La presencia del presidente Linares Alcàntara le dìo proyecciòn y trascendencia nacional al hecho telùrico.

 

MATERIALES HISTÒRICOS SOBRE EL TERREMOTO DE CÙA (12 DE ABRIL DE 1878)

                        RUINAS DEL TEMPLO DE CÙA. FOTO DEL COJO ILUSTRADO 1894

Investigaciòn y recopilaciòn  : Manuel V. Monasterios G.

marzo del 2022.

La inestabilidad de los terrenos donde está Cùa obligaron a plantear una mudanza del pueblo a su antigua ubicación en la hacienda Marín.

Es a partir del terremoto de Cùa en 1878 cuando se inicia la investigación in situ sobre la magnitud y las intensidades de los terremotos (Grases et al., 2012)

Se tienen los informes redactados por el doctor Ernst, los cuales desmienten la hipotética existencia de un volcán en las profundidades de la colina en donde reposa la ciudad de Cúa, siendo las erupciones volcánicas internas, en la mentalidad de la época, las posibles causantes de los terremotos.

Las únicas viviendas que quedaron en pie fueron los ranchos de bahareque.

“El epicentro de este terremoto pudo ubicarse entre las poblaciones de Cúa y Ocumare del Tuy, siendo destruida en ese evento la villa de Cúa y afectadas las poblaciones de Charallave, Ocumare del Tuy, Santa Teresa del Tuy, San Francisco, Tácata y San Casimiro. El registro total de afectaciones y pérdidas por este evento difiere según varias fuentes de información, siendo para esa época reseñado entre 400 a 2000 muertes (el censo del comerciante local Andrés de La Morena indica sin embargo una cifra no superior a los 70 fallecidos), el colapso total del templo (solo sobrevivió una columna y su capitel), centenares de viviendas colapsadas, y la devastación de las Haciendas: La Consolación, El Palmar, San Rafael, El Conde, Souza, Tovar, Mendoza, Calabozo, Piñate, Santa Bárbara y Oviedo y daños menores en las poblaciones aledañas previamente citadas.
“Reseñas sobre testimonios de los pobladores refieren la ocurrencia de hundimientos del terreno y el haber oído crujidos fuertes. El hecho de que este evento ocurriese pocos días antes de la semana santa y sucesos relacionados a un párroco local (José María Céspedes) le confirieron elementos sobrenaturales dentro de los pobladores. Luego de la devastación la población de Cúa recibió la visita del presidente de la República Francisco Linares Alcántara quien recorrió las áreas afectadas, dándole a este evento una connotación nacional. Otro elemento de interés se presenta como un efecto co-sísmico a la ocurrencia de este fenómeno, ya que como iniciativa para la asistencia de las personas afectadas el “Colegio Smith” conformó una Junta Benéfica de carácter voluntario que entre sus objetivos se planteó la construcción de un orfanato que diera hogar temporal a los niños huérfanos a causa del terremoto; dicha institución logró brindar asistencia no solo a los niños de la región ya que también recibía infantes de la ciudad capital”.( Diario La Opinión Nacional  abril de 1878.)

El terremoto del 12 de abril de 1878 Ocurrió a las 20:41 minutos de la noche, el terremoto de Cúa es considerado como uno de los eventos adversos más resaltantes de nuestro siglo XIX, ya que sus efectos repercutieron en Caracas, La Guaira, Puerto Cabello, Valencia, Maracay, La Victoria y Los Teques (Centeno Grau, 1969, p. 251), pero no fue sino en los valles del Tuy donde tuvo mayor impacto la catástrofe, afectando, especialmente, el desarrollo socioeconómico de la ciudad de Cúa, considerada por muchos como la “más bella y floreciente” del río Tuy (La Opinión Nacional, Caracas, 16 de abril de 1878, p. 4).



 Este sismo también da cuenta de los primeros trabajos de campo acometidos en el país, en materia sismológica; de hecho, es a partir del terremoto de 1878 cuando se inicia la investigación in situ sobre la magnitud y las intensidades de los terremotos (Grases et al., 2012).

El trabajo del doctor Adolfo Ernst incluye, en líneas generales, descripciones detalladas sobre la topografía de los valles del Tuy y la parte centro-norte del país y un análisis de los daños ocasionados en la estructura urbana de las poblaciones afectadas por el sismo. Este último punto contiene recomendaciones sobre la calidad de los materiales y las tipologías constructivas útiles para el diseño y elaboración de viviendas contra temblores.


