PÉREZ BONALDE ALGO MÁS QUE UN LICEO


                      Liceo “Pérez Bonalde”






                                  “La casa de la acera alta”

Dr José Méndez Farrera y su esposa Livia Nava de Méndez
Autor del presente trabajo.

(Discurso pronunciado por el Dr. José Méndez Farrera con motivo de su designación como Miembro Correspondiente por el municipio Cristóbal Rojas de la Academia de la Historia del Estado Miranda)



Señores integrantes de la Academia de la Historia del Estado Miranda: ante todo debo dejar sentado el inmenso agradecimiento a mi fraterno amigo: Dr. Fermín Luque Olivo, con quien he cultivado una amistad, rayana en la hermandad, que es ejemplo para la necesaria tolerancia a la que estamos llamados los venezolanos de esta época. Formados en trincheras políticas, absolutamente contrarias, hemos conservado intacta esta indisoluble amistad por más de 60 años. Por eso, Fermín, te estaré eternamente agradecido por proponer mi inmerecido nombre para intervenir en este alto auditorio, excelsa cuna de la historia mirandina.
Estas palabras que les traigo hoy, son una parte muy importante de un libro que escribí durante varios años y el cual edité en Agosto del 2008, pero que no pudo ser incluido en sus páginas. Así que hoy, para corresponder este inmenso honor que ustedes me hacen, se los traigo como muestra de mi eterno agradecimiento.
El Liceo Pérez Bonalde era el único Liceo de los Valles del Tuy y para 1955, en él se cursaba hasta 3er. año solamente. Con una historia ya casi centenaria, fundado el 5 de Octubre de 1944, como Colegio Privado, con el nombre de “Agustín Aveledo” por los doctores: Ambrosio Scaparone, Alberto García

Alumnos fundadores del Instituto Agustín Aveledo antecedente inmediato del Liceo Pérez Bonalde.
Foto tomada dl Libro" Ocumare Época de Oro" del ingeniro Dimas Villalta,


Gómez y Miguel Vicente Egui y los señores: Federico Manrique López, el insigne ocumareño Manuel Veitía, Luis D’Souse, Francisco Simancas y la Prof. María de Jesús Cano, apoyados por las donaciones del comercio local para la adquisición de pupitres, pizarrones, mapas, etc. Su primer Director fue el Bachiller Federico Manrique López, natural de España. Dada las carencias económicas de la época, el sueldo de los profesores era pagado con contribuciones de la colectividad. En 1946 se transforma en “Colegio Federal de Ocumare del Tuy” con 1º y 2º año de Bachillerato, para luego renombrado “Pérez Bonalde” para celebrar el centenario del nacimiento del autor de “Vuelta a la Patria” y “Flor”. Un año después, el insigne bardo aragüeño Dr. Luís Pastori, en emocionadas estrofas, escribió la letra del Himno del liceo y dijo:
Apoyemos la voz, compañeros en la quieta ventana del aire, donde apoya sus brazos el cielo del antiguo perfil de Ocumare.

Si en la historia de ayer fue su eco, campanada de luz y de sangre,  hoy reparte emoción el Liceo
                                                     a la sombra de Pérez Bonalde.

Acudamos, sin prisa, a las puertas que preludian la paz de las aulas, como aquel, que en transido poema, regresara de nuevo a la Patria.

Pues son Patria también, en la espera el pupitre, los libros, la casa,
donde siempre estaremos de vuelta cada vez que el recuerdo nos llama.


