UNA TUYERA DE PROYECCIÓN UNIVERSAL.

MARÍA TERESA CASTILLO
.
Nació en Cúa en 1908
Queremos
rendir un humilde homenaje, en nombre de las mujeres y los hombres del
Tuy, coterráneos de la cueña más relevante del siglo XX.
MARÍA
TERESA CASTILLO nació en el mismo pueblo caluroso donde salieron
venezolanos de la talla de José María Carreño, Ezequiel Zamora,
Cristóbal Rojas, Emma Soler, Evencio Castellanos, Luis Ordáz, Miguel
García Mackle, para mencionar sólo algunos de los hijos e hijas ilustres
de Cúa. Corría el año de 1908, la dictadura del General Cipriano Castro
se balanceaba entre el seudo nacionalismo y la enfermedad que lo
obliga a dejar la presidencia en manos de su compadre el General Juan
Vicente Gómez , quien aprovecha la oportunidad y lo saca del poder
mediante un golpe seco, el 19 de diciembre de 1908. Nace María Teresa
Castillo el 15 de octubre de aquel año, en la colonial hacienda de
Bagre, propiedad de su familia, dedicada a la producción de café para
la casa exportadora Dumlop & Cia.
Cúa
era como todos los pueblos de la época, abandonada a su suerte,
analfabetismo, pobreza y miedo caracterizaban la vida de una región
donde apenas 50 años antes existía la esclavitud como motor de la
economía, ya no era el amo o el caporal con el látigo y cepo quien
imponía la autoridad, sino algún coronel de montonera, “chacharo” o
“capachero”, como les llamaban despectivamente los centrales, a esos
hombres de la montaña, acompañantes del General Castro que llegaron con
la Revolución Restauradora del año 99 y se hicieron los nuevos amos de
“la gran hacienda llamada Venezuela”.Generalmente eran aventureros que
“tiraban la parada” en busca de dinero y poder, un coronel arbitrario,
lujurioso y ladrón, lo primero que hacía era ponerle el ojo a las fincas
más productivas y hermosas de la zona, luego le ponía el ojo a la hija
del hacendado y por cualquier método: El matrimonio por conveniencia,
hasta llegar al encarcelamiento del propietario por “enemigo” del
gobierno. Pasaba por obra de arbitrariedad, el abuso y la violencia de
guerrillero ”come casabe” a “señor feudal” de la región, amo y padrote
hasta donde le alcanzaba la vista. Así fue como el hermano del general
Juan Vicente Gómez: Don Juancho se hizo dueño de todas las tierras desde
Cúa hasta Ocumare del Tuy, uniendo en una sola posesión los antiguos
latifundios de los Condes y Marqueses, los “grandes cacaos” del período
colonial, esas colosales haciendas cacaoteras, ya deforestadas, se les
llamó la Gran Posesión Mendoza con una extensión de más 300 Km2.
También el la zona de Santa Teresa se apoderó de la gran posesión
Tumuso, que abarcaba el triangulo Santa Teresa, Charallave, Santa Lucía.
Además Don Juancho Gómez, Hermano del Vicepresidente, era el Presidente
del Estado Miranda, como se le denominaba en la época a la figura que
hoy llamamos gobernador. La capital del Estado Miranda estuvo en
Ocumare del Tuy desde 1904 hasta 1927.
Ser
hacendado, en aquellos años era estar sometido a la presión terrófaga
de los Gómez, quienes ya tenían el monopolio de todos los mataderos del
país. Venezuela todavía no se perfilaba como país productor de petróleo.
El General Gómez en 1908 representaba el poder económico surgido a la
sombra del gobierno del parlanchín General Cipriano Castro; éste se
había convertido en un escollo, por sus desplantes ante las potencias
mundiales, para los nuevos ricos que buscaban el poder sin Castro. Un
castrismo sin Castro representado por el hombre que se había
transformado, en nueve años de ejercicio de la Vicepresidencia de
Venezuela, en el verdadero y máximo poder económico y político del país.
En
esa época semifeudal nace María Teresa, en un medio social muy duro
para sobrevivir y progresar y si se era mujer el único destino era
“parir como Dios manda” y obedecer, primero al padre y luego al marido.