                              Dr. Adolf Ernest

HISTORIA Y PATRIMONIO Del 30 de junio al 4 de julio de 2014 ▪ Trienal de Investigación ▪ Facultad de Arquitectura y Urbanismo ▪ Universidad Central de Venezuela 575 Con respecto al primer punto, se tienen los informes redactados por el doctor Ernst, los cuales desmienten la hipotética existencia de un volcán en las profundidades de la colina en donde reposa la ciudad de Cúa, siendo las erupciones volcánicas internas, en la mentalidad de la época, las posibles causantes de los terremotos.

 En su informe del 22 de abril de 1878, Ernst, explica que las grietas aparecidas en el suelo por las continuas sacudidas, así como también el carácter arcilloso de la tierra, no significaban “la existencia de ningún foco volcánico en aquella localidad, puesto que no ha habido ninguna erupción de materias que lo indiquen, ya que las arenas levantadas en algunas grietas son de la propia naturaleza que las del lecho del río Tui (sic) y las mismas pequeñas grietas abiertas pueden ser efecto de la larga sequía” (La Opinión Nacional, Caracas, 22 de abril de 1878, p. 3). Incluso, años antes del terremoto de Cúa y de las anotaciones de Ernst, el geólogo alemán Hermann Karsten (1844-1856) había referido a las características topográficas de los valles del Tuy que, a su parecer, estaba compuesto en su mayoría por rocas calcáreas y metamórficas, lo suficientemente sólidas y resistentes como para atribuírseles un terremoto de origen volcánico (La Opinión Nacional, Caracas, 2 de mayo de 1878, p. 3). Él decía que, por el contrario, la idea de derrumbes y desplazamientos interiores de grandes porciones de rocas, resultaba más plausible, ya que las formaciones calcáreas abundan en cuevas o grandes cavidades; esto, sumado al paso constante de las aguas del río Tuy, pudo haber dado pie a la ocurrencia de “desprendimientos y derrumbes de porciones mui (sic) considerables de rocas, y su caída es más que suficiente para producir todos los fenómenos que presenta el terremoto de Cúa” (p. 3).


         General Francisco Linares Alcàntara

 Vistò a Cùa  a raìz del terremoto de 1878 y su carruaje tuvo un grave accidente el Maitana.Perdiò la vida el àuriga (cochero)

 En los días posteriores al terremoto, el presidente de la República, Rafael Linares Alcántara, insta a la Dirección de Edificios y Ornato para que conversase con la presidencia del estado Bolívar respecto el traslado de la ciudad de Cúa hacia terrenos más “sólidos y estables” –o de “mayor confianza”–, refundándola “en la planicie que media entre el sitio de Aparai y la hacienda Marín, de la propiedad del señor Carlos Hernáiz, quien espontáneamente y generosamente la cede con tan humanitario objeto” (La Opinión Nacional, Caracas, 24 abril de 1878, p. 3).

 Todo ello estuvo inspirado, señalaba la prensa, por los “fundados temores [que habían] de que la causa ó causas que conmovían aquel territorio y que estaban desde entonces en inacción, hayan recobrado su antigua actividad para conservarla por tiempo indefinido” (p. 3), tomando en cuenta que el propio obispo Mariano Martí, en su visita pastoral de 1783, se percató de la inestabilidad del suelo (p. 3). A pesar de que los proyectos para el traslado de la ciudad de Cúa no se ejecutaron, el planteamiento en sí mismo da cuenta de una idea esencialmente sismorresistente apoyada en el conocimiento previo del terreno como forma efectiva para la mitigación del riesgo sísmico. Así, la producción de ciudades más seguras ante la amenaza sísmica, debía partir de la elección de suelos geológicamente más estables, idea que se encuentra consignada, por ejemplo, en diversos documentos españoles del siglo XIX producidos a consecuencia de los sismos de Granada, 1806; Torrevieja, 1829; Filipinas, 1863 y 1880; y Granada, 1884 (Martínez Solares, 2010). Naturalmente, a consecuencia de las ruinas dejadas a su paso por el terremoto de Cúa, se actualizaron las inquietudes sobre la resistencia sísmica de los sistemas constructivos disponibles.

