Emma
Soler (Ignacia Villasana)
Por el profesor Jesús María Sanchez
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Profesor Jesús María Sanchez |
De la empresa arriba señalada también formó parte el gran músico José
Ángel Montero, autor de la ópera “Virginia”. Cuando corría el año de 1880, en
Caracas se conocían los llamados teatros de aficionados. En las carteleras de
estas modestas instituciones, comenzará a figurar el nombre de la jovencita
Ignacia Villasana.
Don Carlos Salas, en su bien documentado trabajo “Historia del Teatro en
Caracas”, al retratar de cuerpo entero a Emma Soler nos dice: “Empezó actuando
en las plazas públicas y en los teatros de corral, donde eran representados
cuadros vivos y Nacimientos”. Durante los meses de 1887 se le verá al lado del
gran actor Teófilo Leal, actuando bajo la sombra de la Compañía Americana y, en
1890 será recibida por el público de Maracaibo, actuando para la Compañía
Dramática de Enrique Terradas.
En la capital zuliana Emma Soler actuó en obras escritas por el poeta
Udón Pérez. En esa histórica ciudad, con su lago, la laguna de Sinamaica y los
relámpagos del río Catatumbo, a Emma Soler la elevan a la condición de primera
dama del teatro nacional. Viajó a la isla de Puerto Rico, donde, así lo reseña
Carlos Salas, triunfó clamorosamente, al lado de un grupo de actores y actrices,
al presentar el drama “Tierra baja” de Guimará.
Otro inquieto trabajador teatral, Luis Julio
Bermúdez, en su ensayo “Cuento y Recuento”, nos dejó la siguiente pincelada
sobre tan destacada figura del teatro nacional:
“Anduvo por los teatros de Colombia. Se mostró en todo Centroamérica.
Todavía en Santo Domingo y Puerto Rico hay gente que recuerdan las alienaciones
colectivas que ella producía al salir al tablado… Cantó en todos los tonos y
actuó en todos los estilos, pues para eso tenía la extraordinaria facultad de
pasar con todo brillo desde el libreto clásico “y en prosa” hasta la zarzuela
de moda”.
Los públicos de Colombia, Venezuela y todo Centroamérica enloquecieron
por aplaudirla cuando interpretaba, trasmutada en masculino personaje, el Don
Juan, de Zorrilla. Porque era la más extraordinaria intérprete del Teatro
latinoamericano de todos los tiempos, convertía cada texto en un “pretexto”
para
Siguiendo con Don Carlos Salas, quien también brilló con luz propia como
actor, y, de acuerdo a lo por él compilado y publicado en su tratado sobre el
teatro en Caracas, al describir el papel jugado por Emma Soler en los dominios
del teatro, escribe:
“De una inspiración extraordinaria, sabía dar a
cada papel el valor justo y adecuado, por insignificante que fuera: por ello
llegó a interpretar el género lírico o dramático con soltura y dominio, pues lo
mismo hacía la primera tiple de zarzuela, que la primera actriz de los dramas
de Echegaray o Dicenta o de algún autor venezolano; así, un día hacía la
Margarita de “El anillo de hierro”, o el Roberto de “La tempestad”, o la Inés o
el Don Juan de la célebre obra de Zorrilla, o la Rosa, de “Juan José”.
Su nombre se mantuvo, al lado de otras aplaudidas figuras, en la
Compañía de Argudín-Otazo. Su figura se desplazó con perfecto dominio de su
arte en las tablas del Teatro Municipal, contratada por la empresa de Arcadio
Azuaga y en la de Roncoroni-Sandra, que tuvo a Teatro Caracas como punto de
referencia de sus presentaciones. Al ser rebautizado el Teatro “Guzmán Blanco”,
con el nombre de Teatro Municipal, según decreto firmado por el presidente
Rojas Paúl, en su
inauguración
se presentó la Compañía Americana, donde Emma Soler formaba parte de su elenco
al lado del magistral actor Teófilo Leal.
Por cierto, la empresa arriba nombrada va a iniciar sus presentaciones
en 1887 en el Teatro Caracas, donde Emma Soler fue muy aplaudida en cada una de
sus actuaciones. Al ser reinaugurado este centro teatral, el 14 de marzo de
1886, se presenta la Compañía Alcaraz-Palau, escenificando la zarzuela “Los dos
genios” y la opereta “Boccacio”, donde Emma Soler personificó a Isabel,
alcanzando un rotundo éxito. Al abrir sus puertas el teatro “Follies Dramátique”
el año de 1885, situado cerca de Puente de Hierro, conocido en esa época como “Puente
regeneración”, ya Emma Soler brillaba con luz propia.
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Sala de Teatro Emma Soler, Complejo Cultural Cecilio Acosta Los Teques. |
Emma Soler va a morir en Caracas, el 06 de octubre de 1916, cuando
cruzaba los 48 años de edad. Su trayectoria en el universo teatral se tiene,
así lo sostienen críticos, historiadores y conocedores de la materia, como una
de las más brillantes actrices de teatro de nuestro país. He aquí, ya para
cerrar esta nota, lo plasmado por Luis Julio Bermúdez: “La gloria se sostienen
sobre limpios recursos; se alimenta del profundo conocimiento del oficio; se
apoya sobre la autoridad ganada en tantos y tan honrosos desempeños.
La
gloria de Emma Soler partía de un claro y abundoso expediente que iba desde la
dirección cabal hasta el sereno y elevado magisterio. Emma Soler lo supo siempre.
Por eso ella nunca se negó a recibir en sus filas a los jóvenes aspirantes.” He
allí una parte de lo que significó, de acuerdo a las investigaciones históricas
cumplidas por Don Carlos Salas y Luis Julio Bermúdez, Emma Soler en los
dominios del arte y la cultura nacional, orgullo de Cúa del estado Miranda y
de toda Venezuela
Emma Soler nació en Cúa el 8 de
julio de 1868 y murió en Caracas el 6 de octubre de 1916.
Su nombre de pila era Ignacia Villasana.
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