La presencia del presidente Linares Alcàntara le dìo proyecciòn y trascendencia nacional al hecho telùrico.
MATERIALES
HISTÒRICOS SOBRE EL TERREMOTO DE CÙA (12 DE ABRIL DE 1878)
RUINAS DEL TEMPLO DE CÙA. FOTO DEL COJO ILUSTRADO 1894
Investigaciòn y recopilaciòn :
Manuel V. Monasterios G.
marzo del 2022.
La
inestabilidad de los terrenos donde está Cùa obligaron a plantear una mudanza
del pueblo a su antigua ubicación en la hacienda Marín.
Es
a partir del terremoto de Cùa en 1878 cuando se inicia la investigación in situ
sobre la magnitud y las intensidades de los terremotos (Grases et al., 2012)
Se
tienen los informes redactados por el doctor Ernst, los cuales desmienten la
hipotética existencia de un volcán en las profundidades de la colina en donde
reposa la ciudad de Cúa, siendo las erupciones volcánicas internas, en la
mentalidad de la época, las posibles causantes de los terremotos.
Las
únicas viviendas que quedaron en pie fueron los ranchos de bahareque.
“El epicentro de este terremoto pudo ubicarse
entre las poblaciones de Cúa y Ocumare del Tuy, siendo destruida en ese evento
la villa de Cúa y afectadas las poblaciones de Charallave, Ocumare del Tuy,
Santa Teresa del Tuy, San Francisco, Tácata y San Casimiro. El registro total
de afectaciones y pérdidas por este evento difiere según varias fuentes de
información, siendo para esa época reseñado entre 400 a 2000 muertes (el censo
del comerciante local Andrés de La Morena indica sin embargo una cifra no superior
a los 70 fallecidos), el colapso total del templo (solo sobrevivió una columna
y su capitel), centenares de viviendas colapsadas, y la devastación de las
Haciendas: La Consolación, El Palmar, San Rafael, El Conde, Souza, Tovar,
Mendoza, Calabozo, Piñate, Santa Bárbara y Oviedo y daños menores en las
poblaciones aledañas previamente citadas.”
“Reseñas sobre testimonios de los pobladores
refieren la ocurrencia de hundimientos del terreno y el haber oído crujidos
fuertes. El hecho de que este evento ocurriese pocos días antes de la semana
santa y sucesos relacionados a un párroco local (José María Céspedes) le
confirieron elementos sobrenaturales dentro de los pobladores. Luego de la
devastación la población de Cúa recibió la visita del presidente de la República
Francisco Linares Alcántara quien recorrió las áreas afectadas, dándole a este
evento una connotación nacional. Otro elemento de interés se presenta como un
efecto co-sísmico a la ocurrencia de este fenómeno, ya que como iniciativa para
la asistencia de las personas afectadas el “Colegio Smith” conformó una Junta
Benéfica de carácter voluntario que entre sus objetivos se planteó la
construcción de un orfanato que diera hogar temporal a los niños huérfanos a
causa del terremoto; dicha institución logró brindar asistencia no solo a los
niños de la región ya que también recibía infantes de la ciudad capital”.(
Diario La Opinión Nacional abril de 1878.)
El
terremoto del 12 de abril de 1878 Ocurrió a las 20:41 minutos de la noche, el
terremoto de Cúa es considerado como uno de los eventos adversos más
resaltantes de nuestro siglo XIX, ya que sus efectos repercutieron en Caracas,
La Guaira, Puerto Cabello, Valencia, Maracay, La Victoria y Los Teques (Centeno
Grau, 1969, p. 251), pero no fue sino en los valles del Tuy donde tuvo mayor
impacto la catástrofe, afectando, especialmente, el desarrollo socioeconómico
de la ciudad de Cúa, considerada por muchos como la “más bella y floreciente”
del río Tuy (La Opinión Nacional, Caracas, 16 de abril de 1878, p. 4).
Este sismo también da cuenta de los primeros
trabajos de campo acometidos en el país, en materia sismológica; de hecho, es a
partir del terremoto de 1878 cuando se inicia la investigación in situ sobre la
magnitud y las intensidades de los terremotos (Grases et al., 2012).
El
trabajo del doctor Adolfo Ernst incluye, en líneas generales, descripciones
detalladas sobre la topografía de los valles del Tuy y la parte centro-norte
del país y un análisis de los daños ocasionados en la estructura urbana de las
poblaciones afectadas por el sismo. Este último punto contiene recomendaciones
sobre la calidad de los materiales y las tipologías constructivas útiles para
el diseño y elaboración de viviendas contra temblores.
