hasta la segunda mitad del siglo XX la movilización de mercancías y enseres entre los valles del Tuy y Caracas se hacía a lomo de bestias, especialmente burros y mulas. La arriería era una profesión respetable, cualquiera no tenía 12 burros o seis mulas para convertirse en arriero. Siempre fue un trabajo donde predominó la migración canaria y sus descendientes. Los caminos carreteros no permitían el paso de carretas. En 1878 el presidente Alcántara viajó a Cùa con motivo del terremoto y en Maitane el carruaje desbarrancó y murió el auriga (conductor) y el presidente quedó lesionado.

  En aquellos años aperar un burro era dotarlo de la enjalma y todos los adminículos necesarios como los cinchas y guruperas, bozales. Para para recorrer aquellos peligrosos caminos, en muchos casos los bandidos esperaban al acecho para asaltar a los arrieros, especialmente si sabían que llevaban en sus alforjas morocotas o monedas de la época. Los arrieros estaban autorizados para usar armas, escopetas, machetes, cuchillos y las cinchas que usaban como correas tenían además de la cartera, la funda para el machete o el cuchillo una revolverá. Además, los arrieros eran expertos en el uso del garrote de vera y encabullado. Quien puso fin a los asaltantes de caminos fue el gobierno del general Gómez.
La jornada en tiempos de verano se hacía en tres días, en el camino había posadas y negocios especialmente acondicionados. En Charallave en el Placer, junto al paso de la Quebrada, en la Bonanza, Maitana, Agua Fría, La Cortada del Guayabo, La Mariposa, Turmerito. El sitio de llegada era generalmente El Valle, muy pocos llegaban a la ciudad. Las casas comerciales recibían los frutos, las verduras, los huevos, las gallinas, quesos, el carbón y a su vez los dotaban de los encargos para los negocios del Tuy como   telas, zapatos, botones, bebidas, algunos enlatados que empezaban a llegar de Europa, harina de trigo, dulces, pasas, aceitunas, alcaparras, quesos amarillos holandeses, periódicos y en algunos casos muebles y enseres.


 Mucha fue la madera de las vegas tuyeras que se trasladó en mulas y burros para las construcciones caraqueñas, el carbón, las caraotas y los quesos duros llaneros del Tuy era preferidos, en especial el queso de mano de Charallave, el queso de hojas de Santa Teresa.  El maíz de Ocumare. El comercio era una actividad fluida y permanente, siempre en lomo de burros y mulas. En 1917 llegó el primer
camión a Cùa propiedad de Boccardo y Cía., dueños de la hacienda Marín, donde se producía azúcar moscabada y unas colitas rojas (bebida refresco).

 Poco a poco los camiones sustituyen a los arrieros, el tren también que llegaba a Ocumare trasladaba mercancías y pasajeros en un trayecto que pasaba por Santa Lucía, Petare, hasta la estación central en el sector Las Quebraditas (Cerca de la Mezquita caraqueña construida recientemente).
 Con esta crónica queremos recordar el arrierismo una actividad que duro hasta los años 50, En Cùa las casas comerciales tenía en las aceras unas argollas para amarrar las bestias y en la plaza Bolívar había un cartel que prohibía amarrar los burros en los mamones de la plaza, bajo pena de multa y arresto.

 De esa época nos queda una expresión muy venezolana:” Pedir o dar la cola” En otros países es un aventón para nosotros es una colita y su origen se remonta a los antiguos caminos de recuas donde el transeúnte de a pie les solicitaba a los jinetes que les permitieran agarrase a la cola de la bestia para subir las duras cuestas de manera más fácil



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