 El Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV) decide convocar “…un concurso entre los ingenieros, arquitectos y demás personas que quieran tomar parte, sobre el sistema que se crea más practicable, conveniente y económico para la construcción de edificios en un país como el nuestro expuesto a terremotos” (La Opinión Nacional, Caracas, 4 de mayo de 1878, p. 3). Un mes más tarde, el concurso se declaró desierto “…en virtud de no haber podido el jurado nombrado al efecto, decidirse por ninguna de las memorias presentadas por haberlas hallado deficientes, HISTORIA Y PATRIMONIO Del 30 de junio al 4 de julio de 2014 ▪ Trienal de Investigación ▪ Facultad de Arquitectura y Urbanismo ▪ Universidad Central de Venezuela 576 especialmente en la parte relativa a techos” (La Opinión Nacional, Caracas, 19 de junio de 1878, p. 2). Lamentablemente, los textos sometidos a consideración del CIV, no fueron publicados en prensa y no fue posible localizarlos. No obstante, analizando comparativamente los resultados del fallido concurso de 1878, con la calidad de los escritos sobre construcciones y sismorresistencia aparecidos tras el sismo de 1900, resulta menester preguntarse por el recorrido de la ciencia y la tecnología venezolanas en los escasos 22 años que median entre ambos terremotos.

El CIV, institución que surgía como un significativo agente urbano en 1878, no jugó un papel tan relevante en este caso como sí ocurrió tras el sismo de 1900. Con fecha del 20 de abril de 1878, el diario La Opinión Nacional publicó un artículo donde se aconsejaba al Gobierno nacional dictar “…una lei (sic) que prohíba absolutamente en toda la República el modo actual de construir los edificios, y aconseje el que deba seguirse en lo sucesivo y al alcance de todos”, aclamándose, en líneas posteriores, “¡Abajo las tapias, morisca invención que amenaza contantemente las vidas más preciosas!” (Diario de Avisos. edición de la tarde, Caracas: 20 de abril de 1878, p. 3). Dicha aseveración es consistente con los resultados de la inspección de los daños, pues las únicas viviendas que quedaron en pie fueron “los ranchos de bahareque” (La Opinión Nacional, Caracas, 13 de abril de 1878, p. 3).

Durante la Colonia, el bahareque fue uno de los sistemas constructivos más extendidos debido a su versatilidad, cualidad que permitía lograr unos magníficos acabados, a un costo notablemente inferior al del adobe y las tapias, y también a sus cualidades sismorresistentes, muy superiores a las de las técnicas introducidas por los españoles y que fueron comprobadas en diversas ocasiones en toda la América hispana (Gasparini y Margolies, 1986).

Un aspecto insoslayable en un análisis sobre el imaginario de la sismorresistencia, reside en la percepción social del bahareque como un signo indudable de pobreza. A lo largo de la historia sísmica de Venezuela y también de América Latina, se había comprobado la superior resistencia sísmica de este sistema constructivo que constituía por definición la vivienda de los más pobres (véase García Ponce, 2005). Cumaná, impelida por los frecuentes y ruinosos terremotos que la asolaron históricamente, era el ejemplo perfecto de una cultura constructiva sismorresistente fundada en el bahareque (Abbad, citado en Gasparini y Margolies, 1986, p. 311). Sin embargo, el estigma de la pobreza fue una barrera ideológica demasiado poderosa contra la adopción de este sistema constructivo, que apenas ha logrado conjurarse en la actualidad, cuando la identificación de las implicaciones socioeconómicas de los desastres ha conducido a la incorporación de saberes y tecnologías locales de bajo costo en la producción de sistemas constructivos contra desastres (Aceves Hernández y Audefroy, 2007, pp. 15-18).