Dr. Adolf Ernest
HISTORIA
Y PATRIMONIO Del 30 de junio al 4 de julio de 2014 ▪ Trienal de Investigación ▪
Facultad de Arquitectura y Urbanismo ▪ Universidad Central de Venezuela 575 Con
respecto al primer punto, se tienen los informes redactados por el doctor
Ernst, los cuales desmienten la hipotética existencia de un volcán en las
profundidades de la colina en donde reposa la ciudad de Cúa, siendo las
erupciones volcánicas internas, en la mentalidad de la época, las posibles
causantes de los terremotos.
En su informe del 22 de abril de 1878, Ernst,
explica que las grietas aparecidas en el suelo por las continuas sacudidas, así
como también el carácter arcilloso de la tierra, no significaban “la existencia
de ningún foco volcánico en aquella localidad, puesto que no ha habido ninguna
erupción de materias que lo indiquen, ya que las arenas levantadas en algunas
grietas son de la propia naturaleza que las del lecho del río Tui (sic) y las
mismas pequeñas grietas abiertas pueden ser efecto de la larga sequía” (La
Opinión Nacional, Caracas, 22 de abril de 1878, p. 3). Incluso, años antes del
terremoto de Cúa y de las anotaciones de Ernst, el geólogo alemán Hermann
Karsten (1844-1856) había referido a las características topográficas de los
valles del Tuy que, a su parecer, estaba compuesto en su mayoría por rocas
calcáreas y metamórficas, lo suficientemente sólidas y resistentes como para
atribuírseles un terremoto de origen volcánico (La Opinión Nacional, Caracas, 2
de mayo de 1878, p. 3). Él decía que, por el contrario, la idea de derrumbes y
desplazamientos interiores de grandes porciones de rocas, resultaba más
plausible, ya que las formaciones calcáreas abundan en cuevas o grandes
cavidades; esto, sumado al paso constante de las aguas del río Tuy, pudo haber
dado pie a la ocurrencia de “desprendimientos y derrumbes de porciones mui
(sic) considerables de rocas, y su caída es más que suficiente para producir
todos los fenómenos que presenta el terremoto de Cúa” (p. 3).
General Francisco Linares Alcàntara
Vistò a Cùa a raìz del terremoto de 1878 y su carruaje tuvo un grave accidente el Maitana.Perdiò la vida el àuriga (cochero)
En los días posteriores al terremoto, el
presidente de la República, Rafael Linares Alcántara, insta a la Dirección de
Edificios y Ornato para que conversase con la presidencia del estado Bolívar
respecto el traslado de la ciudad de Cúa hacia terrenos más “sólidos y
estables” –o de “mayor confianza”–, refundándola “en la planicie que media
entre el sitio de Aparai y la hacienda Marín, de la propiedad del señor Carlos
Hernáiz, quien espontáneamente y generosamente la cede con tan humanitario
objeto” (La Opinión Nacional, Caracas, 24 abril de 1878, p. 3).
Todo ello estuvo inspirado, señalaba la
prensa, por los “fundados temores [que habían] de que la causa ó causas que
conmovían aquel territorio y que estaban desde entonces en inacción, hayan
recobrado su antigua actividad para conservarla por tiempo indefinido” (p. 3),
tomando en cuenta que el propio obispo Mariano Martí, en su visita pastoral de
1783, se percató de la inestabilidad del suelo (p. 3). A pesar de que los
proyectos para el traslado de la ciudad de Cúa no se ejecutaron, el
planteamiento en sí mismo da cuenta de una idea esencialmente sismorresistente
apoyada en el conocimiento previo del terreno como forma efectiva para la
mitigación del riesgo sísmico. Así, la producción de ciudades más seguras ante
la amenaza sísmica, debía partir de la elección de suelos geológicamente más
estables, idea que se encuentra consignada, por ejemplo, en diversos documentos
españoles del siglo XIX producidos a consecuencia de los sismos de Granada,
1806; Torrevieja, 1829; Filipinas, 1863 y 1880; y Granada, 1884 (Martínez
Solares, 2010). Naturalmente, a consecuencia de las ruinas dejadas a su paso
por el terremoto de Cúa, se actualizaron las inquietudes sobre la resistencia
sísmica de los sistemas constructivos disponibles.
El Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV)
decide convocar “…un concurso entre los ingenieros, arquitectos y demás
personas que quieran tomar parte, sobre el sistema que se crea más practicable,
conveniente y económico para la construcción de edificios en un país como el
nuestro expuesto a terremotos” (La Opinión Nacional, Caracas, 4 de mayo de
1878, p. 3). Un mes más tarde, el concurso se declaró desierto “…en virtud de
no haber podido el jurado nombrado al efecto, decidirse por ninguna de las
memorias presentadas por haberlas hallado deficientes, HISTORIA Y PATRIMONIO
Del 30 de junio al 4 de julio de 2014 ▪ Trienal de Investigación ▪ Facultad de
Arquitectura y Urbanismo ▪ Universidad Central de Venezuela 576 especialmente
en la parte relativa a techos” (La Opinión Nacional, Caracas, 19 de junio de
1878, p. 2). Lamentablemente, los textos sometidos a consideración del CIV, no
fueron publicados en prensa y no fue posible localizarlos. No obstante,
analizando comparativamente los resultados del fallido concurso de 1878, con la
calidad de los escritos sobre construcciones y sismorresistencia aparecidos
tras el sismo de 1900, resulta menester preguntarse por el recorrido de la
ciencia y la tecnología venezolanas en los escasos 22 años que median entre
ambos terremotos.
El
CIV, institución que surgía como un significativo agente urbano en 1878, no
jugó un papel tan relevante en este caso como sí ocurrió tras el sismo de 1900.
Con fecha del 20 de abril de 1878, el diario La Opinión Nacional publicó un
artículo donde se aconsejaba al Gobierno nacional dictar “…una lei (sic) que
prohíba absolutamente en toda la República el modo actual de construir los
edificios, y aconseje el que deba seguirse en lo sucesivo y al alcance de
todos”, aclamándose, en líneas posteriores, “¡Abajo las tapias, morisca
invención que amenaza contantemente las vidas más preciosas!” (Diario de
Avisos. edición de la tarde, Caracas: 20 de abril de 1878, p. 3). Dicha
aseveración es consistente con los resultados de la inspección de los daños,
pues las únicas viviendas que quedaron en pie fueron “los ranchos de bahareque”
(La Opinión Nacional, Caracas, 13 de abril de 1878, p. 3).
Durante
la Colonia, el bahareque fue uno de los sistemas constructivos más extendidos
debido a su versatilidad, cualidad que permitía lograr unos magníficos
acabados, a un costo notablemente inferior al del adobe y las tapias, y también
a sus cualidades sismorresistentes, muy superiores a las de las técnicas
introducidas por los españoles y que fueron comprobadas en diversas ocasiones
en toda la América hispana (Gasparini y Margolies, 1986).
Un
aspecto insoslayable en un análisis sobre el imaginario de la
sismorresistencia, reside en la percepción social del bahareque como un signo
indudable de pobreza. A lo largo de la historia sísmica de Venezuela y también
de América Latina, se había comprobado la superior resistencia sísmica de este
sistema constructivo que constituía por definición la vivienda de los más
pobres (véase García Ponce, 2005). Cumaná, impelida por los frecuentes y
ruinosos terremotos que la asolaron históricamente, era el ejemplo perfecto de
una cultura constructiva sismorresistente fundada en el bahareque (Abbad,
citado en Gasparini y Margolies, 1986, p. 311). Sin embargo, el estigma de la
pobreza fue una barrera ideológica demasiado poderosa contra la adopción de
este sistema constructivo, que apenas ha logrado conjurarse en la actualidad,
cuando la identificación de las implicaciones socioeconómicas de los desastres
ha conducido a la incorporación de saberes y tecnologías locales de bajo costo
en la producción de sistemas constructivos contra desastres (Aceves Hernández y
Audefroy, 2007, pp. 15-18).
