APACUANA mito o realidad.

                                       APACUANA.

                         India de raza rebelde

Relato històrico de  Manuel Monasterios
29-01-2018

1574 el año que marcó el fin, mucho antes la hermosa hechicera de la raza Quiriquire presentía desde sus sueños figuras danzantes armadas con ropajes brillantes que encandilaban con el sol, percibía en las cenizas que dejaba la leña del viejo fogón en su bohío unos feroces y extraños animales que mordía como cunaguraos cebados con unos ojos cargados de odio que parecían dos tizones prendidos en la oscuridad. Apacuana lo descubría  en los hermosos atardeceres con sus nubes rojas que se podía ver en los distantes cerros por donde ejercía su cacicazgo el gran Yoraco y Parayauta, en el canto triste de la pavita, todo le indicaba la fortaleza de unos invasores armados con unos enormes animales jamás vistos en estas tierras, feroces mastines que mordían sin compasión hasta despedazar al enemigo y tenían los ojos como dos tizones. Apacuana se le encogía el corazón al presagiar en sus pesadillas tantas muertes y tanta violencia. Podía leer en medio de los conjuros que a ella y a su pueblo les esperaba una tragedia.
Apacuana tenía  la autoridad que proporciona la sabiduría ancestral, al conocer  en profundidad los secretos de las plantas, del fuego, de los animales y del monte, sabía cómo curar las enfermedades del cuerpo y del alma. Ayudaba a parir, calmaba el dolor de sus hermanos, con sus rezos y conjuros atraía las lluvias para la buena cosecha, para pesca y la cacería. Era una mujer sabia, inteligente, bella de cuerpo y alma, muchos se la habían disputado en duelo su amor, pero su corazón solo se entregó al gran guerrero Guatipa Quien era un cacique respetado y querido por los Quiriquire, pero había muerto en un combate en el cerro que hoy lleva su nombre, guerra con las tribus del norte, la gente de Guaicaipuro, quienes tenían sus dominios hasta la quebrada del gran cacique Paracoto . Murió luchando por los suyos, en un combate limpio de macanas y flechas.  Apacuana   tuvo que asumir el liderazgo de su tribu, más por el acatamiento ganado por su sabiduría que por ser la viuda del gran  Guatipa, el hijo del cacique  Aparay, quien 70 años atrás ubicó su tribu en un sitio hermoso, protegido de las crecientes del río, después de un largo viaje por el Orinoco, los llanos de los  Guaricos, pasando la montaña del sur, hasta llegar a la orilla del caudaloso y rico en pesca  río Tucuy, el sitio ideal para dejar de vagar por selvas y grandes ríos, allí habían llegado y se  asentaron para consolidarse como   pueblo estable y respetado entre los suyos.

Apacuana asumió un liderazgo reservado a los hombres, el cual ganó por su carácter, su sensibilidad, pero sobre todo por su espíritu altivo, por su gran conocimiento y sus sabias decisiones.
 Para Apacuana lo más importante era la defensa de la tribu Quiriquire, hasta ahora indoblegable ante los continuos ataques de la tribu de los indios Teques,  sus enemigos acérrimos , Ambas tribus en pacto de sangre y muerte habían fijado como límite el curso de la quebrada del cacique Paracoto. Llevaban demasiados años de lucha y jamás se habían podido entender, no pasaba mucho tiempo sin que los indios guiados por Paracoto buscaban sacar a los Quiriquiri de las orillas del gran río, la lucha era por la pesca, por la riqueza de aquellos parajes donde se daba la mejor yuca, el maíz, la buena cacería, en cada incursión los Teques se mostraban más osados y los Quiriquires jamás cedían ni un pedazo de su territorio.  Ahora llegaban noticias que la tribu de los  Teques, después de la muerte del gran cacique Guaicaipuro habían aceptado la cruz del conquistador y se hicieron aliados , un pacto anti-natura entre  el blanco invasor y los indígenas de la tierra de las nieblas y el frio. Aquellos hombres de barbas largas, de cuyo cuerpo se desprendía un  olor desagradable, el cual se podía percibir desde muy lejos, jamás se bañaban, los  conquistadores  no entendían por qué los indígenas se bañaban varias veces al día y pasaban horas acicalándose y pintándose con onoto y arcilla, ellos no tenían el hábito del baño diario, ni del aseo personal, creían que esa costumbre era dañina para la salud, se decía que la Reina Isabel la Católica jamás en su vida se había bañado y del mismo modo que portaban cerotes en el cuerpo también trajeron enfermedades que los indígenas no conocían  y que serían la causa fundamental de su exterminio. Más indígenas murieron por las pestes que trajeron los españoles que por sus filosos aceros toledanos . Con sus perros de presa capaces de matar de un solo mordisco y sus caballos que los indios veían como enormes dantas y que en un principio llegaron a pensar que hombre y montura eran una sola cosa monstruosa jamás vista. Todo aquello  se hacía presente, sin aviso, sin invitación, venía a perturbar sus vidas y no era más que la confirmación de los sueños y presagios que desde tiempo atrás arrugaban el corazón de Apacuana.
Plano ilustrativo elaborado por el Dr.Sixto Laya Gimon (Tucuy)