Cuadro con antigua edificación donde funcionó el primer hospital de Ocumare del Tuy San Simón y desde 1944 hasta 1961 el Liceo J. A. PérEz Bonalde
Y esa es la llamada que brota del recuerdo imborrable, del sueño reiterativo que interrumpía para escribir lo que evocaba durante oníricos pasajes de escenas aún presentes en mi memoria, la emoción que ello produce y lo que en él vivimos de nuevo, no me dejaba retomar el sueño, lo que me producía largos insomnios posteriores. Por eso este capítulo consagrado al Liceo Pérez Bonalde, dedicado a dejar en paz mi conciencia con la vida, que me dio más de lo que le pedí, sobre todo en materia de felicidad que, aunado con la familia que fundé y al esfuerzo que le puse para lograrlo, cristalizaron metas y sueños, construidos paso a paso durante la más hermosa etapa de  la vida de un hombre: su juventud. No soy escritor ni pretendo serlo, estas son palabras sencillas, sin métrica ni rebusques, pero sí, salidas de ese recóndito lugar del pecho, donde se alojan los más puros sentimientos y los más bellos recuerdos, matizados por esos momentos de emoción que contribuyen a agregar la belleza que pueda acompañarlas.


Ningún nombre pudieran haber encontrado más apropiado que el del insigne autor del poema lírico más excelso y brillante de las letras venezolanas,  como  lo  es  “Vuelta  a  la  Patria”.  Este  ilustre venezolano,nacido en Caracas en 1846, era hijo de Juan Antonio Pérez y Gregoria Bonalde. La violencia política de la época, obligó a la pequeña familia a buscar refugio en Puerto Rico. En dicha isla discurrió la infancia del poeta. Tuvo buenos maestros, logrando gran cultura musical y humanística en general. Aprendió a tocar piano, interpretando a varios de los clásicos más conocidos y ejerció la docencia en el colegio que su familia fundó en esa isla. Regresó a Venezuela en plena juventud. Fundó periódicos de oposición en compañía de Nicanor Bolet Peraza. Ejercía el gobierno el General Antonio Guzmán Blanco, quien no obstante su formación masónica que compartía con Pérez Bonalde, se sintió fastidiado por las críticas de este y para silenciarlo, lo mandó al destierro. Estuvo exiliado en Nueva York y para ganarse la vida trabajó como tenedor de libros y agente viajero, vendedor de un comercio local, circunstancia que le permitió viajar por todo el mundo, ampliando así su inmensa cultura general. Fue un incansable viajero.


Visita del Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda
Recorrió casi toda Europa y estuvo inclusive en las selvas de África. Dicen que en una partida de cacería en el continente negro, estuvo a punto de ser devorado por un león. En su estancia en España es galardonado como “Miembro de la Real Academia Española de la lengua”. Durante sus andanzas por los Estados Unidos y Europa, hizo amistad con grandes figuras intelectuales de la época.
El destierro enseñó al poeta la importancia de aprender idiomas. No sólo estudió y perfeccionó el inglés y el alemán, que ya sabía, sino el francés, italiano y portugués, y hasta sueco y holandés. Durante este exilio publica su primer libro: “Estrofas” en 1877. Pérez Bonalde se casó en los Estados Unidos con una muchacha de singular belleza: Amanda Schoonmaker, con quien tuvo una hija, que fue bautizada con el nombre de Flor; su prematura muerte le produjo intenso dolor y escribió en su memoria el lírico poema que lleva su nombre, para así llenar de gloria las letras venezolanas.
La nostalgia por Venezuela, le hizo emprender el regreso en 1890. Su obra poética es vasta y de extraordinaria calidad. "Vuelta a la Patria", "Flor" y "El Poema del Niágara", son sin duda sus versos más conocidos, este último con prólogo del escritor, poeta, filósofo, político y héroe cubano José Martí, con quien cultivó una gran amistad. De innegable valor son también sus traducciones de “El cancionero” (1885) del alemán Henrique Heine y “El Cuervo” (1887) del estadounidense Edgar Allan Poe. Rufino Blanco Fombona, excelso escritor, fue uno de los apologistas del bardo caraqueño. Su vida estuvo llena de penalidades y desengaños. Contando apenas la temprana edad de 46 años, fallece en La Guaira el 4 de octubre de 1892 y sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional el 14 de febrero de 1946.
Poeta Juan Antonio Pérez Bonalde