Las
interrogantes respecto a cuáles sistemas constructivos ofrecían mayores resistencias
sísmicas, permitió que el señor Andrés Derrom intentase comercializar las
“casas contra terremotos”: pequeñas casitas de madera que podían armarse en el
patio o el corral, a muy bajo costo. Para asegurar el éxito de su cuantiosa
inventiva, Derrom alegaba que “construcciones de esta especie [son] las únicas
que han dado buenos resultados contra los terremotos en toda la costa
Occidental de Sur América” (La Opinión Nacional, Caracas, 15 de abril de 1878,
p. 3). La madera era considerada como un material versátil, liviano y de fácil
manejo, características que la hacían muy conveniente un momento donde el
acceso a materiales constructivos de calidad estaba supeditado a la crisis
generalizada provocada por el temblor. De este modo, se puede observar cómo la
idea de construir viviendas contra temblores emerge de los escombros
socioeconómicos dejados por el terremoto, de la necesidad misma de los
habitantes en reedificar sus propiedades a través de los materiales
disponibles, con relativa seguridad y rapidez. Huelga repetir aquí que el
HISTORIA Y PATRIMONIO Del 30 de junio al 4 de julio de 2014 ▪ Trienal de
Investigación ▪ Facultad de Arquitectura y Urbanismo ▪ Universidad Central de
Venezuela 577 tamaño y peso de las edificaciones era una preocupación fundamental
en el imaginario de la sismorresistencia del siglo XIX y actualmente constituye
uno de los principios básicos de esta.
Terremoto Destructor en Cúa, Valles del Tuy.
Los efectos de este sismo local, sucedido el 12 de abril de
1878, fueron objeto de estudios de campo por parte del profesor Adolfo Ernst
los cuales se consideran pioneros en Venezuela. Identificó, entre otros,
efectos geológicos locales y emanaciones de agua caliente
LA APLICABILIDAD TÉCNICA E INSTRUMENTAL DEL PENSAMIENTO
SISMOLÓGICO Este sinuoso recorrido que atravesó el entendimiento sobre los
terremotos durante el siglo XIX, el cual decantaría para los comienzos de la
segunda mitad de dicha centuria en un mundo de interpretaciones formales y
académicas, cuyo interés era separarse de los razonamientos sacralizados e
institucionales; tuvo sus bases ideales de entendimiento en el asumirse
heredero de un pensamiento científico y en la manifestación incipiente de un
campo de especialización del conocimiento, al compás de las políticas Progresistas
(con mayúscula). Asimismo, como base más concreta y material supuso el
despliegue de un pensamiento técnico y tecnológico abocado a la tarea de llevar
a cabo los estudios del medioambiente. Los razonamientos sobre los terremotos
en términos de aplicabilidad técnica e instrumental del conocimiento se
evidencian con claridad a la vuelta de la irrupción de terremotos destructores.
Serían estas coyunturas desastrosas 20 las que, de suyo, permitirían la
consolidación de una mirada más técnica sobre estos fenómenos naturales. Por
estas razones, las elaboraciones teóricas y las descripciones de los desastres
comenzaron a ser explicadas en los términos técnicos del fenómeno: medidas,
modelos y mapas sísmicos, así como las catalogaciones y las escalas de intensidades,
se convirtieron en los baluartes de este nuevo discurso. Uno de ellos sería el
ocurrido en 1878, el 12 de abril (...) a las ocho y 40 minutos de la noche ( )
21, en la localidad de Cúa. Las discusiones no se hicieron esperar, ( ) con el
desaparecimiento de aquella importante ciudad a consecuencia del terremoto ( )
22, eficacias, funcionalidades e interpretaciones saldrían en los debates al
respecto. Sin embargo, y más allá de este contexto, entre escombros y lamentos
se levantarían las voces más académicas y científicas del momento a raíz del (
) gran interés científico de este terremoto 23, ya que El área de destrucción
fue, pues, de muy limitada extensión ( ) 24. Por ello: 20 Rogelio Altez; Ileana
Parra y Arlene Urdaneta, Contexto y Vulnerabilidad en San Antonio de Gibraltar
en el siglo XVII: una coyuntura desastrosa, Boletín de la Academia Nacional de
la Historia, Nº 352, Tomo LXXXVIII, 2005, pp Desgracias Públicas, La Opinión
Nacional, Caracas, 15 de abril de 1878, p Ibídem. 23 Adolfo Ernst, Tranquilizador.