España inventó a América, aquellas tierras recién descubiertas por el Almirante Colón, apenas acababan de saber que no eran la Indias lejanas, ni las islas de Cipango, era un continente nuevo,  lo hizo España a su medida para mover la ambición de riqueza rápida que motivara a sus hijos a emprender el viaje a lo desconocido, la codicia y la devastación fueron la fuerza histórica del descubrimiento y la conquista del Nuevo Mundo.
Así fue como en 1498 la audacia de un hombre mejor informado que los demás rompió el mito que venía desde los comienzos de la civilización que aquel mar inmenso, más allá de las islas Canarias no tenía fin y quienes osaban aventurarse jamás regresaban porque se los tragaba un abismo del cual no podían salir. El mundo no era cuadrado, ni estaba sostenido por unos gigantes, era redondo y giraba alrededor del sol. Esos conocimientos tan simples para nosotros eran motivos de duras controversias, de condenas incluso a muerte de parte las Santa Inquisición a quien tuviese la audacia de desafiar las verdades inmutables que sostenía la Iglesia. El mundo necesitó de un alucinado, de un terco marino, cuya tesis era la redondez de la tierra y resolución de la dilemática pregunta: ¿Quién fue primero el huevo o la Gallina? . Un hombre cuyo origen sigue siendo una incógnita, para unos era italiano, para otros un judío converso, otros le atribuyen un origen lucitano, lo cierto es que aquel hombre, hoy blanco de ataques fuera de tiempo y foco actuó para cambiar conceptos que eran inamovibles del comienzo de los siglos.  América era un continente que no aparecía en los mapas de los navegantes, un mar lo separaba del mundo conocido, lo llamaban el mar de los Atlantes, el mito de un continente perdido.
 En su relación de viajes del año 1498, Colón aseguró que las costas de la península de Paria correspondían al paraíso terrenal. Su belleza le deslumbró, pero lo que más le llamó la atención fueron los placeres de perlas de la isla de Cubagua, donde los nativos Guaiqueries , las sacaban y se las regalaban sin malicia ni egoísmos, o se las cambiaban por pequeños espejos donde podían ver su rostro, jamás fuera de las aguas transparentes los indígenas no sabían cómo era su cara, ni el color de sus ojos, ni de su pelo. Colón no informó de ese descubrimiento, no lo dejó registrado en su bitácora, vivezas o el primer acto de corrupción en esta tierras, ese ocultamiento de la isla de Cubagua  le hizo perder los favores de sus Majestades los Reyes Católicos del Reino de  España, fue preso, juzgado y condenado perdió todo, menos la gloria de haber descubierto un nuevo continente, aunque no lleva su nombre sino el de un vivo navegante que lo proclamó como descubierto por él, pero la verdad demostró que los denunciado por Vespucio era el mismo territorio al que Cristobal Colón había llegado en 1492