Pero regresemos al Liceo Pérez Bonalde. Para aquella romántica época de nuestra juventud, constituía el único punto de integración y encuentro donde, necesariamente, convergíamos los tuyeros para iniciar estudios de bachillerato. Es la década de los 50’, con la dictadura Perezjimenista en su apogeo, el Prof. Régulo Rodríguez Gimón fungía como Director. Las inquietudes de la sangre juvenil se manifestaban en los cálidos corredores de la Institución y, sin proponérnoslo, nos convertimos en luchadores contra el hegemón. 
Visita del poeta y periodista Miguel Otero Silva

La  semilla  sembrada,   germinó  con  creces  dando  frutos  extraordinarios  en  años  venideros,      cuando contribuimos bastante con dar al traste al régimen militarista y autocrático. Iniciamos clases de 1er. año en 1955, preparados a las complicadas matemáticas y al incomprensible inglés de bachillerato con improvisadas “clases” que nos impartía mi hermano Alberto Ramos, en la casa de Teresa Alvarenga. Mi madre nos levantaba a  las 4 de la mañana para estudiar a esa hora; ella nos decía que era la hora más propicia para aprender algo pues la mente estaba despejada después de dormir y era verdad. Antes de irnos a Ocumare nos daba un café negro con yema de huevo batida y azúcar para que no nosdiera hambre hasta el mediodía. Mezada: 3 bolívares para transporte y almuerzo; pero nosotros pedíamos colas para que nos quedara para el  billar y los cigarrillos: Phillis Morris, Camel o Lucky Strike a cinco por  un real.En la bodega del gallego Gaspar, en la misma acera del liceo, nos comíamos unos sabrosos sándwiches de mortadela y una pepsicola como merienda, al módico costo de tres lochas; luego pasó a colocarle rodajas de tomate por lo que elevó el precio a un real, con la consabida protesta  de sus adolescentes “clientes”. Cuando nos sobraba dinero consumíamos en la “Fuente de Soda” del Teatro-Cine, de más categoría pues sus sándwiches eran lo mejor del Tuy: de jamón y queso, que comenzaban a ponerse de moda, igual en el del ocumareño-libanés José Tuati, al frente de la Plaza Bolívar, que competía en la sabrosura de sus golosinas. Contaba con transporte para todos los pueblos del Tuy, por los que sus autobuses hacían el recorrido dos veces diarias, uno para la zona de Yare, Santa Teresa y Santa Lucía y el nuestro que pasaba a las seis de la mañana  y lo  conducía Juancho (Barrios),  excelente persona  y    celoso guardián de todos nosotros que nos consideraba s  sus hijos adoptivos cuando viajábamos con él. Mamá nos apuraba con el consabido grito: “Ya pasó el transporte pa’rriba, apúrense”, pues el flojo de Pedrito siempre se  levantaba de último.
 Visita de Don Rómulo Gallegos Novelista


  Lo abordábamos cuando venía de regreso de su viaje hasta la Plaza Bolívar donde recogía a los del Pueblo Arriba. Luego pasaba por Cúa y de allí a Ocumare por la carretera de la colonia que era de tierra. A nuestro autobús le faltaba un vidrio trasero y por allí se colaba la tierra por lo que nadie se sentaba en esos puestos. Al regreso en la tarde por la carretera a Charallave era obligado pasar por el sitio de las Tres Letras, donde tenía su negocio el charallavense Pancho Hernández “Quéquere”, Todos los que viajábamos en el transporte le gritábamos “Adiós quéquere” y siempre recibíamos como respuesta un soberano grito del personaje   conun recuerdo para nuestras progenitoras.
 Dionisio Bandes, Fundador y “utility” del Liceo, perteneció a su personal desde su fundación y presidió la Junta de Padres y  Representantes que consiguió el primer transporte para los alumnos de los pueblos circunvecinos. Excelente persona y nuestro incondicional apoyador en los exámenes, pasando la respuesta a una difícil pregunta que nadie se sabía contenida en “una chuleta”.Cuando nos portábamos mal (cosa rara), levantaba su brazo derecho, como lo haría el mismo Hitler: “Méndez Farrera: pa’ la Dirección”, a recibir un regaño y la llamada de mi representante: Isabelita Farrera, que me apoyaba en el sentido de no decirle a mamá lo que pasaba, además de que era medio sorda y no entendía bien lo que le decía el Director Rodríguez Gimón, quien vivía al lado de su casa, en el Hotel Washington, propiedad de la madre de Amalia Abrate, autora de las mejores pastas queme he comido en mi vida.