Las interrogantes respecto a cuáles sistemas constructivos ofrecían mayores resistencias sísmicas, permitió que el señor Andrés Derrom intentase comercializar las “casas contra terremotos”: pequeñas casitas de madera que podían armarse en el patio o el corral, a muy bajo costo. Para asegurar el éxito de su cuantiosa inventiva, Derrom alegaba que “construcciones de esta especie [son] las únicas que han dado buenos resultados contra los terremotos en toda la costa Occidental de Sur América” (La Opinión Nacional, Caracas, 15 de abril de 1878, p. 3). La madera era considerada como un material versátil, liviano y de fácil manejo, características que la hacían muy conveniente un momento donde el acceso a materiales constructivos de calidad estaba supeditado a la crisis generalizada provocada por el temblor. De este modo, se puede observar cómo la idea de construir viviendas contra temblores emerge de los escombros socioeconómicos dejados por el terremoto, de la necesidad misma de los habitantes en reedificar sus propiedades a través de los materiales disponibles, con relativa seguridad y rapidez. Huelga repetir aquí que el HISTORIA Y PATRIMONIO Del 30 de junio al 4 de julio de 2014 ▪ Trienal de Investigación ▪ Facultad de Arquitectura y Urbanismo ▪ Universidad Central de Venezuela 577 tamaño y peso de las edificaciones era una preocupación fundamental en el imaginario de la sismorresistencia del siglo XIX y actualmente constituye uno de los principios básicos de esta.

Terremoto Destructor en Cúa, Valles del Tuy.

Los efectos de este sismo local, sucedido el 12 de abril de 1878, fueron objeto de estudios de campo por parte del profesor Adolfo Ernst los cuales se consideran pioneros en Venezuela. Identificó, entre otros, efectos geológicos locales y emanaciones de agua caliente

 

 LA APLICABILIDAD TÉCNICA E INSTRUMENTAL DEL PENSAMIENTO SISMOLÓGICO Este sinuoso recorrido que atravesó el entendimiento sobre los terremotos durante el siglo XIX, el cual decantaría para los comienzos de la segunda mitad de dicha centuria en un mundo de interpretaciones formales y académicas, cuyo interés era separarse de los razonamientos sacralizados e institucionales; tuvo sus bases ideales de entendimiento en el asumirse heredero de un pensamiento científico y en la manifestación incipiente de un campo de especialización del conocimiento, al compás de las políticas Progresistas (con mayúscula). Asimismo, como base más concreta y material supuso el despliegue de un pensamiento técnico y tecnológico abocado a la tarea de llevar a cabo los estudios del medioambiente. Los razonamientos sobre los terremotos en términos de aplicabilidad técnica e instrumental del conocimiento se evidencian con claridad a la vuelta de la irrupción de terremotos destructores. Serían estas coyunturas desastrosas 20 las que, de suyo, permitirían la consolidación de una mirada más técnica sobre estos fenómenos naturales. Por estas razones, las elaboraciones teóricas y las descripciones de los desastres comenzaron a ser explicadas en los términos técnicos del fenómeno: medidas, modelos y mapas sísmicos, así como las catalogaciones y las escalas de intensidades, se convirtieron en los baluartes de este nuevo discurso. Uno de ellos sería el ocurrido en 1878, el 12 de abril (...) a las ocho y 40 minutos de la noche ( ) 21, en la localidad de Cúa. Las discusiones no se hicieron esperar, ( ) con el desaparecimiento de aquella importante ciudad a consecuencia del terremoto ( ) 22, eficacias, funcionalidades e interpretaciones saldrían en los debates al respecto. Sin embargo, y más allá de este contexto, entre escombros y lamentos se levantarían las voces más académicas y científicas del momento a raíz del ( ) gran interés científico de este terremoto 23, ya que El área de destrucción fue, pues, de muy limitada extensión ( ) 24. Por ello: 20 Rogelio Altez; Ileana Parra y Arlene Urdaneta, Contexto y Vulnerabilidad en San Antonio de Gibraltar en el siglo XVII: una coyuntura desastrosa, Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Nº 352, Tomo LXXXVIII, 2005, pp Desgracias Públicas, La Opinión Nacional, Caracas, 15 de abril de 1878, p Ibídem. 23 Adolfo Ernst, Tranquilizador. A propósito del terremoto de Cúa, p Ibídem. 161 El choque vino de Este Noreste con un ángulo de emersión de sesenta grados poco más o menos, como lo comprueban las grietas en varias paredes no enteramente derrumbadas. El centro de la conmoción fue la parte alta de Cúa; las casas en la parte baja (Limón, Cruz Verde, salida para San Casimiro y Chupulún) han sufrido relativamente poco 25. Estas consideraciones se relacionaban con un lenguaje más técnico y directo sobre estos fenómenos naturales, lo cual es un indicador de las transformaciones en la lectura de la realidad. El interés por la dinámica propia del entorno natural y su vinculación, en primera instancia, con las condiciones materiales de la existencia de la sociedad resultaron ser las variables características de esta última parte del siglo XIX. En este sentido, la advertencia de las condiciones en las construcciones y de los materiales más adecuados para la realización de las mismas tomando en cuenta el recorrido del terremoto como tal; y por el otro lado, la sistematización de la observación, son los ejes centrales de la ejecución práctica y aplicación específica de los lineamientos de una nueva forma de explicarse a los movimientos telúricos. Para 1900 se presentaría un escenario similar. El 29 de octubre de ese año hace presencia otro terremoto de gran trascendencia en la historia del pensamiento sismológico venezolano. Con su impacto se marca una frontera histórica, interpretativa y práctica en la lectura de la naturaleza en el contexto venezolano de entonces. A raíz del nombrado terremoto, un año después, se edificaron un conjunto de viviendas a prueba de temblores de la mano del ingeniero Alberto Smith, cuyo interés por este tipo de construcciones lo llevarían a la publicación de anuncios al respecto en los periódicos de la época. Además, se trata del primer sismo en la historia de Venezuela que es registrado en un sismógrafo; el cual, también conllevaría a la elaboración, de la mano del venezolano Melchor Centeno Graü, del primer mapa de intensidades que se produjera en Venezuela. La importancia que fue cobrando el tema del buen método en las construcciones de los edificios y de las casas se plasma en los periódicos de aquel entonces, ya que, para muchos, ( ) el gran peligro en los temblores y lo que causa un miedo tan horrendo no es sino la posibilidad de que las paredes y los techos nos caigan encima ( ) 26. En este sentido, Son las medidas preventivas en lo que atañe á la construcción de los edificios, lo único que puede dar alguna confianza á los que por desgracia vivimos en 25 Adolfo Ernst, Tranquilizador. A propósito del terremoto de Cúa, p Los temblores y nuestras casas, Diario de La Guaira, 1878, Nº 549, La Guaira, 16 de abril, p