El secreto a voces del descubrimiento de Cubagua se regó por todo el reino: “Hay una isla donde las perlas se pueden recoger como piedras, de una manera muy fácil”. A ésta noticia la fantasía y la ambición le dieron el adobo de las mieles que producen una riqueza sin mucho esfuerzo. Fue la primera fortuna que España  extrajo de territorio americano, fue tal su poder de atracción que se fundó una Ciudad con el nombre de Nueva Cádiz, en un sitio inhóspito, sin agua, sin agricultura, todo se tenía que llevar del puerto de Cumaná, un origen que pronosticaba el futuro petrolero, minero e importador  de esas tierras que Colón había comparado con el paraíso terrenal. En esa isla caribaña se podía amasar fortuna de manera muy rápida, sin mucho esfuerzo, bastaba esclavizar por las armas a algunos nativos y obligarlos hasta que los pulmones se reventaban a sacar del fondo el mar aquella primera riqueza que marcó el destino del territorio de Tierra Firme. Aquel erial atrajo la atención de ricos armadores, de experimentados marinos, pero sobre todo atrajo la primera legión de aventureros, de gentuza sin escrúpulos que llegó a estas tierras con el único fin de hacerse a un  patrimonio que les cambiara su condición de baja ralea, allí funcionaron las primeras mesas de juegos, llegaron las  primeras prostitutas y la legión de avarientos sin oficio conocido. Era tanta la riqueza que no había monedas para realizar los intercambios, las perlas, de acuerdo al tamaño, a la pureza del color y su forma era utilizadas como monedas de curso legal. El polo de atracción que representó aquellos placeres de perlas de Cubagua fue la carta de presentación del proyecto conquistador y colonizador de España en América, allí se aplicó por primera vez aquella máxima que rigió por más de 300 años “Las Leyes  del reino se cumplen, pero no se acatan” De nada sirvió que las leyes de Indias establecieran la prohibición de esclavizar a los aborígenes.
 Oficialmente la producción declarada de perlas en 30 años que duró aquel primer gran desmadre de espoliación y muerte, fue de 11.877. Kilogramos, si tomamos en cuenta que el contrabando podía llegar al doble de lo declarado se podría estimar en una 35 toneladas de perlas,35.000 kilos de las de la mejor calidad, una riqueza inconmensurable, los collares más caros que adornan hoy los cuellos de las reinas , princesas, aristócratas y millonarios del mundo, salieron de la isla de Cubagua, nada dejó esa explotación perlífera a Tierra Firme, solo el recuerdo  y  miles de guaiqueries muertos con los pulmones reventados por la presión de bajar y subir cargados de perlas, no hay estadística de esta aberración. El año de 1519 marca la determinación de esclavizar a los indígenas, se podía explotar como bestias y hacerlos esclavos para la explotación de perlas y de las salinas de Araya. Aunque en 1506 Alonso de Ojeda al no encontrar riquezas en su exploración por las costas de tierra firme se dedicó a cazar aborígenes para venderlos como esclavos en España, Santo Domingo y Puerto Rico.

  El mismo Alonso de Ojeda, autorizado por la Corona Española, recorrió las costas del territorio de tierra firme, llegó a un gran lago que los nativos llamaban Coquivacoa, conocido hoy con el nombre de un cacique Maracaibo, surge de nuevo la leyenda para explicar el nombre de Venezuela. Dicen que Ojeda la ver los palafitos de los indios paraujanos le vino a la memoria los canales y las casas de Venecia por lo cual los comparó con la ciudad de la desembocadura del rio Po y la denominó Venezuela.  Una expresión despectiva como decir portezuela, mujerzuela, origen acomodado de un nombre que definía un triste futuro.