Con la enseñanza de su vida ejemplar, pero sin la poderosa y convincente arma de su voz, Dionisio siguió demostrando por qué su noble y descollante personalidad siguió cosechando triunfos, no solo en el deporte, del que era un destacado dirigente, sino en la política. Logró una concejalía sin moverse de su puesto en el Mercado Municipal sabatino repartiendo, con un pedacito de queso, un papelito donde invitaba a los votantes a sufragar por su Nº 15 de la lista de Acción Democrática, su partido, que era el lugar que le habían asignado, para que no saliera electo, pero aún así, fue el concejal más votado.
En la inolvidable Plaza del Estudiante, frente al Liceo, nos reuníamos en los recreos a charlar y jugar con peloticas de goma. También era el   sitioobligado para hacer las conquistas de las lindas muchachas, compañeras de estudio. La otra plaza era la de  la entrada, la Plaza Rivas, donde esperábamos la hora de las clases de la tarde mientras reposábamos el almuerzo, este lo traían desde el Instituto Nacional de Nutrición, en Caracas junto al del personal de Industrias Pampero. Costaba solo 1 Bolívar, pero nosotros preferíamos el de a “bolívar y locha” de Ojeda que quedaba al final de la bajada de la salida de Ocumare, en la esquina que hacía la calle para ir al río. Consistía en una ración de carne molida (Bs. 0,50), bien condimentada y muy sabrosa, medio plátano  asado (Bs. 0,25), una Pepsicola (Bs. 0,25) y un pan (una locha: 12,5 céntimos). Con eso saciábamos el hambre y nos quedábamos jugando bolas criollas  en el patio, donde Luís Perdomo daba un boche clavado a una bola y Joseito Arocha arrimaba, mientras Lino Vegas ponía en la rockola canciones mejicanas que eran sus preferidas (5 canciones por un bolívar). Al restaurante Victoria íbamos a comer algunos días, cuando teníamos plata y consumíamos especialmente espaguetis (Bs 1,50) mientras Félix Méndez (“El Negrito”), pedía su impelable “Cochino frito con papas fritas”; era tan seguido que pedía este plato que cuando se asomaba en la
puerta del restaurante el mesonero (Chávez), lo ordenaba a gritos, antes de que se lo pidiera. Con nujestro reecordado Pablo Nicolás Díaz (“El Niño”), genio de las matemáticas y física, de extracción muy humilde, compartíamos nuestro almuerzo casi todos los días. Luego nos mudamos a la casa de Natividad Domínguez, charallavense vecina de Ocumare, con quien nos unía una vieja amistad. Ella, para ayudarse en el sostenimiento de “Teresita”, su hija inválida, postrada toda su vida en una silla de ruedas, decidió darnos ese servicio por una módica suma. Allí comíamos: Gilberto Figuera, Miguel Minicozzi, Joseito Arocha y yo.Las clases de Inglés eran a las 11:00 am, pero a esa hora ya estábamos bañándonos en el río Tuy, en el  saque de arena donde se formaban unos tremendos pozos   en los que nos tirábamos en trampolín desde la pluma de las máquinas que sacaban la arena del río. Más de un susto pasé en uno de esos saltos al quedar atrapado en el suave limo del fondo que se acumulaba después de las crecientes del río. La Semana del Liceo era un gran acontecimiento esperado con ansiedad. Realizábamos hermosos actos culturales donde se ponían a prueba la capacidad histriónica de los alumnos. Se invitaban los más connotados conferencistas e intelectuales  de Venezuela.