7 lugares sujetos á frecuentes sacudimientos de la tierra 27.De igual manera, para finales del siglo XIX, aparece El Ingeniero, Revista Mensual de Ciencias Matemáticas, Físicas y Naturales 28, órgano del Colegio de Ingenieros, en la cual se divulgarían una serie de documentos relacionados con el tema de las edificaciones. Así es como, y en un enunciado de a modo de reclamo, se expresaba en aquellos momentos que: Solo nosotros debemos construir masiva y pesadamente: nuestro modelo son las pirámides de Egipto: nuestros maestros los cíclopes. Miéntras más barro en el techo, más contentos estamos: por eso cuando nos cae encima es tal nuestro placer que sin hacer alto para refrescar víveres seguimos el viage de largo hácia el valle de Josafat. Y tanto zinc galvanizado, y tantas materias con que techar livianamente! Pero en fin, algun dia aprenderemos; el golpe avisa 29. Una cosa, sin embargo, deben haber aprendido todos los que han visitado las ruinas de Cúa: calles estrechas con casas de dos pisos, de mampostería, y aun de tapiz, con sus tejados pesadísimos de tierra, son un grave error; casas de bahareque bien hechas, con tirantes de cables de alambre, y tejado de teja francesa, son las únicas que pueden dar alguna seguridad 30. En este sentido, ya se argumentaba que: En los países en que con frecuencia se hacen sentir los movimientos seísmicos, no deben los constructores preocuparse solamente de las fuerzas y resistencias que han de mantener en pie sus obras, sino también de los efectos que sobre ellas han de tener los movimientos que los temblores de tierra puedan transmitirles Seismologia. Cómo deben plantearse los edificios, El Lápiz, 1890, Nº 81, Vol. II, Mérida, 11 de septiembre, pp La cita corresponde a la página Sus publicaciones irían desde enero de 1898 (número 1, volumen 1) hasta mayo y junio de 1898 (números 5 y 6, volumen 1). 29 Los temblores y nuestras casas, p Adolfo Ernst, La causa probable del terremoto de Cúa, Obras Completas, pp La cita corresponde a la página 533. La versión original sería publicada en La Opinión Nacional, Nº 2.689, Caracas, 2 de mayo de p Armando Blanco, Los movimientos sísmicos y las construcciones, El Tiempo, 1900, Nº 2257, Caracas, 5 de noviembre, p Por estos motivos, también advierten, para este momento, una relación directamente proporcional entre las investigaciones científicas y académicas sobre los terremotos y las edificaciones, por lo que al no estar ambas esferas vinculadas de manera coherente, la nueva ciencia de la sismología (en el contexto venezolano), deviene en la categoría de estado incipiente. ( ) son muy pocas las prescripciones que existen respecto á medios de salvación en la hora formidable de un terremoto; y, á la verdad no recordamos ahora más que aquella, ya mencionada por Humboldt, de ampararse bajo los umbrales de las puertas si no fuere posible salir fuera el edificio, precaución innecesaria, si se quiere, porque en tales momentos, perdida la serenidad del ánimo, reina el desacierto en todos nuestros actos 32. Por ejemplo, la Junta de Socorros para Cúa, que se llevaría a cabo a raíz de la irrupción del terremoto del 12 de abril de 1878, convocaría al Colegio de Ingenieros para que se diera la apertura a un concurso sobre sistemas de construcción de edificios en aquellos países que, por sus condiciones geográficas y geológicas, se encuentran expuestos a terremotos: ( ) las primeras disposiciones que deben dictarse en este asunto por la autoridad competente, se refieran al ancho de las calles y á la altura de los edificios. 1º Nos pronunciamos porque el ancho mínimum de nuestras calles se fije en diez y seis metros. Venezuela tiene terreno suficiente para no pensar en economizar algunos metros cuadrados mas ó menos en el área que ocupen sus ciudades. Además le satisfacen á una de las necesidades en el asunto de este escrito, ese ancho de las calles que por si solo embellece una población, permite la siembra de árboles á las orillas de sus aceras, cuyos buenos resultados higiénicos nadie desconoce. 2º La altura de los edificios particulares no será mayor de cinco metros. 3º Solo podrán construirse edificios públicos de dos pisos frente á las plazas de las poblaciones, y su altura no podrá exceder de nueve metros. 4º Los templos y los teatros ocuparán el centro de una plaza de bastante extensión Seismologia. Cómo deben plantearse los edificios, p Algunas ideas sobre construccion de edificios en paises espuestos á terremotos, dedicada al Colejio de Injenieros de Venezuela y á la Junta de Socorros para Cúa en este ciudad, Gaceta Científica de Venezuela, 1878, Nº 25, Caracas, 11 de julio, pp La cita corresponde a las páginas 193 y