A propósito del terremoto de Cúa, p Ibídem. 161 El choque vino de Este Noreste
con un ángulo de emersión de sesenta grados poco más o menos, como lo
comprueban las grietas en varias paredes no enteramente derrumbadas. El centro
de la conmoción fue la parte alta de Cúa; las casas en la parte baja (Limón,
Cruz Verde, salida para San Casimiro y Chupulún) han sufrido relativamente poco
25. Estas consideraciones se relacionaban con un lenguaje más técnico y directo
sobre estos fenómenos naturales, lo cual es un indicador de las
transformaciones en la lectura de la realidad. El interés por la dinámica
propia del entorno natural y su vinculación, en primera instancia, con las
condiciones materiales de la existencia de la sociedad resultaron ser las variables
características de esta última parte del siglo XIX. En este sentido, la
advertencia de las condiciones en las construcciones y de los materiales más
adecuados para la realización de las mismas tomando en cuenta el recorrido del
terremoto como tal; y por el otro lado, la sistematización de la observación,
son los ejes centrales de la ejecución práctica y aplicación específica de los
lineamientos de una nueva forma de explicarse a los movimientos telúricos. Para
1900 se presentaría un escenario similar. El 29 de octubre de ese año hace
presencia otro terremoto de gran trascendencia en la historia del pensamiento
sismológico venezolano. Con su impacto se marca una frontera histórica,
interpretativa y práctica en la lectura de la naturaleza en el contexto venezolano
de entonces. A raíz del nombrado terremoto, un año después, se edificaron un
conjunto de viviendas a prueba de temblores de la mano del ingeniero Alberto
Smith, cuyo interés por este tipo de construcciones lo llevarían a la
publicación de anuncios al respecto en los periódicos de la época. Además, se
trata del primer sismo en la historia de Venezuela que es registrado en un
sismógrafo; el cual, también conllevaría a la elaboración, de la mano del
venezolano Melchor Centeno Graü, del primer mapa de intensidades que se
produjera en Venezuela. La importancia que fue cobrando el tema del buen método
en las construcciones de los edificios y de las casas se plasma en los
periódicos de aquel entonces, ya que, para muchos, ( ) el gran peligro en los
temblores y lo que causa un miedo tan horrendo no es sino la posibilidad de que
las paredes y los techos nos caigan encima ( ) 26. En este sentido, Son las
medidas preventivas en lo que atañe á la construcción de los edificios, lo
único que puede dar alguna confianza á los que por desgracia vivimos en 25
Adolfo Ernst, Tranquilizador. A propósito del terremoto de Cúa, p Los temblores
y nuestras casas, Diario de La Guaira, 1878, Nº 549, La Guaira, 16 de abril, p
7 lugares sujetos á frecuentes sacudimientos de la tierra
27.De igual manera, para finales del siglo XIX, aparece El Ingeniero, Revista
Mensual de Ciencias Matemáticas, Físicas y Naturales 28, órgano del Colegio de
Ingenieros, en la cual se divulgarían una serie de documentos relacionados con
el tema de las edificaciones. Así es como, y en un enunciado de a modo de
reclamo, se expresaba en aquellos momentos que: Solo nosotros debemos construir
masiva y pesadamente: nuestro modelo son las pirámides de Egipto: nuestros
maestros los cíclopes. Miéntras más barro en el techo, más contentos estamos:
por eso cuando nos cae encima es tal nuestro placer que sin hacer alto para
refrescar víveres seguimos el viage de largo hácia el valle de Josafat. Y tanto
zinc galvanizado, y tantas materias con que techar livianamente! Pero en fin,
algun dia aprenderemos; el golpe avisa 29. Una cosa, sin embargo, deben haber
aprendido todos los que han visitado las ruinas de Cúa: calles estrechas con
casas de dos pisos, de mampostería, y aun de tapiz, con sus tejados pesadísimos
de tierra, son un grave error; casas de bahareque bien hechas, con tirantes de
cables de alambre, y tejado de teja francesa, son las únicas que pueden dar
alguna seguridad 30. En este sentido, ya se argumentaba que: En los países en
que con frecuencia se hacen sentir los movimientos seísmicos, no deben los
constructores preocuparse solamente de las fuerzas y resistencias que han de
mantener en pie sus obras, sino también de los efectos que sobre ellas han de
tener los movimientos que los temblores de tierra puedan transmitirles
Seismologia. Cómo deben plantearse los edificios, El Lápiz, 1890, Nº 81, Vol.