Esto se cuenta hoy y no se tiene la dimensión exacta de lo poco que
significaba en la Venezuela de comienzos del siglo XX ser mujer. La
mayoría de los espacios eran ocupados por los hombres, una señorita
“digna” no podía, estudiar sino en colegios de monjas, solo en Caracas y
algunas capitales.La formación era para ser madre “ejemplar”:Perfecta
ama de casa, soportar las “querídas” que su marido tenía, pues eso era
normal y aceptado socialmente, la esposa era una “sierva”, nacida para
sufrir pacientemente, eso si con mucha dignidad, sin derechos sociales,
económicos y mucho menos políticos.Una joven si los 18 años no se había
casado, se decía que se había quedado para “vestir santos”. Si una
mujer tenía que trabajar fuera de casa era calificado en aquella
sociedad venezolana como “fin de mundo. Una mujer respetable tenía que
estar en su casa y salir acompañada por un hombre de la familia, solo
las muchachas del servicio de adentro salían solas. Uno de los primeros
trabajos que cumplieron las mujeres fuera de su casa fue como
operadoras de los teléfonos de manillita y con las primeras máquinas de
escribir, empezó muy tímidamente, entre familiares con bufete, la figura
de la mecanógrafa.
En
esa Venezuela, tan lejana en el tiempo, en las costumbres y en los
valores, le tocó nacer, crecer, formarse y sobre todo luchar par a María
Teresa Castillo como paradigma de la mujer venezolana del siglo XX,
como la máxima representante del mundo cultural venezolano, de las
inmensas tareas de las pioneras para alcanzar la igualdad ciudadana. En
nuestro país la máxima discriminación no era contra el negro, sino
contra las mujeres, pues no contaban ni siquiera con el apoyo de la
familia, cuando querían abrirse paso en el mundo masculino.
María
Teresa llega a Caracas muy niña, una aldea de 300.000 mil habitantes;
una joven inquieta, se le hace imposible ingresar a la Universidad, pero
sigue muy de cerca los acontecimientos de la juventud universitaria del
año 28. Tiene sus primeros contactos con los movimientos sociales de
izquierda marxista existentes clandestinamente en Venezuela. La
dictadura gomecista, atornillada en el poder, durante 20 años, no daba
tregua a la represión en las tenebrosas mazmorras de las fortificaciones
españolas de Puerto Cabello y Maracaibo, en la famosa Rotunda de
Caracas, el los campos de concentración existentes en las carreteras del
país. Se contaban por miles en ese entonces los presos políticos
quienes además cargaban con unos grilletes del período colonial, con un
peso de más 60 kilos. Entre esos jóvenes opuestos al dictador, estaba su
futuro esposo el gran escritor, poeta, periodista y humorista Miguel
Otero Silva.
La
muerte de Juan Vicente Gómez abre las compuertas del siglo XX, por
primera vez se ve una luz en oscuro túnel que venía desde el siglo XIX.
Es cierto que el gobierno del General López Contreras ordena la
demolición de la Rotunda y se lanzan al mar los grillos en Puerto
Cabello, pero eso no significó el cese de la represión, del 36 al 40 se
persiguen como “enemigos de la patria” a los llamados comunistas como
Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Miguel Otero Silva, Juan José
Palacios, José Antonio Mayobre, Raúl Leoní, Manuel Ramón Oyón ( de
Ocumare del Tuy),Rodolfo Quintero, Miguel Acosta Saignes entre otros y
se decreta la expulsión del país, La cárcel del cerro El Obispo ocupa el
espacio de la Rotunda.
María
Teresa Castillo, quien venía luchando desde la época gomecista junto a
mujeres del temple y tenacidad de una Mercedes Fermín, desde la
Federación de Maestros, fundada por Luís Beltrán Prieto en el año 31,
Ana Mercedes Pérez, la primera reportera que tuvo Venezuela, Carmen
Clemente Travieso, Imelda Campos, primera mujer que lanza como oradora
ante una multitud en el Nuevo Circo de Caracas para condenar los hechos
del 14 de febrero del 36; Luz Machado de Arnao, Ida Gramcko, Josefina
Palacios. La mujer venezolana se abría paso y participaba en la
construcción de aquella Venezuela, todavía sin instituciones sólidas,
buscando el camino democrático, después de la muerte de Gómez.
María
Tersa Castillo pasó un año detenida en la Jefatura Civil de la
Pastora, por su vinculación como activista del movimiento comunista de
la época, por revoltosa, la detuvo la policía repartiendo panfletos
prohibidos y un periódico hecho por ellos mismos denominado “Aquí está” y
también el semanario Tribuna Popular, órgano de Partido Comunista
Venezolano en la clandestinidad.