Por ese auditorio pasó un Premio Nóbel: Pablo Neruda, digno de ser oído por las mentes más cultas del mundo, (en la foto con los Profesores Martineau y Mendoza Rivero, observa Rafael “Chiquito” Orihuela, ex ministro de Sanidad). Otros que disertaron, con no menos quilates: Mariano Picón Salas, Arturo Uslar Pietri, Rómulo Gallegos, un ilustre ocumareño, nacido en San Francisco de Macaira: José Ramón Medina (en la foto, recibiendo un homenaje del Liceo, junto a la Prof. Martineau (su comadre), Heli Díaz y Teodoro F. Ojeda), Luís Pastori, Enrique Tejera París (en la foto), Aníbal Nazoa, la poetiza Luz Machado de Arnao, Luís Hernández Solís, Luís Villalva Villalva, entre otros muchos que actuaron en su auditorio. Las Reinas se elegían por votación durante las festividades de la Semana   del Liceo y de ellas guardo un grato recuerdo de mi compañera Aracelys Borges, de Santa Lucía y especialmente de Haydee Orihuela, hermana de “Chiquito” Orihuela, pues ella me escogió para formar parte de su comitiva. Papá era muy amigo de su padre: Rafael Orihuela, quien tenía un comercio de línea blanca en la calle Bolívar, diagonal al restaurante Victoria. En estas actividades “extra cátedra” tuve mucho éxito y por  supuesto  raspé  seis  materias  de  siete,  la  única  que  pasé  fue  Inglés,increíblemente. Por supuesto vino la lógica boleta de retiro. El Prof. Raúl Peña Hurtado fue el encargado de entregárnosla. René Rodríguez fue el único que se salvó de la botazón. Carlos Enrique Pérez y yo comisionamos  a Alberto Ramos para que se las entregara a nuestros padres, El Negro Méndez y Carlos José, mientras nos íbamos al río a dar tiempo a que pasara la rabieta y el saperoco que se iba a armar. Así fue.
Vinicio Adames Director del Orfeón.

Ese mismo día hablaron con Daniel Scott, ex alumno del Liceo San José de Los Teques, quien habló con su famoso Director, el Padre Isaías Ojeda y nos consiguió cupo y allí fuimos a parar como castigo durante tres años, junto a Chucho Hernández. Por razones de índole económicas (subieron la matrícula a la exorbitante suma de 120 Bs/mes), regreso al Pérez Bonalde a cursar 4º y 5º años. Fui el único alumno que había visto completas y    repasado todas las materias de 1º, 2º y 3º año,  por lo que me fue muy bien en mi nueva experiencia académica en el mismo Liceo donde inicié en 1955, mi inolvidable experiencia de Bachillerato. Corría el año 1961, que coincide con la mudanza al Liceo nuevo de El Rodeo. No estaba terminado y como no tenía pupitres, cada uno se montó el suyo en el hombro y nos fuimos a ocupar el nuevo local, capitaneados por la Prof. Agustina Martineau de Hernández, nuestra querida Directora y mejor profesora de Geografía económica, guayanesa oriunda de Ciudad Bolívar.  


Profesora Agustina Martineau de  Hernández 


Brillante pero modesta mujer, de elevados quilates profesionales, morales y cívicos, de una probada honestidad y gran vinculación a la comunidad tuyera que la hizo su predilecta hija adoptiva. Su gran cualidad: poder comunicarse fielmente con la juventud y contribuir con ello a su formación intelectual y ciudadana integralmente. Prueba fidedigna de ello es la gran cantidad de brillantes profesionales que egresaron de las aulas que dirigió.


Se inicia en la docencia en 1943como Maestra de la Escuela Luisa Cáceres de Arismendi de su ciudad natal. Se viene a Caracas a enseñar en la Escuela Elías Toro y el G. E. República de Bolivia de 1944 a 1949, año este en que se gradúa de Profesora en el Instituto Pedagógico de Caracas y se marcha a Barcelona a trabajar en el Liceo Cajigal para luego establecerse en Ocumare del Tuy desde ese año hasta 1964 en nuestro Liceo. Los últimos 5 años funge de Directora. Se muda a Caracas y actúa como profesora de las Escuelas: Industrial del Norte e Industrial de Coche y posteriormente en la Escuela Técnica Caracas. Esta extraordinaria mujer de una moral irreprochable, de una pedagogía singular, excelente amiga y mejor madre contrajo nupcias con otro de nuestros queridos padres putativos: Víctor Hernández, con quien creó una bella familia compuesta de 3 hijos. El cruel destino le reservaba una mala jugada y su menor Víctor Augusto  fallece  en  1961.