  Por Occidente, cerca del lago de Coquivacoa en la tierra de los Caquetíos nos llega un nuevo espejismo. Las deudas contraídas por la Corona con los grandes banqueros de la época, para financiar las guerras de reconquista contra los árabes, y algunas expediciones al nuevo mundo, le obligan a la cancelación de intereses sobre intereses. Para salir de esa pesada carga económica, entregan al consorcio de banqueros alemanes y judíos un territorio de “cuarta categoría”, sin mucho valor en minas y oro. El territorio ubicado entre el Cabo de la Vela y Macarapana, era conocido en la época como Venezuela, lo entregan en usufructo a los alemanes conocidos como los Welzares, Belzares. Poco valía para la Corona, esta tierra. Desde siempre Venezuela ha sido un territorio y riquezas para los demás, regalamos lo nuestro, no lo usamos como debe ser, aún hoy el petróleo y las minas de oro del sur se explotan pensando más en las metrópolis que en el propio país, Un pre-anuncio  de lo que hemos hecho con nuestro petróleo y con nuestras minas, servir al mundo y a una plaga de malos hijos en el siglo XVI pasamos de ser una colonia española a ser colonia alemana,

 La Corona española afirma: Allá los banqueros con sus riesgos, si encuentran oro, bien por ellos y si no encuentran es su problema. Entre 1528 y 1556, fuimos colonia alemana, 28 años perdidos. Los representantes del capital alemán, llegan desaforados, tratando de buscar la riqueza rápida y fácil, las minas, el oro, las piedras preciosas, nada de trabajo productivo, de fundaciones agropecuarias, Si los alemanes se hubiesen dedicado al trabajo productivo tal vez Venezuela hubiese sido una inmensa Colonia Tovar, un emporio agrícola, pero solo querían  oro. Los indios Arawak inteligentemente, usan la psicología del ambiciosos y empiezan a forjar leyendas magnificas, sobre ciudades al sur, donde todo es de oro, donde las calles están recubiertas del dorado mineral, todo era parecido al mundo del Rey Midas. Los alemanes inician un periplo de expediciones durante 28 años, en busca del dorado, del mito de la ciudad de oro pero todo termina en nada. Al igual que las perlas de Cubagua, el mito de El Dorado solo dejó ruinas y más ruinas..
 Los valles del río Tucuy (Tuy) era tierra de aquellas tribu de indios de raza Caribe que venían del Sur, navegantes que extendieron sus dominios hasta las Antillas mayores. Como si todo caminara a su fin, llegaron aquellos hombres de barbas largas y trajes de metal, llegaron cargado de ambición, dispuestos en breve tiempo a encontrar la riqueza de las minas , todos soñaban con un  reino que jamas se hizo presente, Fundar pueblos en las   20 leguas de aquel hermoso valle no era prioridad. Aquellas tierras bellas con sus montañas verdes al sur, mirando al inmenso llano, sirvió solo de transito para aquellos hombres que se creían dioses. No contaban que muy hondo en  aquel río los Encantos, aquellos duendes etéreos de las profundidades, estaban allí para ayudar a los Quiriquire, quienes estaban dispuestos a frenar y expulsar a los invasores, fue al oír  la voz del gran  río como Apacuana comprendió  que había llegado la hora de cumplir los presagios de los atardeceres y del canto de la pavita.
Fue así, con sigilo y maña, como Apacuana  organizo´ la revuelta . Los rebeldes Quiriquire cargaron contra los dos conquistadores, la lucha fue muy dura y sin tregua, solo los perros de presa les salvaron de una muerte segura, cuenta la leyenda recogida por las crónicas de Don Jose  de Oviedo y Baños en su libro "Historia de la Conquista y Población del Provincia de Venezuela" que  la determinación y valentía de Garcí Gonzalez de Silva y la ayuda de la tribu de los Teque les  permitió salir con vida del trance. 


Poco tiempo la venganza se hizo sentir, la ferocidad del conquistador aniquila a los rebeldes, apresan a la india Apacuana, la juzgan como rebelde, la ejecutan en una colina cercana al poblado, para ejemplo y escarmiento la cuelgan de un árbol, su cuerpo fue banquete de la rapiña y su gloria siempre quedo en el recuerdo.Aquella fresca colina, donde su cuerpo pago el delito de rebeldía contra los tiranos, se le llamaba el sitio de Apacuana, con el uso y el tiempo se redujo el nombre y se le mencionaba  como el sitio de la Cuana, muchos años después un terremoto acabo con una floreciente población  conocida como Nuestra Señora del Rosario de CUA. 







Comentarios