II, Mérida, 11 de septiembre, pp La cita corresponde a la página Sus
publicaciones irían desde enero de 1898 (número 1, volumen 1) hasta mayo y
junio de 1898 (números 5 y 6, volumen 1). 29 Los temblores y nuestras casas, p
Adolfo Ernst, La causa probable del terremoto de Cúa, Obras Completas, pp La
cita corresponde a la página 533. La versión original sería publicada en La
Opinión Nacional, Nº 2.689, Caracas, 2 de mayo de p Armando Blanco, Los
movimientos sísmicos y las construcciones, El Tiempo, 1900, Nº 2257, Caracas, 5
de noviembre, p Por estos motivos, también advierten, para este momento, una
relación directamente proporcional entre las investigaciones científicas y
académicas sobre los terremotos y las edificaciones, por lo que al no estar
ambas esferas vinculadas de manera coherente, la nueva ciencia de la sismología
(en el contexto venezolano), deviene en la categoría de estado incipiente. ( )
son muy pocas las prescripciones que existen respecto á medios de salvación en
la hora formidable de un terremoto; y, á la verdad no recordamos ahora más que
aquella, ya mencionada por Humboldt, de ampararse bajo los umbrales de las puertas
si no fuere posible salir fuera el edificio, precaución innecesaria, si se
quiere, porque en tales momentos, perdida la serenidad del ánimo, reina el
desacierto en todos nuestros actos 32. Por ejemplo, la Junta de Socorros para
Cúa, que se llevaría a cabo a raíz de la irrupción del terremoto del 12 de
abril de 1878, convocaría al Colegio de Ingenieros para que se diera la
apertura a un concurso sobre sistemas de construcción de edificios en aquellos
países que, por sus condiciones geográficas y geológicas, se encuentran
expuestos a terremotos: ( ) las primeras disposiciones que deben dictarse en
este asunto por la autoridad competente, se refieran al ancho de las calles y á
la altura de los edificios. 1º Nos pronunciamos porque el ancho mínimum de
nuestras calles se fije en diez y seis metros. Venezuela tiene terreno
suficiente para no pensar en economizar algunos metros cuadrados mas ó menos en
el área que ocupen sus ciudades. Además le satisfacen á una de las necesidades
en el asunto de este escrito, ese ancho de las calles que por si solo embellece
una población, permite la siembra de árboles á las orillas de sus aceras, cuyos
buenos resultados higiénicos nadie desconoce. 2º La altura de los edificios
particulares no será mayor de cinco metros. 3º Solo podrán construirse
edificios públicos de dos pisos frente á las plazas de las poblaciones, y su
altura no podrá exceder de nueve metros. 4º Los templos y los teatros ocuparán
el centro de una plaza de bastante extensión Seismologia. Cómo deben plantearse
los edificios, p Algunas ideas sobre construccion de edificios en paises
espuestos á terremotos, dedicada al Colejio de Injenieros de Venezuela y á la
Junta de Socorros para Cúa en este ciudad, Gaceta Científica de Venezuela,
1878, Nº 25, Caracas, 11 de julio, pp La cita corresponde a las páginas 193 y
FUENTES:
IMAGINARIO SOCIAL DE LA SISMORRESISTENCIA EN LA VENEZUELA DEL SIGLO
XIX
Alejandra Leal Guzmán
Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas, Fundación Escuela de
Gerencia Social, UCV aleal@funvisis.gob.ve
Gianinni Mastrangioli
Salazar Escuela de Historia, Universidad Central de Venezuela giannimastran@gmail.com
Delgado, E. (1878). Temblor. La Opinión Nacional, Caracas, 13 de
abril, p. 3.
Derrom, A. (1878). Contra
los terremotos. La Opinión Nacional, Caracas, 15 de abril, p.
. Ernst, A. (1878a). La
causa probable del terremoto de Cúa. La Opinión Nacional, Caracas, 2 de mayo,
p.
. Ernst, A. (1878b). Tranquilizador. La Opinión Nacional, Caracas,
22 de abril, p. 3.
Fuentes, A. (1900). Sobre
construcciones. El Tiempo, Caracas, 22 de noviembre, pp. 2-
. El Nacional. (1878). Caracas, 19 de junio, p. 3.
Que interesante leer sobre Cúa. Mi abuela, nació en Cúa en 1927. Sus padres fueron Lope Díaz y Juana de Dios Herrera. A su vez, el papá de mi bisabuela Juana de Dios fue Doroteo Angelino, hermano de Teodosio y Pío Angelino, pero no le dieron su apellido a Juana. Pero la reconocía como hija y la trataban como tal. De hecho a mi bisabuela Juana en su infancia la cuidó Marìa Teresa Manzo de Angelino. Le comento todo esto por si usted puede conseguir información sobre estos personajes, me parece una maravilla conocer sobre mis orígenes. Juana de Dios y Lope Diaz tenía un "restaurant botiquín" en Cúa llamado La Indiecita. Juana de Dios nacio en 1896 y murió en el 1936.
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