Profesera Martineau y su esposo Víctor Hernández


 La  Prof.  Martineau  publicó  en  “La  Esfera”  un bellísimo poema, pletórico de sentimientos que guardamos hasta hoy y que, emocionado, recuerdo aquí su última estrofa:
                           
“Si viviera mi hijo, hoy cumpliría seis años.
Hoy como ayer le ofrendo mi ternura
que ayer le prodigaba en caricias, en mimos,
en miles complacencias y en la santa misión
de irle forjando, para el saber: la mente;
para el bien y el amor: el corazón.
Y hoy se da en esta angustia
infinita que me agobia,
en esta evocación constante de su vida
en lágrimas que brotan de mi alma adolorida
y en muchas flores, blancas como su alma pura
que con fervor ofrendo sobre su sepultura”.











El Liceo Nuevo de El Rodeo, es un excelente edificio, pero sin la calidez y sabrosura del viejo, con su acera alta, su gran portón de entrada y sus inmensos ventanales, sus cálidas aulas como el “gallinero”, al fondo de la vieja casona, donde recibíamos clases los de 1er. Año. Al  fin nos instalamos en el nuevo local y con el Prof. José Aníbal Gutiérrez nos encargamos de armar los nuevos laboratorios de Física y Química y el de Biología con el Dr. Ricardo Guerra, director del Hospital Simón Bolívar y excelente profesor de la materia. Recuerdo sus clases con nostalgia, pues él nos animaba a una sana competencia de conocimientos por lo que quedamos muy bien preparados en su materia.

De mencionar: Fermín Luque siempre llegaba tarde y para disimular y justificarse, pasaba antes por el laboratorio y se cargaba unos frascos con fetos y culebras, pero el Dr. Guerra no se tragaba el cuento. Otro: Lino Vegas, con su característico buen humor y la eterna risa de su cara, continuamente le “mamaba el gallo” a la Prof. Martineau quien le aguantaba y a veces, hasta le celebraba sus chistes. Un día, esta le reclamaba a Lino que se portara bien pues más bien parecía un niño, un infante. Enseguida replicó JesúInfante: “Infante Marrero, profesora!!”, pues pensó que se refería a  él, mientras toda la clase nos destornillábamos de risa junto con la Profesora. 
El tren de excelentes “maestros”, pero sobre todo amigos, lo completaban: José A. Gutiérrez, Humberto Fuenmayor, Reinaldo León, Raúl Peña Hurtado, (en ese mismo orden en la foto junto a Rodríguez Gimón, la Profesora Martineau y Saldivia Gil, durante un homenaje a Rodríguez G.), Alí Milá de La Roca, Antonio    Mendoza Rivero, Miguel Rodríguez Franco (“Rayito”, excelente tenor), Dalila Martínez de Torres, Mauro Bolívar, Alberto Ramos, Pablo Vidal Verdú, Yolanda Landaeta, Pbro. José María Mendizábal, Gladys Oyón de Marín, el panameño y amigo: Temístocles Rivera Sandoval; el Director de nuestro Orfeón era nada menos que Vinicio Adames, (en la foto), quienes constituían un equipo envidiable para cualquier liceo de los mejores de Venezuela y Amalia Abrate (en la foto), Secretaria de la Dirección y antigua compañera de estudios, también “botada” con nosotros de primer año.