 FUENTES:

IMAGINARIO SOCIAL DE LA SISMORRESISTENCIA EN LA VENEZUELA DEL SIGLO XIX

 Alejandra Leal Guzmán Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas, Fundación Escuela de Gerencia Social, UCV aleal@funvisis.gob.ve

 Gianinni Mastrangioli Salazar Escuela de Historia, Universidad Central de Venezuela giannimastran@gmail.com

Delgado, E. (1878). Temblor. La Opinión Nacional, Caracas, 13 de abril, p. 3.

 Derrom, A. (1878). Contra los terremotos. La Opinión Nacional, Caracas, 15 de abril, p.

 . Ernst, A. (1878a). La causa probable del terremoto de Cúa. La Opinión Nacional, Caracas, 2 de mayo, p.

. Ernst, A. (1878b). Tranquilizador. La Opinión Nacional, Caracas, 22 de abril, p. 3.

 Fuentes, A. (1900). Sobre construcciones. El Tiempo, Caracas, 22 de noviembre, pp. 2-

. El Nacional. (1878). Caracas, 19 de junio, p. 3.

 

 

Comentarios

  1. Que interesante leer sobre Cúa. Mi abuela, nació en Cúa en 1927. Sus padres fueron Lope Díaz y Juana de Dios Herrera. A su vez, el papá de mi bisabuela Juana de Dios fue Doroteo Angelino, hermano de Teodosio y Pío Angelino, pero no le dieron su apellido a Juana. Pero la reconocía como hija y la trataban como tal. De hecho a mi bisabuela Juana en su infancia la cuidó Marìa Teresa Manzo de Angelino. Le comento todo esto por si usted puede conseguir información sobre estos personajes, me parece una maravilla conocer sobre mis orígenes. Juana de Dios y Lope Diaz tenía un "restaurant botiquín" en Cúa llamado La Indiecita. Juana de Dios nacio en 1896 y murió en el 1936.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario