LA CUEVA DE ÑA PLÁCIDA EN LA MAGDALENA



                            La Cueva de Ña-Plácida.
                                     




Jurisdicción del  Municipio Rafael Urdaneta.
                                                                                                                                                    Manuel Monasterios
 Las cuevas de “El Peñón” en Ocumare del Tuy y la de” Ña Placida” en el sector La Magdalena están referidas al mundo de la leyendas, se afirma, sin mayores pruebas, que ambas están unidas por una larga y estrecha galería donde habitan los encantos y también el más importante mito del Tuy :”MAURICIO” el guardián de las montañas.
Estudios realizados a mediados del siglo XIX y a comienzo del siglo XX por científicos de la época como Francisco de Paula Álamo y Simón Ugarte se establecen con claridad que el sistema de montañas del Tuy” pertenece al sistema cámbrico, con una serie esquitos y de roca caliza metamórfica, que reposando sobre gneis y granito”  Materia prima fundamental para la fabricación del cemento, estos yacimientos dieron origen a la instalación en el Tuy de la Fábrica Nacional de Cemento.
Vista del Tuy desde La Magdalena. Foto Tucuy

La Cueva de Ña Plácida está ubicada a unos 4 Kilómetros de Quebrada de Cúa, en un lugar conocido como Campo Alegre, el nombre tal vez proviene de alguna matrona de origen canario que vivió en épocas muy remotas en el sector.
Según descripción de Don Francisco de Paula Álamo. “La entrada de dicha gruta mira hacia el oriente y tendrá aproximadamente metro y medio o dos de altura, siendo el ancho visible de la base de las rocas de cinco o seis.”
Continúa la descripción de Álamo: “Para descender al interior de la gruta se tropieza con algunas dificultades y como la piedra es inclinada y resbaladiza, hay que quitarse el calzado y bajar apoyado en cuerdas que se atan sólidamente a la entrada”.
Como veinte cinco o treinta metros de profundidad se encuentra la primera sala, un espacio como de cinco metros cuadrados donde apenas llega la luz solar débilmente.
“En esa sala se encuentra una concreción cristalina de piedra que al herirla con un martillo u otro instrumento vibra como una campana, debido quizás a su homogeneidad”.
“En esa sala parte en dirección sur, un pasadizo o galería angosto como de un metro que conduce a la segunda sala del mismo tamaño poco menos que la primera y cuyo piso está cubierto con las deyecciones de los murciélagos y aves nocturnas que tienen allí su guarida”.
“De la segunda sala, parten o irradian varias galerías ascendiendo varias al interior de la montaña, descendiendo otras, pero tan angostas que se hace difícil  su acceso; algunas de estas galerías tienen salidas hacia afuera de la roca y son como balcones de donde se divisa el panorama circundante y de aspecto agreste”.
“Por todas partes de estas  grutas se encuentran estalactitas y por consiguiente gran humedad proveniente de filtraciones a través de las capas de rocas, sobre todo en la época de lluvias”.

Un viajero describe así la sensación que le produjo la visita de las cuevas:
“Desde que se llega frente a esta caverna, se experimenta un vago temor a la idea de descender por esos subterráneos al corazón de la montaña;  las bóvedas, los peñascos, la pátina que el tiempo ha impreso en las rocas, las quiebras y anfractuosidades de las masas rocallosas, los efectos de la luz que proyecta sombrías tintes hacia el interior de las simas; el pensar que una vez dentro podría desplomarse cualquiera de aquellas bóvedas y sepultarnos para siempre, y el misterioso eco que producen las piedras lanzadas exprofeso para espantar cualquier bicho ponzoñoso, todo ese cuadro sobrecoge y pone espanto aun a los más audaces y es muy frecuente que después de protestar valor y resolución para penetrar en las cuevas, retornen muchos sin haber penetrado a la cueva de Ña Plácida.”
“A los que como nosotros fuimos armados de resolución e impulsados por ese secreto coraje del amor propio empeñado, reserva aquella gruta, el encanto de sus maravillas, pues nada más raro y caprichoso que aquella diversidad de formas de las piedras ya formando nichos en las paredes, recubiertos de facetas, ya pilares o columnas graciosas unidas por sus capiteles al cielo de la bóveda, o escaleras ascendentes como las de nuestros púlpitos, resguardadas por su barandilla o pasamanos de piedra reluciente, cristalina y quebrado en mil colores de la luz de los hachones”

foto Tucuy

“En la cueva de Ña Plácida encontró un amigo nuestro muy partidario de estas excursiones, algunas armas antiguas, como trabucos y cubanos; por supuesto perdidas por la oxidación que esas cuevas descompone el aire cargado de nitrato, y huesos, observando las señales de haber sido campamento de alzados, bien fueran federales, o quizás con más probabilidades, patriotas huyendo de la persecución española.”
Así termina su extenso relato Don Francisco de Paula Álamo publicado en 1911 en su libro “El Estado Miranda”  publicado con motivo del Primer Centenario de la Independencia y reeditado en el 2013  bajo los auspicios del Banco Central de Venezuela y la Academia Nacional de la Historia.
Hoy la Cueva de Ña Plácida espera por su incorporación a la ruta turística de la Magdalena.
Bibliografía: Francisco de Paula Álamo. “El Estado Miranda” Segunda edición 2013.
Nota importante: Quienes tienen interés en visitar esta cueva deben saber que  hay presencia de laberintos, inundación periódica, existencia de laberintos infecciosos productores de una peligrosa afección pulmonar llamada HISTOPLASMOSIS (La cueva de Ña Plácida padece de este mal) No es recomendable entrar sin equipos especializados y asesoramiento profesional.



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