 Al pasar de los años, fundó hogar con Mauro Bolívar, nuestro querido profesor de Mineralogía y mejor amigo. Sus hijos: Emilio, Mauro y Carlos, ya mayores y con hijos, todavía me piden la bendición, hermosa costumbre que  les quedó de hacerlo con su tío político, mi hermano Alberto Ramos. Más antiguos: Gilberto Maestracce, Dr. Saldivia Gil, León Colina, Francisco Quintero Torres, Rafael Vázquez, Lorenzo López, José M. Avilán Rovira, Ramón Hurtado, Ligia Simancas, Olga Albarrán, María Pereira y Luís Pacheco. Por fin llegó el día de la graduación de bachiller, en la Primera Promoción que egresaba del Liceo Nuevo, con el flamante nombre del sabio guariqueño,  Dr. José Francisco Torrealba como Padrino, quien no pudo asistir al acto y en su lugar lo representó su hijo, Dr. José Witremundo Torrealba; quien tiempo después me daría clases de Parasitología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Carabobo. (En la foto: Fermín Luque, recibiendo su Diploma de manos de “Rayito” en presencia de la Profesora Martineau, el  Padre Mendizábal,  Alberto  Ramos  y Rubén Díaz, Presidente del  Concejo Municipal el Distrito Lander). Para celebrarlo hicimos una fiesta en el Club Valle Verde, amenizada por la Billo’s Caracas Boys. Compramos seis cajas de güisqui para el consumo con nuestros familiares y resultó que el mismo provenía del contrabando. Nos denunciaron a la Guardia Nacional y nos lo decomisaron. Después de tanto batallar con el Tte. Martínez, Jefe del Comando de la Guardia Nacional, acordamos dejar unas botellas como prueba del “delito”    y regresamos como a la 1:00 am al baile. Nos recibieron con tremendo aplauso y luego fue cuando se puso buena la cosa con los eternos fiesteros que nos graduábamos: Ramón Martínez, Luis Perdomo, Fermín Luque, Salvador Sosa, Pedro Pablo Vegas (Lino), Perla Abulafia, Darío Ramírez, Jesús Infante, Carlos Díaz, Rosa A Polachini, María Teresa Marín, Silians Medina, Manuel Zerpa, los hermanos Borges (Orangel y Aracelis), Tatiana Wikander, Gladys Alemán, José R Arocha, José R Córdoba, Gilberto Pérez A., Luis Soyano, Jesús Piñango, Pedro Rosas, Ignacio Moreira, Juan Díaz, Haydee  Nebrus  y  Yamil  Ayán  (en  la  foto  recibiendo su Diploma de manos de Alberto Ramos), estos tres últimos, Juan, Haydee y Yamil, queridos compañeros fallecidos, para quienes dedicamos nuestras sentidas oraciones por el eterno descanso  de sus almas.

Amalia Abrante



  El hotel Miranda era la residencia de la mayoría de los Profesores “bonchones”, donde se celebraba cualquier acontecimiento que los involucrara y siempre quedaban anécdotas para contar los lunes. El club “Guayana” fue una creación de Fermín con la Prof. Martineau, allí celebrábamos agradables encuentros. Funcionaba en el mismo local del Club Tropical en la calle Bolívar. El Grupo de Teatro “Giraluna” nos deleitaba con presentaciones teatrales de excelente calidad.
La entrada de Ocumare del Tuy. Cuadro.

La elección de la Junta Directiva del Centro de Estudiantes del Liceo era otra efemérides y acontecimiento de obligada reseña, pues se constituía en una sana competencia. Durante la reñida pero amigable campaña electoral se destacaban las cualidades de cada aspirante y ganaba el que descollaba académicamente más y aquel que más amigos tenía. (En la foto anexa, coincidiendo con la coronación como Reina del Liceo, Aracelys Borges, de Santa Lucía, apreciamos a los compañeros: Serrano, Gilberto Pérez A., como “Pajes” y Fermín Luque toma la palabra como Presidente del Centro de Estudiantes de ese año  lectivo 1961 – 1962).
 las monjas eran muy celosas.


Patio interior del antiguo liceo.

