“LA
REVANCHA DE LOS PODEROSOS”.
Libro del venezolano Moisés Naim
Nos embelesan con las tres “P”: Populismo, polarización y
posverdad.
“Un libro para entender cómo se obtiene, se usa, se
abusa y se pierde el poder en el siglo XXI. En todo el mundo, las democracias
se enfrentan a un enemigo nuevo e implacable que no tiene ejército ni armada;
no procede de ningún país que podamos señalar en un mapa, porque no viene de
ahí fuera, sino de aquí dentro. En lugar de desafiar a las sociedades libres
con la destrucción desde el exterior, amenaza con corroerlas desde el interior.
Un peligro como este es esquivo, difícil de identificar, de distinguir, de
describir. Todos lo notamos, pero nos cuesta darle nombre. Se derraman ríos de
tinta para definir sus elementos y características, pero se nos sigue
escapando. Nuestro deber, por tanto, es nombrarlo para así comprenderlo,
combatirlo y derrotarlo. ¿Qué es este nuevo enemigo que atenta contra nuestra
libertad, nuestra prosperidad y hasta nuestra supervivencia como sociedades
democráticas? La respuesta es el poder, en una forma nueva y maligna. En todas
las épocas ha habido una o más formas de maldad política; la que estamos
viviendo hoy es una variante vengativa que imita la democracia al tiempo que la
socava y desprecia cualquier limitación. Parece que el poder haya estudiado todos
los controles concebidos por las sociedades libres durante siglos para
eludirlos y, después, contraatacar. Por eso puedo afirmar que estamos ante la
revancha de los poderosos”.
Las elecciones hoy, en
cualquier parte del mundo, se percibe la presencia de las tres “P” a las que se refiere el autor del libro: POPULISMO,
POLARIZACIÒN Y POSVERDAD.
Muchos ciudadanos, incluso empresarios, seducidos por promesas
imposibles, ven con buenos ojos, o al menos con un silencio obsequioso, trucos,
tácticas y estrategias con las que algunos políticos conquistan las intenciones
de último momento. Hay que votar a consciencia y evitar los coqueteos
convenientes que crecen como espuma a medida que aparecen las encuestas, porque
ya bastante experiencia internacional conocemos de cómo terminan en saco roto
las ilusiones fortuitas de los falsos profetas, y de cómo los corderitos que
corren en manada acaban en el matadero víctimas de su propia ingenuidad.
Dice Naím que quien practica el populismo es capaz
de usar cualquier ideología y adaptarla, con el mensaje de que representa a un
pueblo noble explotado por una élite depredadora y abusiva, presentándose como
el salvador de la patria para obtener el poder de “darle al pueblo lo que es
del pueblo”.
Entonces aparece la otra P, la de la polarización,
con la finalidad de amplificar las discordias sociales, las ideológicas, las
generacionales, las religiosas o de cualquier índole siempre y cuando sirvan
para exaltar las pasiones y profundizar los odios. Para ello utilizan la
tercera P, la de la posverdad, una excelente herramienta para engañar y
ensanchar las grietas de la sociedad.
Cuesta ver la facilidad con la que se suben al barco
del populismo los oportunistas de última hora, pasajeros de tercera clase que
necesitan salvar sus egoístas intereses particulares sin importar qué pueda
pasar con el destino del resto de sus compatriotas.
Y los hay de todas las clases y de todos los
pelajes, al final nuestra cultura ha priorizado la picaresca sobre el sentido
común, admira al vivo y siente lastima por el solidario. Por eso resulta casi
candoroso hablar de consolidación de la democracia, de valores, de ética y del
bien común.
Hablar y prometer proyectos inviables que nunca
aparecen, se esfuman o se extravían es deporte nacional, amenazar con torpedear
lo que se ha hecho es una manía de odio incomprensible, aunque más que
incomprensible resulta irresponsable si se trata de proyectos de gran
envergadura. Y así resulte un poco fuera de tono no debemos desistir de
insistir en que es con el sufragio que el ciudadano y la sociedad tienen la
oportunidad de imponer correctivos por encima de una clase política que perdió el
rumbo, es hora de ver el proceso electoral como la oportunidad para
transformar, para trascender y para darle prioridad al concepto de Estado y
seleccionar verdaderos líderes, estadistas que no piensen en el presente de
ellos sino en el futuro de las generaciones venideras.
Es momento de quitarle las cortesías al populismo y
contribuir al devenir democrático de Colombia. Los resultados electorales serán
determinantes para el fortalecimiento institucional del estado, estamos en la
obligación de ser implacables contra el engaño, rechazar el populismo en todas
sus formas y hacer un urgente llamado a los sectores sociales y empresariales
que fácilmente se dejan cautivar y cortejar por los encantadores de serpientes,
de aquellos que cuando obtienen sus propósitos se transforman en verdugos de
los derechos ciudadanos y de la democracia.
FUENTE: DIARIO EL PAÌS. ESPAÑA.
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