Todas
esa luchas de la mujer venezolana y sin embargo no tenían derecho al
voto, mucho menos a ser electas para cargos representativos, los
prejuicios todavía se mantenían y fue en el año 47, con la nueva
Constitución aprobada por la Constituyente del trienio adeco, donde se
estableció que las mujeres tenían derechos políticos, al igual que los
analfabetos y se instituyó el voto, directo, universal y secreto, como
piedra angular del sistema democrático representativo. En el año 1941
habían egresado sólo 5 mujeres de los claustros de la U.C.V. La primera
mujer electa para un cargo representativo (Asamblea Constituyente 1947),
fue la poetisa Lucila Velásquez, la primera mujer concejal fue Margot
Boulton de Bottome, en Distrito Federal 1947. La primera mujer que se
graduó de ingeniera civil en Venezuela fue otra cueña, la Dra. Elena
Quiroba en 1944.
La
actividad cultural organizada tiene antecedentes que se remontan al
siglo XIX, en la ciudad de Caracas, pero en el año 1931 por iniciativa
de María Luisa González Gragirena de Escobar, motivada por la necesidad
de abrir un espacio a la mujer en el mundo de la creación intelectual y
artística se funda el Ateneo de Caracas, tiene su primera sede entre las
esquinas caraqueñas de Marrón a Cují y durante doce años es presidido
por María Luisa Escobar. También fueron Presidentes del Ateneo: Anna
Julia Rojas, Luz Machado, Alicia Larralde, Ana Mercedes de Morales Lara,
Conny Méndez y después de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez en
1958, es electa como presidenta María Teresa Castillo. Quien venía de
ser reportera de Ultimas Noticias en 1941, integrante de la primera
promoción de Periodistas de la U.C.V., Luchadora contra las dictaduras
desde la época gomecista, exilada durante el régimen perezjimenista.
María Teresa tuvo la visión necesaria para comprender que las luchas
sociales y políticas carecen de base si no se alimentan del quehacer
cultural y que la pervivencia de los valores de una nueva sociedad que
nacía con el 23 de enero de 1958, no podían tener solamente el sustento
político, era necesario promover las manifestaciones más altas del
espíritu y es así como el Ateneo de Caracas se convierte en promotor de
una compañía estable de teatro, dirigida inicialmente por Horacio
Peterson y a partir de 1976 por Carlos Giménez con el nombre de
Rajatabla. Se crea el Centro Latianomericano de Creación e Investigación
Teatral, institución que ha recibido el respaldo nacional y el apoyo
económico de la UNESCO. Bajo su auspicio se han organizado y celebrado
en Caracas varias ediciones del Festival Internacional de Teatro, hoy
imitado positivamente por ciudades como Bogotá.
Además del desarrollo de una labor editorial, biblioteca, sala de exposiciones, dos salas de teatro y conciertos.
El
Ateneo de Caracas presidido por nuestra coterránea María Teresa
Castillo es hoy un modelo a seguir, no solamente por diversos Ateneos de
Venezuela, sino a nivel continental. Es una lastima que los actuales
promotores de la cultura oficial, no reconozcan los méritos y la obra de
María Teresa Castillo cuando llega a los 100 años de fructífera vida,
María Teresa como persona no necesita de ese reconocimiento, pero si su
obra que es el Ateneo de Caracas. María Teresa tiene en su haber las más
altas condecoraciones que se otorgaban en la desaparecida Unión
Soviética, las más altas otorgadas por Cuba, Francia, UNESCO, la mitad
de los países europeos, Latinoamérica e incluso de EE.UU. y los más
importante tiene el reconocimiento de los artistas y creadores
venezolanos, de su pueblo al que le ha dado lustre y tal vez es más
humilde pero con el más grande de los amores y del respeto a su figura,
el de los tuyeros y especialmente el de los cueños.
No
podemos terminar estas cortas expresiones de justicia,sin decir: Ojalá
Venezuela tenga en las nuevas generaciones, la fuerza juvenil, la
rebeldía, la inconformidad, la capacidad organizativa, el humor, la
visión, la tenacidad y el amor por Venezuela de María Teresa Castillo
Ejemplo de la mujer venezolana.
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