El Colegio Santo Angel funcionaba al lado de nuestro local en la misma acera alta y se estudiaba la carrera de “Normalista”. Recibía solo niñas pero compartíamos los mismos profesores. Casi no teníamos contacto con las “compañeras” pues su transporte las recogía directamente cerca de la salida y allí estudiaban bellísimas muchachas a las que solo  podíamos  saludar de lejos  con la mano,   pues

Fermín Luque recibe su título  de bachiller de manos del profesor Rodríguez Franco
año 1961

Las altas aceras de ambos lados fueron derrumbadas por la “piqueta del progreso”, de la que no escapó nuestro querido Ocumare, reservorio de tantos sueños compartidos. No le permitió a la vieja casona del liceo, de gruesas paredes de adobe, celosas guardianes de un gran cúmulo de historia del Tuy y de sus preclaros hijos donde, para conservar su abolengo, hubiera funcionado allí un museo o un ateneo, para preservar una importante porción de la historia de nuestro gentilicio de “tuyeros”, íntima razón de nuestro orgullo. Con “La casa de la acera alta”, verdadero Templo de
Aprendizaje de la Sabiduría, se fue un claro ejemplo que hoy necesitaría urgentemente la juventud actual para su desarrollo integral, como lo fue para nosotros, muchachos ayer, hombres útiles a la Patria hoy, haber tenido el privilegio de protagonizar su pequeña historia.


Culmino este sentido capítulo con emocionadas frases de la misma Prof. Martineau, de su adquirida fibra de la más típica consistencia tuyera: “Los exhorto a mantener el contacto espiritual y humano con estas bellas y soleadas tierras tuyeras y a mancomunar, una vez más, ideales, luchas, esfuerzos y voluntad en el logro de metas de progreso que incrementen el desarrollo integral de esta región a la que tanto queremos”.
Fachada del nuevo liceo 1961


NÓMINA DE ALUMNOS EGRESADOS EN LA PRIMERA PROMOCIÓN DE BACHILLERES DEL LICEO  J.A. PÉREZ BONALDE AÑO ESCOLAR  1960-61



ABULAFIA, PERLA ROSA

ALMEA, ISIDRO

AYÁN, YAMIL (+)

BETANCOURT, CARLOS

BORGES, ARACELIS

BORGES, ORANGEL

CORDOVA, JOSÉ

DÍAZ, JUAN FRANCISCO (+)

INFANTE, JESÚS

LUQUE, FERMÍN E. (+)

MARTÍNEZ, RAMÓN

MEDINA, SILIANS

MÉNDEZ FARRERA, JOSÉ

MOREIRA B., INGNACIO

NEBRUS, HAYDEE (+)

PERDOMO, LUIS RAMÓN

PÉREZ ARTEAGA, GILBERTO

PIÑANGO, JESÚS

POLACHINI, ROSA AMELIA

RAMÍREZ, RAMÓN DARÍO (+)

ROSA AREVALO, MIGUEL

SOSA GONZÁLEZ, SALVADOR

VEGAS, PEDRO PABLO (+)

ZERPA, MANUEL MARÍA

HUMANIDADES:

ALZURU, GUSTAVO

BORGES, DOMINGO ELOY

CALZADILLA M. ARTURO

DÍAZ, RAQUEL

ESPINOZA, MIREYA

FIGUERA, LILIAMS

FRANCIA CH., NELSON A.

GONZÁLEZ, OMAR E.

MARÍN RAVELO, MARÍA TERESA

MORA PÉREZ, MARITZA

PIÑATE ALZURO, DOMINGO J.

RIVERO, FÉLIX BALTAZAR

SILVA GARCÍA, ROSALINO


Ex-alumnos y profesores  en un encuentro  con la profesora Agustina Martineau de Hernández






Comentarios

  1. Excelente descripción, tantos recuerdos de nuestro querido Liceo Perez Bonalde. Pertenezco a esa Promoción año 61 junto a mi hermana Aracelis, la Reina. Soy Orangel Borges, especialista en Mejoramiento Genético de Plantas.En Agronomia nos graduamos Jose R Cordova, Manuel Zerpa y O. Borges

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  2. Muchas gracias por su comentario Orangel. Yo me gradué en 1964.

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